En primer lugar definiremos la palabra “regular” en el campo iniciático: es toda organización iniciática que esté vinculada con lo tradicional, sin este requisito fundamental no puede existir en el sentido real una iniciación, y a este factor lo denominamos irregular.

Cuando hablamos de una iniciación regular, que es la que se vincula con lo tradicional, es donde se experimenta un segundo nacimiento, porque la iniciación, simbólicamente, es un segundo nacimiento y una primera muerte, iniciáticamente hablando. Es un renacer, restablece así esa prerrogativa de ese ser, para ser como en las primeras edades de la humanidad: un ser intuitivo, con un contacto más directo con el Ser Supremo.

El hombre actual ha perdido ese nivel de espiritualidad original, y ha caído en un mundo físico y materializado. La persona que desea ser iniciada debe tener dos aspectos importantes: intención de ser iniciado y ser aceptado por una organización tradicional. El hombre tiene que experimentar una realización interior, por medio de la iniciación, para llegar de nuevo a ese estado primordial, el cual es la plenitud y la perfección de la individualidad humana.

Hay profanos, que nadando en su error, ostentando ser unas bibliotecas andantes, se consideran personas cualificadas para introducirse en los misterios menores. En efecto, no se trata de la erudición, pues el saber profano no lo es todo para iniciarse, aquí carece de valor, pues el aprendizaje (abrir conciencia) iniciático es progresivo y con método.

Hay otras seudoescuelas iniciáticas que enviando los implementos de estudio por correspondencia, dirigen al solicitante por medio de notas escritas, como iniciarse solo en su casa. Si reflexionamos sobre esto, nos daríamos cuenta de las consecuencias lamentables que implica esta experiencia. Por lo tanto, en vez de tener iniciados virtuales, lo que tendríamos son simples profanos que se presentarían indebidamente como iniciados. Es demasiado evidente que no se puede transmitir más de lo que uno mismo posee. En consecuencia, es necesario que una organización tradicional iniciática sea depositaria de esa influencia espiritual para poder comunicarla a los individuos que se vinculan con ellas.

A falta de afiliación tradicional y regular, la transmisión de la influencia espiritual es imposible e inexistente, por lo tanto sería una caricatura de iniciación. Hay que tener en cuenta que una organización iniciática nueva y supuestamente regular no puede ser tal, de no ser que ella sea una prolongación de una organización tradicional para mantener la cadena iniciática. Una organización iniciática no puede cambiar ni incorporar elementos a sus ritos, y mucho menos prestados de otras formas tradicionales, pues sería de ninguna eficacia desde el punto de vista iniciático. Y por último, diríamos que el objetivo esencial y final de la iniciación sobrepasa la individualidad, y que es necesario la presencia de un elemento no humano para recibir la influencia espiritual, cuya transmisión constituye la iniciación propiamente dicha.


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