Visto desde el campo óptico, la obnubilación no es otra cosa que la visión de los objetos como a través de una nube. Si nos trasladamos al terreno de la psicología, su acepción se impregna del contenido mental, lo que se traduce entonces en hacer que una persona pierda la capacidad de razonar con claridad y acierto. En una aproximación centrada en los sentimientos, la obnubilación es sinónimo de embelesamiento, es decir, arrebatamiento o cautiverio de los sentidos. Y en la esfera médica se expresa como disminución del nivel de conciencia que se caracteriza por la existencia de confusión, torpeza de movimientos, lentitud psíquica y disminución de la atención y de la percepción.

Todas esas precisiones son necesarias para entender la actitud y posición que ha adoptado Rafael Ramírez Carreño, ex presidente de Petróleos de Venezuela y ex ministro de Energía y Petróleo, cuando ataca ferozmente la gestión de gobierno de Nicolás Maduro y defiende a capa y espada la “gesta” administrativa y política que llevó a cabo Hugo Chávez durante su turbulento y arbitrario mandato presidencial.

La última de sus arremetidas contra el conductor de Miraflores está contenida en un largo artículo (“Golpe de timón”) publicado en el portal Aporrea, el pasado domingo 14 de octubre. Allí resalta lo desastroso de la gestión de Maduro y revela que el sucesor de Hugo siempre ha sido un hombre desordenado, improvisado pero experto en la triquiñuela política, en los pactos, la maniobra baja, la trampa y en la compra de posiciones políticas y lealtades. Producto de lo anterior –afirma– tenemos un país mucho más desigual que nunca, un país empobrecido, un pueblo envilecido, una patria que se entrega.

Pero al referirse a su venerado jefe, todas son loas. Según él, Chávez era respetuoso de las personas, las leyes y las instituciones. En doce años de trabajo a su lado –dice– jamás lo vio levantar el teléfono para que los cuerpos de seguridad del Estado hicieran algo al margen de la ley, ni algo a favor de ningún grupo de poder. Chávez –señala Ramírez– era un jefe muy estricto en el manejo de la cosa pública y los recursos del Estado.

Tantas linduras sobre el golpista de Sabaneta producen asombro, porque lo que hasta ahora sabemos y conocemos de Chávez pone en evidencia que Maduro es su mejor réplica. Nada de lo que hasta ahora ha hecho Nicolás se distancia de las enseñanzas de su maestro Hugo. Las aparentes diferencias que se ven entre uno y otro no son más que el producto de la época de cada quien. Chávez gobernó en los tiempos de las vacas gordas y Maduro lo hace desde el mismo arranque del período de las vacas flacas.

Es más que evidente que ese respeto a las leyes, a las personas y a las instituciones jamás la tuvieron Chávez ni Ramírez con la propia Pdvsa. En las redes se puede apreciar la “tolerante e inclusiva” intervención de don Rafael, que se llevó a cabo en el auditorio de la empresa, en octubre de 2006, en la que dice:

“La nueva Pdvsa es roja, rojita (…) No es el momento compañeros (…) de que ahora nosotros nos comportemos como un gerente petrolero más o, peor aún, como un gerente petrolero que nos recuerde la vieja Pdvsa. Yo quiero que aquí ustedes se sacudan de la cabeza el tema de que alguien nos puede sancionar, o alguien nos puede criticar si nosotros expresamos a nuestro pueblo que esta empresa está cien por ciento apoyando al presidente Chávez (…) es un acto contrarrevolucionario, que algún gerente aquí pretenda frenar la expresión política de nuestros trabajadores en apoyo al presidente Chávez”.

Tampoco Hugo respetó a las personas. En ese sentido es suficiente con recordar su desfachatez cuando el día de San Valentín de 2000 se dirigió a su esposa (Marisabel Rodríguez de Chávez) por cadena nacional de radio y televisión para anunciarle que, de regreso a la residencia presidencial, “le daría lo suyo”. Fue una grosera alusión a la intimidad sexual de la pareja que ofendía a mujeres y hombres de Venezuela.

Con igual pequeñez actuó él cuando se enfrentó a los medios de comunicación social tres días después de celebrarse el referéndum del 2 de diciembre de 2007, relativo a la propuesta del régimen para reformar la Constitución. La proposición fue entonces rechazada por 50,7% de los votantes. Con su soberbia característica manifestó: «Sepan administrar su victoria, porque ya la están llenando de mierda. Es una victoria de mierda».

En el ámbito económico y el manejo de los fondos públicos encontramos muchas perlas. Veamos unas pocas a continuación. De conformidad con el artículo 318 de la Constitución, al Banco Central de Venezuela le corresponde administrar las reservas internacionales; y, según el artículo 321 del mismo instrumento normativo, debió establecerse por ley un fondo de estabilización macroeconómica destinado a garantizar la estabilidad de los gastos del Estado en los niveles nacional, regional y municipal, ante las fluctuaciones de los ingresos ordinarios.

En contra del mandato constitucional, Chávez propició la creación de un conjunto de fondos grises, en moneda extranjera, a través de Petróleos de Venezuela, el Fondo de Desarrollo Nacional, la Oficina Nacional del Tesoro y el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela, con lo cual se violó el principio de centralización de las reservas internacionales en el BCV y su manejo más estricto.

Adicionalmente, apartándose de las prácticas que llevaron a cabo otros grandes países productores de petróleo, el régimen no movió un dedo para darle cumplimiento al artículo 321 de la Constitución, antes señalado. De esa manera se desaprovechó el auge petrolero que disfrutamos entre 2004 y 2012.

Con el mismo desparpajo se actuó en el área financiera adscrita al presidente de la República. Es un hecho públicamente conocido que entre 2003 y 2007, durante las gestiones de Tobías Nóbrega, Rodrigo Cabeza y Rafael Isea al frente de las finanzas públicas, se adjudicaron en el mercado interno, sin licitaciones, notas estructuradas en dólares valoradas al tipo de cambio oficial. Esos mismos instrumentos eran luego colocados en el mercado paralelo del dólar, con un sustancial diferencial cambiario. En ese corto camino se hacían enormes ganancias que quedaban en los bolsillos de unos pocos. Así comenzó a formarse una nueva casta revolucionaria: la boliburguesía o burguesía bolivariana, algunos de cuyos miembros son bien conocidos por el ex presidente de Pdvsa, a pesar de su actual estado de obnubilación.

Debo decir que en el tintero quedaron muchas otras cosas, como los procesos judiciales amañados contra la jueza Afiuni y el general Baduel.


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