La situación venezolana es bastante particular. Lo primero que debemos tomar en cuenta es eso; los casos de otros países, útiles como referencias, no son más que aproximaciones a lo que podría ser una intervención en Venezuela. Como se ha explicado anteriormente, los casos de Panamá, Grenada e Irak son muy distintos al venezolano. La situación de Irak, sin embargo, podría aproximarse en términos estratégicos porque se acerca un poco más al tamaño de Venezuela, mientras que Panamá es aproximadamente 12 veces más pequeña que la nación caribeña, si bien estas dos nacionales comparten en común una mayor afinidad cultural. Algunos analistas han afirmado que Venezuela se rendiría y el combate lo ganaría Estados Unidos en pocas horas, pero eso sigue siendo pura especulación. La verdad es que nadie lo sabe con exactitud.

La intervención militar, hoy en día, cuenta con el apoyo de importantes grupos políticos y económicos de Venezuela y el resto del mundo. Una buena parte de la sociedad ciudadana también respalda la invasión, en respuesta a la frustración y desespero que vive el venezolano día tras día. Aunque se sigue pidiendo una salida negociada a la situación en Venezuela, la prolongada crisis en Venezuela ha hecho que muchos se convencieran de que no hay otra salida para el país. La crisis que comenzó hace años se ha profundizado y no parece que terminará pronto. En el mundo vemos posiciones divididas: unos apoyan la acción militar extranjera en Venezuela, mientras que otros la rechazan contundentemente.

Entendiendo que solo estamos tomando un caso histórico como referencia, muy diferente al venezolano, entonces podemos proceder a hacer una aproximación. Panamá fue invadida militarmente en diciembre de 1989, de forma relativamente sorpresiva. Noriega, tres horas antes, fue advertido de la invasión y no tomó cartas en el asunto porque no creyó que la invasión ya era inminente. Entre diciembre de 1989 y los primeros meses del año 1990, entre 3 mil y 25 mil muertos fue el saldo de la invasión a Panamá, muchos de ellos civiles. Entre las estadísticas oficiales del gobierno y las de las ONG ha existido una gran brecha, como podemos ver. No todos los muertos fueron panameños: por lo menos 23 de los muertos en la invasión militar de Panamá fueron estadounidenses, según Eric Farnsworth, ex funcionario oficial del Departamento de Estado para Panamá.

El costo humano de la intervención militar en Venezuela es alto y se tendrá que asumir, si se termina asumiendo que esa podría ser la salida a la crisis del país. La presión sobre el próximo gobierno de Venezuela tendrá que ser fuerte; no se puede permitir que, después de una crisis tan dura y prolongada, los mismos vicios políticos se repitan. Recuerden que no solo se trata de cambiar de rostros, sino de instituciones. La economía venezolana tiene que ser saneada. Las instituciones tienen que depurarse. Es responsabilidad de los ciudadanos exigir que el próximo gobierno respete el Estado de Derecho y los principios democráticos occidentales.

El proceso de transición en Panamá fue duro y largo, aún después de que Noriega se rindiera. En los primeros años posteriores a la invasión, aumentó la criminalidad, el narcotráfico y la corrupción. Como cuenta Lee Hockstader en The Washington Post (1990), los problemas sociales de Panamá aumentaron luego de la invasión, aunque inicialmente un sector de la población aplaudió la captura de Noriega y la llegada de las fuerzas militares estadounidenses. La violencia en Panamá se salió de control. El financiamiento externo de emergencia fue constante. Una pregunta a los ciudadanos venezolanos: ¿se han visto en ese espejo? Por lo menos por unos cinco o diez años, ese podría ser el pan de cada día en nuestro país. Una realidad tan lamentable como la actual.

