(Parte dos)

Como observamos en el anterior artículo, no basta clasificar los sentimientos en inferiores y superiores, solo es necesario tener conciencia de lo minúsculo y elevar la emoción a su más alto grado. Es importante resaltar que vivimos en un plano de contrición, dual, donde el ser humano sufre por los deseos y emociones y, por tanto, vive aferrado a las emociones negativas.

Desde niños, por factores culturales, estamos inclinados a ser emocionales e incluso, por lo mismo, cometemos errores en el camino por este plano. Me atrevo afirmar que las emociones le han causado más daño al ser humano que los deseos. Cuál de las dos es más difícil de controlar? No se pueden eliminar de nuestra vida, pues son como el colesterol en el cuerpo humano, son intrínsecos en nosotros, solo las podemos controlar con muestras virtudes.

De tal manera nos han intimidado que nuestras vivencias se redujeron a ser vivencias de nuestro miedo, nos hicimos felinos-humanos, con las garras siempre dispuestas al ataque. Siempre dispuestas a la defensa. Aquí también desempeña un papel importante el ego y la ambición, que alimentan las emociones y los deseos, para convertirse en egoísmo.

El ser humano, desde el punto de vista psíquico, no acepta sus errores y vive en constante situación de defensa de sus actuaciones y procederes. Ejemplo: si alguien conocido pasa por nuestro lado y no nos saluda como deseamos ser saludados, nuestra glándula emocional inmediatamente segrega su líquido de rechazo y rencor contra esa persona. Los seres humanos vivimos en constante crítica, juzgamos sin ninguna medida y consecuencias.

Todavía el ser humano no ha trascendido lo «primitivo», lo tiene como uso y costumbre. Lo que nos diferencia de lo salvaje es la evolución de la cultura, pero el instinto de las «emociones» sigue intacto, con un poco de control. Como son tan íntimas, y tan propias no nos damos cuenta de su poco desarrollo. Y si lo dudan, analicemos nosotros mismos con estas preguntas: Cómo y qué sentimos? Cómo y qué pensamos de los demás? Cómo y qué vivimos? El que cree que tiene una blanca aureola sobre su cabeza, sin ningún esfuerzo, sin hacer nada, sin luchar contra sí mismo, sin haberse encontrado así mismo, está loco, es ciego y nada sabe. Es como suponer que la Gran Pirámide se hizo sola. ¿Cuál es la raíz de todo esto?

Desde que vemos la luz en este plano, desde niño, y no tenemos un buen guía: padre o instructor, que no nos llene de miedos y amenazas. Ambiciones: tienes que ser más grande que él. De emociones fuertes: ser hombre o mujer de carácter fuerte para no dejarse intimidar por nadie. Pasa nuestra niñez, nuestra adolescencia y nuestra juventud llena de emociones primitivas, y sin saber cómo controlarlas y transmutarlas. El ego no se lo permite. ¿Cómo salir de este camino escabroso? Primero, debemos tener una conciencia atenta y vigilante, es el mejor camino para reencontrarlas. No discutir mentalmente contra las «emociones» negativas. Hay que luchar contra ellas, con disciplina y constancia, sin generar otra emoción más negativa, como lo es el odio o el desprecio. Considero una actitud de vida positiva, centrada en la fraternidad, la tolerancia y el amor al prójimo. Encontrarse así mismo. Es el camino para controlarlas y transmutarlas. Sugerencias para dominar las emociones: a) La atención, consiente de todo lo que sucede. b) La memoria consiente de todo cuanto ha ocurrido y ocurre, sin esto es estéril. Atención sin memoria, es «maquinismo». c) Auto-observarnos, siempre interesados en lo que decimos, sentimos y pensamos. d) Analizar nuestras tres naturalezas y cómo funcionan: Parte física, parte emocional y parte mental.


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