“Venezuela  es hoy un país que no tiene un gobierno legítimo. Es una dictadura que, a través de un organismo carente de legitimidad de origen impuesto por la élite en el poder, busca destruir la institucionalidad estatal y la carta magna en un período de dos años. En ese tiempo se dedicará a perseguir, torturar e incluso matar a todos aquellos que se opongan a sus atropellos”. (Página 36).

Decidí comenzar el artículo glosando a Luis Almagro. Este inicio fue uno de los diversos párrafos que anoté para su elaboración. El informe de fecha 25 de septiembre no tiene desperdicio alguno porque retrata con precisión fotográfica la crisis económica, social y política que atormenta a más de 80% de los compatriotas. El análisis es veraz y certero de la realidad venezolana. Proviene del organismo multilateral más importante a nivel americano. Su redactor tiene solvencia intelectual indiscutible. Hace gala de ella a plenitud cuando armoniza a la perfección la situación fáctica venezolana con argumentaciones sólidas. Tanto jurídicas (dada la majestad del organismo que representa) como políticas y hasta sociológicas. El aspecto político –por las derivaciones constitucionales inherentes– lo aborda con argumentación irrebatible; alejada de cualquier connotación ideológica o de solidaridad indebida. Es decir, mantiene una objetividad a todo evento. El autor proviene –es necesario recordarlo–  del  socialismo uruguayo; y como tal opta por la debida conducta ética, además de honestidad personal como valor  incuestionable. Hace caso omiso a las complacientes y perniciosas “solidaridades automáticas”… ¡Quienes están inmersos en la profundidad del bosque no pueden otear el horizonte!

Ya la izquierda, en casi todas sus facetas, a nivel mundial (socialistas, socialdemócratas etc.) han venido deslindando y aclarando la posición inicial de apoyo al canto de sirenas expresado con el equívoco título de socialismo del siglo XXI. Por ello vemos plena coincidencia entre jefes de Estado y líderes mundiales que mantienen posiciones ideológicas contrapuestas: Estados Unidos, Francia, Canadá, Reino Unido, España, Chile, Perú, Colombia, Canadá y muchos más (Donald Trump, Emmanuel Macron, Teresa May, Mariano Rajoy, Michelle Bachelet, Pedro Pablo Kuczynski, Juan Manuel Santos, Justin Trudeau, respectivamente) en contraste esclarecedor con tipejos como Raúl Castro, Daniel Ortega, Evo Morales, Kim Jong-un, Vladimir Putin (con otros ex URSS) y Xi Jinping. Los tres primeros dinosaurios representativos de un comunismo trasnochado; y los dos últimos característicos de un poscomunismo clásico, peculiarísimo, adornado con emergente burguesía neocapitalista. Mugabe y otros de idéntica calaña también le otorgan a Maduro el espaldarazo solidario de rigor. Se trata de una cohorte criminal suficientemente conocida. De tal manera que el repudio al prototipo de totalitarismo reinante en nuestro país es global, con contadas excepciones. El rechazo a la dictadura en Venezuela ha trascendido –superándolas– las imprecisas connotaciones ideológicas. Se trata, simplemente, de dilucidar el dilema cierto de optar entre dictadura y democracia. ¡Así de simple!

Las cifras espeluznantes de la realidad en el país erizan por igual tanto a las pieles más coriáceas, como a las más sensibles: “645 presos políticos; 130 muertos en las últimas manifestaciones pacíficas contra el gobierno; 16.000 heridos, 2.000.000 de desplazados; 54% de niños en estado de desnutrición y 2.675 manifestaciones antigubernamentales realizadas entre el 1° de abril al 25 de septiembre de 2017”. (Página 5).

Los venezolanos, en su mayoría, nos hemos venido persuadiendo de manera paulatina: “Que  el ejercicio efectivo de la democracia se ve seriamente afectado cuando el poder se deslegitimiza por su origen y/o se deslegitimiza en ejercicio. La legitimación de origen  de Nicolás Maduro quedó definitivamente enterrada cuando puso su cargo a la orden de la asamblea nacional constituyente y esta se lo reintegró. Esa validación por un órgano ilegítimo y fraudulento vuelve su cargo definitivamente inconstitucional”. (Páginas 8 y 9).

La “constituyentica” es ilegítima y fraudulenta…“La empresa Smartmatic señaló que en las pasadas elecciones para la indebida asamblea nacional constituyente hubo manipulación del dato de participación”. (Página 14). Por ello es fraudulenta. También es ilegítima porque el gobierno dio un “salto a la torera”. Tanto en el procedimiento pautado para la convocatoria (con referéndum de aprobación incluido) como en las características peculiares de la composición de la misma. ¡Todas violatorias de la Constitución Nacional!

“64% de la población (17.488.606) habita en 23 ciudades capitales más el Distrito Metropolitano y está representado en la ANC por 9,72% de constituyentes (53), mientras 36% de población cuenta con 90,28% de representación. (Malapportionment: Distorsión entre la representación y la población)”. (Página 16).

El pasado lunes Maduro, en cadena nacional, afirmó que los gobernadores electos que no se juramenten ante la constituyentica no podrán ejercer el cargo. De tal manera que 545 ilegítimos valdrán más que los eventuales millares de votantes… ¡Quien tenga ojos que vea!

La Secretaría General de la OEA “entiende que la democracia en Venezuela fue eliminada el 30 de julio de 2017 tras la instalación de una ANC”. (Página 33).

“Estos crímenes no pueden quedar impunes. Hoy como ciudadanos, todos podemos hacer algo. Podemos exigir a quienes nos representan una posición firme contra la dictadura, debemos pedir que se cumplan los compromisos internacionales adquiridos por nuestros países”. (Página 35).

Los venezolanos debemos exigirnos a nosotros mismos en primer término, y también a quienes se le han otorgado facultades circunstanciales de representación, hacer algo más que votar y rumiar frustraciones para que, de manera expedita, la carta magna recupere su vigencia plena. El venidero 16, independientemente de que el gobierno acate o no las resultas comiciales, debemos disponernos a impedir la instauración definitiva del totalitarismo.

“Venezuela va a necesitar memoria, verdad, justicia, reconciliación y garantías de no repetición. Que no se negocie la paz, la democracia ni la libertad. La democracia, la paz y la libertad son nuestros bienes más altos y son irrenunciables, que ellos sean el resultado del diálogo y no materia de negociación”. (Página 37).

La sindéresis y la objetividad de Luis Almagro no tienen parangón alguno. En este escrito solo me he permitido interpolar brevísimas acotaciones y opiniones personales, dadas las características de brevedad explícita que envuelven los artículos. Con la única intención de coadyuvar, en lo posible, a fomentar una toma de conciencia veraz de la coyuntura histórica en que nos encontramos; con el propósito de trascenderla de manera proactiva y lo más pronto posible (1). En apenas quince días habremos de jalonar (los que votarán y los que no lo haremos) un episodio más –pero ahora sí fundamental y definitivo– para resolver concluyentemente la crisis nacional que nos agobia.

Nota:

1.- Todo venezolano consciente de su responsabilidad histórica debe leer y ponderar el texto completo del IV Informe del Secretario General de la OEA, de fecha 25 de septiembre de 2017 (49 páginas). A tal efecto, me permito señalar a los interesados que el documento se puede leer en: www.oas/org/es.

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@CheyeJR

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