¡Qué pena con ese señor! La semana que acaba de terminar estuvo llena de situaciones que ratificaron ante el mundo la verdadera naturaleza, las alianzas y, entre otras cosas, la enorme hipocresía de la dictadura venezolana. Nueva York es la capital económica, con fuerte impacto en la política, de Estados Unidos y en la economía del mundo entero. Por algo funciona allí la sede de las Naciones Unidas. Sin embargo, a pesar de la evidencia de lo señalado, Maduro tratando de generar expectativas favorables con relación a su visita, con un “voy o no voy” porque “me pueden asesinar”, consiguió hacer uno de los ridículos más impresionantes de los que tengamos memoria.

No contento con eso regresó diciendo que su presencia en la ONU fue todo un éxito, una gran victoria para Venezuela. Uno termina por no saber si es o se hace, o si lo mandan otros que desean ponerle punto final a su mandato, lo cual me cuesta aceptar. Las últimas semanas han sido páginas negras para la historia del presente actual. Entre el cuento chino derivado de su lamentable visita y acuerdos no precisados con ese gobierno y la presencia en Naciones Unidas, no nos queda otra que trabajar para que esto termine cuanto antes.

Están por cumplirse 20 años del inicio del llamado “Socialismo del siglo XXI”. La dupla Chávez-Maduro fue cerrando todas las posibilidades de solución.

Hemos dicho muchas veces que los males del país están sobrediagnosticados. De lo que se trata ahora es de acelerar el conclusivo final. Definitivamente no hay vía electoral para tal fin. Ni ahora, ni en enero, ni para cuando a la dictadura le dé la gana de protagonizar otro de esos fraudes a los que nos tiene acostumbrados, a pesar del repudio nacional e internacional. Llegamos a estas dramáticas conclusiones teniendo en cuenta las constantes agresiones de los más calificados voceros de la dictadura.

Supuestamente la constituyente castrista aprobará una nueva constitución al estilo cubano de los comienzos de la revolución, para terminar de liquidar cualquier posibilidad de alternabilidad democrática. La idea es imponerla a como dé lugar, pero ya empiezan a levantarse voces “opositoras” anunciando su disposición a ir a un referendo para impedir su aprobación. Otros hablan del final del período de Maduro en enero del próximo año, olvidando que el tipo se reeligió con el fraude de mayo pasado y se juramentó para el próximo ante la constituyente.

La unidad democrática puede ser dinámica y hasta diferenciada, pero sin objetivos claros no funciona. Llegó la hora de la verdad para todos. La idea no es cuidar espacios municipales, ni convivir con el régimen. Es liquidarlo.

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