“Él me mintió. Él me dijo que me amaba y no era verdad. No me amaba, nunca me amó”. Nicolás Maduro mintió, como dice la canción de Amanda Miguel, un éxito en la década de 1980. Su principal promesa electoral fue la recuperación económica a través de la reconversión monetaria, y a casi tres meses de su implementación, estamos cada vez peor. Sí, nos mintió.

El bolívar soberano de Maduro lo que ha resultado es un soberano disparate. Antes de nacer, el pasado 20 de agosto, ya llevaba consigo una inflación implícita impuesta por el mismo gobierno. La moneda de más baja denominación es de 0,5 bolívares, es decir, que de entrada ningún precio bajaría de 50.000 bolívares fuertes. Nos estafaron. Eso fue un atraco a mano armada, con premeditación y alevosía. Si con el bolívar fuerte los precios eran inaccesibles, con el nuevo cono monetario se fueron a la estratosfera. Se burlaron de nosotros en nuestra propia cara. Se reían cuando decían: “¡Qué bueno que regresa la puya!”, cuando en realidad lo que pasaba era que cada día tendríamos que pagar mucho más por lo que consumiéramos.

La Asamblea Nacional da cuenta de un aumento de precios en octubre por el orden de 148,2%, siendo la inflación diaria de 3% y la anualizada de 833,9%, mientras que las proyecciones para el cierre de año del Fondo Monetario Internacional se estiman en 1.000.000%. No somos un país con alta inflación, sino que tenemos una hiperinflación galopante que crece todos los días.

Los venezolanos cada vez comen menos. De acuerdo con el último reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura, el país aporta 1,3 de los 1,5 millones de personas en la región con nuevos problemas estructurales en su ingesta cotidiana de calorías. En los últimos 7 años el hambre y la malnutrición se han triplicado en el país, y ha pasado de 3,6% a 11,7 %. Estas cifras, que reflejan la realidad que vivimos a diario, están muy lejos de la Venezuela potencia que nos pinta el gobierno.

No son solo números, estadísticas. Es innegable que cada vez hay más hambre y miseria en nuestro país. Una vez más, Nicolás Maduro está raspado. Se autoproclamó como el ideólogo del ajuste económico que hoy nos ahoga. Algo nos ha quedado muy claro: él nunca fue a una clase de economía. Nos mintió.

En su creación soberana le quitó cinco ceros a la moneda para vender la sensación de que las cosas mejoraban porque las cifras eran más manejables, verbal y psicológicamente. Pero es tanto el soberano disparate que tiene montado, que los cambios de precios se dan en horas. Le echa la culpa a una guerra económica de la derecha cuando la verdad es que en nuestro país no se produce ni un alfiler desde que la mayoría de las empresas fueron expropiadas por el gobierno. Lo mismo sucede con los servicios públicos, cuyo pésimo funcionamiento ahora intenta justificar diciendo que son ataques de la ultraderecha, olvidando la confesión letal que hiciera hace unos meses el mismísimo presidente obrero: los números de las 70 empresas más grandes del país en manos del gobierno están en rojo.

En Venezuela todo está dolarizado, menos el salario. El único que se niega a reconocerlo es Maduro. Se empeña en negarlo todo aunque la realidad le explote en la cara todos los días. Claro ejemplo de ello son las recientes contradicciones entre lo que él dice y las declaraciones de Tarek William Saab sobre las remesas. Maduro insiste en invisibilizar a los más de 3 millones de venezolanos que han migrado a otras tierras huyendo de esta hecatombe, pero el fiscal asegura que tienen “70 órdenes de aprehensión por las remesas ilegales ubicadas en el extranjero… son 150 y 200 millones de dólares al mes en perjuicio de la nación, al año serían fácil 1.000 millones de dólares”. Presidente, por lo menos pónganse de acuerdo. Si usted insiste en que la diáspora es un invento de la derecha, entonces, ¿de dónde salen esas millonarias remesas? O usted está equivocado o regañe al fiscal porque le está echando la burra pa’l monte.

Llegamos al llegadero y todavía ni siquiera ha entrado en vigencia el aumento de la gasolina. Estaba previsto para principios de octubre. Se hicieron todas las pruebas de la tecnología a aplicar para controlar el contrabando de combustible y canalizar un subsidio para los usuarios. Todo quedó en el limbo. De ese tema nunca más se ha hablado, pero la inversión en los aparaticos ya se hizo, ese negocio alguien se lo ganó. ¿Por qué el hacedor de nuestra ruta económica aún no se decide a implementar la medida? Si eran tan necesarios los precios internacionales para acabar con las mafias de contrabando que tanto daño le hacen a la industria petrolera y a nuestro país, ¿por qué la demora? ¿Será un reconocimiento implícito del fracaso del paquete por parte del presidente? ¿A cuánto llegarían los niveles de hiperinflación si a los que ya tenemos se le agregan los incrementos generales que traen consigo un aumento de la gasolina?

Los venezolanos ya no aguantan la pela. No en vano han aumentado los casos de personas con depresión, algunos por la incertidumbre de no saber si podrán comer al día siguiente, y otros por la soledad en la que viven porque sus familiares han tenido que irse del país. Sobrevivir aquí es para guapos. Mantener la cordura es toda una hazaña. “Él me mintió. Él me dijo que me amaba y no era verdad. Él me mintió”. Sin duda, el presidente está como ese gran amor de Amanda Miguel. Nicolás Maduro mintió.

Blog: [email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!