Los comienzos de la masonería se pierden en las noches de los tiempos. Esta tesis se sustenta en que el conocimiento existe desde que el ser humano se hizo la pregunta: de dónde vengo. Y es en esta pregunta donde nos diferenciamos del reino animal y vegetal, aunque manifiesten emociones y sensaciones, su capacidad no está en los niveles para hacerse esta pregunta y mucho menos de responderla. También podemos resaltar que el ser humano, hasta los momentos, no ha podido responder esta pregunta. Pero desde los comienzos de su razonamiento, hay algo intuitivo que lo lleva a realizar acciones para reconocer algo que está más allá de lo físico, haciendo ofrendas a lo que considera que es superior a él: al sol, pues sin su luz y calor no sería factible la vida en este planeta. De ahí que en su estado de conciencia, reconoció en este astro algo divino y a él le atribuyó sus alegrías y fracasos.

Con el transcurrir de los tiempos el ser humano en su desarrollo intelectual, y con la visita de grandes avatares a este plano, le dejaron pautas para comprender esa gran pregunta: de dónde vengo y conseguir la respuesta de: qué hago aquí y para dónde voy.

Con base en las enseñanzas de los grandes avatares crearon religiones que se regían con dogmas, ritos y reglas de comportamiento para agradar a su Dios. Siempre hay seres de conciencia más elevada y se revelan a las religiones que le exigen creer en algo sin que use su razón, solo por la fe religiosa que reza así: fe es creer en lo que Dios nos ha revelado. Se fundan instituciones donde el ser humano busca la verdad por medio de la razón, la intuición y en otro planteamiento más profundo que es la base para buscar la verdad: conócete a ti mismo, pues dentro de ti esta la verdad. ¿Pero existe la verdad? Al maestro Jesús, Poncio Pilato le preguntó: ¿qué es la verdad?, y el maestro Jesús no le respondió, pues estaba frente a ella.

Hay dos avatares que nos dejaron un mensaje muy elevado para ser comprendido por seres de corazón y conciencia abiertos: el maestro Buda nos decía las cuatro nobles verdades: 1-.El ser humano es infeliz. 2-. La causa de la infelicidad son los deseos. 3-. Si desea ser feliz, debe suprimir los deseos. 4-. Y para suprimir los deseos hay que practicar el óctuple sendero: 1- Recta concentración. 2- Recto pensamiento. 3- Rectas palabras. 4- Recta acción. 5- rectos medios de vida. 6- Recto esfuerzo. 7- Recta atención. 8- Recta concentración.

El maestro Jesús nos dejó dos mandamientos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a sí mismos. Para poder cumplir con los dos mandamientos debes practicar dos senderos: el perdón y el desprendimiento. Este sencillo escrito es para que tomemos conciencia de nuestro camino por este plano y lo sencillo que es la práctica de estas enseñanzas, y considero que es la base de la felicidad y equilibrio pleno. Esta práctica es el Nirvana o el cielo. Es la felicidad. Es estar en el medio, en el centro.

Después de plantear estas premisas de los grandes avatares, nos preguntamos: ¿es esta la verdad? ¿O es encontrarse a sí mismo, o los mensajes de los dos avatares, es lo mismo? Nuestro poder interior es el motor de nuestra felicidad. Amarnos a nosotros mismos es reconocer ese guía, es crecer con esa luz y hacer que se expanda libre desde nuestro interior hacia la fuente, que es el universo. No podemos olvidar las preguntas: quiénes somos, qué hacemos aquí y hacia dónde vamos. Y qué objetivo tiene todo este camino en este plano. El secreto de la verdad está dentro de ti. Y de seguro encontrarás la respuesta. Nadie te la dará. Si no aceptamos conocernos a nosotros mismos, nos convertimos en renegados, y nos alejamos de nosotros mismos. El ego y el egoísmo nos causan desamor, resentimiento y tristeza. Esta es la verdad del masón.


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