Dado que ninguna de las recomendaciones de la Cancillería alemana serán respetadas, y que el gobierno de Nicolás Maduro que surgirá indefectiblemente de dichas elecciones carecerá de credibilidad y legitimidad, ¿está dispuesta la oposición venezolana a hacerse cómplice de un gobierno dictatorial ilegítimo y carente de credibilidad? ¿Seguirá prestándose al hundimiento de la República? ¿Aceptará la tiranía como tumba de Venezuela?

La oposición venezolana ha entrado en el limbo de la esquizofrenia. Mientras el mundo se alza contra el degüelle de nuestra República, la oposición parece decidida a afilar la guillotina del CNE, ahora en manos de Delcy Rodríguez. Por una parte, todo el mundo parece estar de acuerdo en repudiar al régimen dictatorial de Nicolás Maduro que hoy mismo protagoniza un hecho de extrema gravedad diplomática: declara persona no grata y expulsa al embajador de España en Caracas, Jesús Silva Fernández, en un claro acto de retaliación por las sanciones de todos los países miembros de la Unión Europea contra siete altos personeros del régimen, entre ellos y por primera vez afectado directamente, Diosdado Cabello. La respuesta no se hizo esperar: Mario Isea ha sido expulsado de España. Se acabaron las relaciones diplomáticas con la que es, nos guste o no nos guste, nuestra madre patria. Y a cuyo auxilio han recurrido cientos de miles, ya quizá más de 1 millón de compatriotas,  en resguardo de sus vidas. Entre ellos, uno de los principales líderes opositores a Nicolás Maduro, Antonio Ledezma.

Estrechando el cerco de la comunidad internacional contra su régimen, los senadores Marcos Rubio, republicano, y Bob Menéndez, demócrata, instan al presidente Donald Trump para que a través de su embajadora ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, convoque a una reunión especial del Consejo de Seguridad para tratar el caso Venezuela y el grave peligro que representa para la seguridad hemisférica. En tanto que el gobernador de Florida, Rick Scott, reiteró esta semana que daría todo su apoyo a medidas que permitan acabar con el régimen de Maduro y prohibió en su estado todo intercambio comercial con Venezuela. Son medidas extremas

La decisión de adelantar las elecciones, castigando de paso a Voluntad Popular y cancelando la vigencia electoral de la tarjeta de la MUD, ha despertado la reprobación y la indignación de gobiernos y personalidades del mundo entero. Acorde con la tónica de las sanciones de la Unión Europea, todos los países del Grupo de Lima han rechazado al unísono la precipitación de un organismo que todos ellos desconocen y rechazan por anticonstitucional, la llamada asamblea nacional constituyente, y declaran no estar dispuestos a legitimar la realización de unas elecciones presidenciales impuestas a la loca para descolocar al pueblo opositor y subordinarlo al nuevo CNE, tolerando la violación de las más elementales garantías de transparencia, observación y ecuanimidad, reconocidas universalmente como inherentes a elecciones verdaderamente democráticas. 

La Cancillería alemana ha dictado la pauta emitiendo este mismo 17 de enero de tal írrita convocatoria un comunicado que no permite lugar a dudas: “El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Alemana a la opinión pública sobre situación electoral venezolana: La decisión dada a conocer hoy de adelantar las elecciones presidenciales al mes de abril de 2018 llena de preocupación al gobierno alemán. El gobierno alemán les solicita al gobierno venezolano y a todas las autoridades involucradas en los preparativos electorales que aseguren que el proceso electoral se lleve a cabo con el tiempo suficiente. Elecciones justas, correctas y transparentes son indispensables para asegurarles a todos los involucrados que el próximo gobierno cuente con la credibilidad y legitimidad debidas”. Quien lea entre líneas notará la velada amenaza de llegar al rompimiento de relaciones con dicho eventual próximo gobierno si dichas elecciones no cumplen con las normas internacionales invocadas.

Pero mientras la comunidad internacional, incluidos unánimemente todos los presidentes del Grupo de Lima que acaban de reunirse en Santiago, enfila sus baterías contra el mismo objetivo adelantado por los países de la Unión Europea, y Estados Unidos se alinea junto a la decisión de desconocer el resultado de dichas elecciones, la oposición venezolana da muestras de haber caído en una catatonia filomadurista mostrándose dispuesta a participar en ellas sin las más mínimas garantías de imparcialidad y transparencia. Hecho que debe estar causando serias molestias en el seno de nuestros amigos de la comunidad internacional, ya habituados a los vaivenes y desaires de los partidos hegemónicos de la MUD, apegados al régimen y absolutamente subordinados a sus mandatos, mientras ellos rompen lanzas en respaldo de los esfuerzos por reinstaurar el Estado de Derecho en Venezuela. ¿Ingratitud, veleidad, ceguera o estulticia?

Dado que no se cumplirá con ninguna de las recomendaciones adelantadas por la Cancillería alemana, y que el gobierno de Nicolás Maduro que surgirá indefectiblemente de dichas elecciones carecería de credibilidad y legitimidad, ¿están dispuestos los señores de la MUD a hacerse cómplices de un gobierno dictatorial ilegítimo y carente de credibilidad? ¿Seguirán prestándose al hundimiento de la República y la entronización de un régimen ya abiertamente totalitario?       

Tengámoslo claro: dichas elecciones, de llegar a realizarse, tendrán lugar en unas circunstancias internacionales aún peores para el régimen que las hoy reinantes. En Chile gobernará Sebastián Piñera y su canciller, el laureado novelista y defensor de los derechos humanos Roberto Ampuero. Ambos acaban de comprometerse ante el líder opositor Antonio Ledezma a respaldar a la oposición democrática venezolana en su lucha por el fin de la dictadura. La que participe de la farsa se habrá autocondenado a ser no más que un apéndice de la policiaca estructura de poder, como lo fueran los partidos comparsas de las dictaduras de la órbita soviética, tan conocidas por Roberto Ampuero, que viviera parte de su exilio en la ex RDA.

Por lo menos en el sur del continente, los tiempos se anuncian contrarios a las aspiraciones, deseos y manejos de la dictadura venezolana, la dictadura cubana y sus aliados del Foro de Sao Paulo. La condena a Lula da Silva borra del mapa brasileño la amenaza del castrismo. Solo resta la incógnita de México, asomada a los delirios de López Obrador. Y Colombia, en donde cabe la esperanza de una importante victoria de la alianza encabezada por Álvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana. Mientras, la amenaza de muerte continúa.


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