Es importante recalcar, que la definición de tradición es inalterable, no importa, si algunos profanos pretenden darle un tinte profano en su esencia. Tradición es sinónimo a transmisión. Hay algunos profanos que sostienen que, todo lo que es transmitido tienen aspectos de «tradición» y de «profano», fuere lo que fuere.

No existe un dominio «profano» al cual pertenece un cierto orden de cosas. En realidad solo existe un punto de vista «profano» que no es más que la consecuencia y el producto de un cierto degeneramiento, resultado de la marcha descendente del ciclo humano y el alejamiento del estado principal. Es decir que anteriormente a esta degeneración, cuando la humanidad todavía no había caído aun y tenían el órgano de la intuición (trascendente) en completo desarrollo y no el dominio de la razón como lo es en nuestro tiempo, que hemos perdido el contacto con el principio.

Ahora bien, una actividad «profana» alejada de esos principios sería algo absurdo y es por eso que la civilización moderna no representa más que esa decadencia de la cual hablamos. En hebreo la palabra gabhalah significa lo mismo que transmisión, pero en el sentido más estricto y más aún en  su parte «esotérica» e «iniciática», es decir, en su parte más interior.

Se pueden tomar dos sentidos de transmisión (partiendo del simbolismo de la Cruz): a) Hay una «transmisión» horizontal, es a través de los estadios o estados sucesivos de la humanidad. Es decir: de un estado anterior de la humanidad a su estado actual. b) Está también la «tradición» vertical, trascendente. Implica también una «transmisión» en otro sentido, partiendo de los principios mismos para comunicarse al estado humano. Es lo «supra-humano». Es aquí donde la humanidad es puesta en relación efectiva y consciente con lo que es superior…»los estados superiores».

Es de resaltar que los conceptos «profanos» están limitados a los cambios, no es constante. Lo que es «tradición» es incambiable. Lo «trascendente» es «absoluto», es lo que fue-es y será; es inconmutable, preciso y bien definidas. De esto puede llegarse a la conclusión, que la «tradición» no solo comprende todo lo que vale ser «transmitido», sino hasta todo lo que puede verdaderamente serlo. La verdadera «tradición» ha sido como un rio de sabiduría, de corriente despierta, para hacer posible el estado de liberación en vida.

La persona común no es receptiva a la «tradición iniciática», al mensaje superior que le es llegado desde tiempos inmemoriales. No tiene «cualificación”. Cuando las  tinieblas de la ignorancia, que ocultan el conocimiento, se disipen por completo, se producirá una explosión de luz en todo el ser, y se manifiesta la iluminación o autorrealización.

Los iniciados en NN.AA.MM. son los portadores de la «tradición iniciática», son los mensajeros que transmiten la «tradición» y sus bases son inmutables, como lo dijo el maestro Jesús: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».


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