El año 2015 constituyó una fecha importante para la Organización de Naciones Unidas, pues en su seno se aprobó la denominada Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, a través de la cual los Estados miembros de la ONU persiguen tres grandes objetivos: a) erradicar la pobreza; b) luchar contra la desigualdad y la injusticia; y c) y hacer frente al cambio climático.

Para el logro de los 3 objetivos mencionados previamente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible se dividen, a su vez, en 17 áreas, cada una con un marco general de actuación para ser desarrollado por los Estados miembros de la ONU.

Particularmente interesa resaltar el Objetivo 11: ciudades y comunidades sostenibles, en el que se establece como metas aumentar la urbanización inclusiva y sostenible; garantizar a las personas el acceso a la vivienda y servicios básicos; y reducir el impacto ambiental negativo per cápita, por mencionar algunas.

El Objetivo 11 de los ODS, igualmente, aboga por el fortalecimiento de la planificación del desarrollo nacional y regional como vehículo para apoyar los vínculos sociales, económicos y ambientales positivos en las zonas urbanas, periurbanas y rurales.

Todo eso se planteó en 2015.

Más recientemente, en febrero de 2018, la Novena Sesión del Foro Urbano Mundial (celebrado en Kuala Lumpur, Malasia) no solo resaltó su compromiso por el cumplimiento de los ODS, sino que además alienta a los Estados a realizar las modificaciones y transformaciones necesarias para su implementación a escala nacional, regional y local, así como entre los más diversos actores sociales.

En caso venezolano, el Objetivo 11 de los ODS invita a reflexionar sobre los retos que afrontará nuestro país a nivel urbano e institucional en la próximas décadas. Más aún: este Objetivo 11, y los ODS en general, apuntan a la creación de pactos y consensos de gobernabilidad. Y es que no puede ser de otra manera: la ciudad es en sí misma heterogénea, diversa, y por tal razón, su desarrollo debe ser el resultado de acuerdos mínimos entre sus habitantes.

A pesar de lo ingobernable que parece Venezuela, sí creo que es importante seguir discutiendo temas que inciden directamente en el desarrollo de nuestras ciudades. El papel de los gobiernos locales y regionales; la descentralización; la creación o fortalecimiento de instancias de participación ciudadana; la inclusión de actores sociales y privados en la gestión pública; todos ellos son temas que a mediano o largo plazo deberán ser retomados para su discusión y análisis, y que necesariamente forman parte de los aspectos que eventualmente serán la piedra angular del desarrollo de nuestras ciudades.

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