Pocos, muy pocos escritores construyen su literatura sobre lo vil y despreciado, y, de esos pocos, casi ninguno lo hace con la maestría, soltura y capacidad literaria como el ya considerado analista de la “neurosis social de América”, Norman Mailer, un genio desadaptado de la sociedad, que bien puede escribir novelas sadomasoquistas o igual ensayos cargados de mucha lucidez.

Hijo de una familia judía de clase media, Norman Kingsley Mailer nació en 1923 en Long Branch, Nueva Jersey. Se crio en el distrito de Brooklyn en Long Island, Nueva York, y fue a los 18 años de edad cuando publicó su primer relato, mientras aún cursaba sus estudios de ingeniería aeronáutica en la Universidad de Harvard.

Es en ese periodo de su vida y en plena consciencia de su interés por la escritura, cuando es reclutado por el ejército de Estados Unidos para servir durante la Segunda Guerra Mundial para ser utilizado por su país en el sur del océano Pacífico, de esta experiencia nace su primera novela, de corte naturalista y la que lo colocaría en el plano internacional literario: Los desnudos y los muertos (1948), con la que consiguió dar una visión grotesca de la guerra y marcó su crítica ácida contra el autoritarismo antidemocrático de cierto sector oficial del ejercito norteamericano.

Luego de haber publicado ya su primera novela, Mailer pasó algún tiempo en la Sorbona de París, lo que le permitió contemplar de manera lúcida el totalitarismo inherente en las estructuras de poder en Estados Unidos, y ya de regreso en su país, se mostró sumamente crítico tanto en sus ensayos, relatos y textos de ficción a estos totalitarismos; examinando de manera magistral la violencia, la histeria, el delito y la confusión en la sociedad estadounidense durante el siglo XX, lo que lo catalogó como un escritor antisistema.

El periodismo fue parte esencial de su vida, desde su juventud estuvo vinculado a este, y a finales de la década de los cincuenta es uno de los miembros fundadores del semanario neoyorquino Village Voice y además miembro del consejo editorial de la revista Dissent, lo que lo aproximó a su consolidación como periodista político, muestra de ello es que gran parte de su obra es de esa misma naturaleza.

En 1967 fue arrestado por su participación en las manifestaciones anti-Vietnam de ese año, estuvo encerrado poco tiempo, no era fácil mantenerlo callado y como consecuencia un año más tarde publica la novela Los ejércitos de la noche, que mereció el Premio Nacional del Libro, el premio de la Universidad de Long Island y por primera vez (recibiría otros más tarde), el prestigiado Pulitzer.

Escribió además sobre temas trascendentes en la historia, registrándolos como fiel testigo: la llegada del hombre a la Luna, con Un fuego en la Luna; el creciente feminismo de la década de los setenta, con El prisionero del sexo; la muerte del asesino Gary Gilmore, con La canción del verdugo; la CIA, con El fantasma de Harlot; obras que lo han catalogado, junto con Truman Capote, como el gran innovador del periodismo literario, pero con la característica impresa de Mailer: su amargura ante la sociedad con la que plasma su filosofía liberal.

Su talento no solamente quedó plasmado en la literatura, también abarcó el cine como guionista, director y actor en varias películas, además de alcanzar una excelente reputación como biógrafo de personalidades diversas tales como: Marilyn Monroe, Pablo Picasso y Lee Harvey Oswald, las cuales tuvieron buena acogida por parte del público conocedor.

En todo momento Mailer fue un excelente analista de la sociedad norteamericana, un fiero crítico de los sistemas de poder prevalecientes en su país, un inquebrantable machista dispuesto al masoquismo, un hombre vulgar que utilizó el lenguaje de manera burlesca pero atinada y muy apropiada, un filósofo ruin pero efectivo, un loco que le gritó a su patria que era una desadaptada y puta social, un artista fuera de serie que probó todo lo que plasmó en su obra literaria.

Un escritor inteligente, basto, magistral, ácido, pelado, crítico, picante, trastornado, frenético, sadomasoquista, violento, pornográfico… la literatura de Norman Mailer es todo esto y muchísimo más, pero, sobre todo, es una constante advertencia a nosotros mismos de lo mal que hemos actuado en busca de una supuesta libertad.

Y es que, hasta el último día de su vida, a Norman no dejaba de inquietarle la dirección que Estados Unidos mantenía en el ámbito político según sus propias apreciaciones; le preocupaba que en su país no estaba muy lejos de instaurarse algo parecido al fascismo, pero que jamás llevaría ese nombre.

Sumergirnos en la literatura de Norman Mailer nos llevará al punto crítico de la reflexión, ahí donde el raciocinio toma lugar para encauzarnos a un diálogo continuo que parte de nosotros para con los demás, con el objetivo de construir puentes sólidos, firmes, y dejar a un lado la podredumbre en la que descansa buena parte de la sociedad y que literatura tan desafiante y mordaz, como la de este estadounidense, deja al descubierto.

Sus libros son un recordatorio de lo bueno y malo que puede llegar a ser el individuo en situaciones tan diversas como la vida misma, su lectura nunca nos dejará indiferentes, muy por el contrario, nos proveerá de una mente mucho más lúcida y llena de vida.


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