En Venezuela, algunos han tratado de vender que la intervención militar sería la salvación de los venezolanos. Lo que no dicen es que las potencias no actúan de forma desinteresada y que nadie sabe con exactitud qué costos puede tener una invasión: económicos, estratégicos, humanos, políticos, etcétera. La experiencia histórica nos cuenta que las cosas empeoran por unos años más, hasta que por fin se ve un cambio. Cuatro años después de la invasión en 1989, Estados Unidos encendía las alarmas nuevamente por el alarmante auge del narcotráfico en Panamá. Todd Roberson, en enero de 1993, escribió en The Washington Post, que altos cargos del gobierno de Endara estaban involucrados en el negocio de la droga con los carteles de Colombia. ¿Y entonces para qué se hizo la intervención?

Los marines, aunque mitificados en Venezuela, no son perfectos. Después de todo, son humanos y también se equivocan. En la Panamá de 1989, cometieron varios errores tácticos e incluso se filtró información sobre sus intenciones, como lo demostraron Molly Moore y Rick Atkinson en el diario estadounidense The Washington Post. Además, se les pasó la mano con el ataque a civiles desarmados. A los venezolanos hay que recordales que en el caso de una invasión, los agentes extranjeros tienen que cumplir objetivos y no tienen tiempo para determinar si tienen frente a ellos a un funcionario del gobierno o a un opositor.

Sin embargo, como reconocen Molly Moore y Rick Atkinson, los errores cometidos por los marines en 1989 fueron menores a los cometidos en Grenada, seis años antes. Tenemos razones para pensar que una intervención militar en Venezuela podría ser mejor calculada que las de Grenada y Panamá; han pasado tres décadas desde entonces. Pero también podemos pensar lo contrario: las intervenciones en países como Irak se salieron de control. ¿Cómo sería una intervención militar en Venezuela? El territorio de Venezuela es más grande que el de Irak y mucho más grande que el de Panamá -aproximadamente 12 veces más grande -. No lo sabemos con exactitud, pero en caso de suceder, esperemos que sea un proceso menos doloroso y traumático que el panameño.

Una intervención militar, por más que busquen eufemismos para que suene políticamente correcto, no es ningún juego. Muchas personas van a morir y serán el sacrificio “necesario” para consolidad cambio político. También hay que decir que muy probablemente pasarán años para que los problemas reales del país se resuelvan, si tomamos en cuenta lo sucedido en Panamá y otros países. Tenemos razones para dudar que esa cacería de brujas que algunos prometen, no será algo más que eso: una promesa. En Panamá, más allá de los altos cargos procesados, muchos lograron disfrutar sus fortunas y continuaron en el negocio del narcotráfico. Si la lucha contra la corrupción y el narcotráfico fue un fracaso en Panamá, por lo menos durante los primeros años, ¿entonces cuál fue el verdadero motivo? Panamá, además, funciona hoy como paraíso fiscal y las élites corruptas del mundo depositan allí su dinero.

A la larga, la intervención militar generó rencor en un sector importante de la sociedad panameña, como lo demuestran diversos artículos de opinión e informes de inteligencia estadounidenses. En una Venezuela tan violenta y llena de carestias, la crisis de gobernabilidad de ese gobierno posterior a una invasión podría ser grande. ¿Están conscientes de eso aquellos que piden una invasión militar y tienen suficiente dinero para no arriesgar sus vidas en Venezuela? El cambio se podría ver en Venezuela, pero en 5 o 10 años. El resultado inicial, muy probablemente, será de destrucción. 

¿Qué precio estamos dispuestos a pagar, además del tiempo que nos tomará recuperarnos, estimado con base en casos previos de intervenciones militares? Aquellos lugares que usted todavía visita, a pesar de la falta de mantenimiento, podrían desaparecer. Esa comida que usted, para bien o para mal todavía come, podría desaparecer por meses. Las escuelas, los hospitales, las torres de oficinas, los conjuntos residenciales, etcétera. Todo puede ser barrido con una intervención militar. Todo lo que usted todavía tiene y que se podría recuperar en algún futuro, podría desaparecer para siempre con una sola bomba. Esos amigos y familiares que todavía le quedan en Venezuela podrían ser futuros desaparecidos, mientras que usted se da cuenta que una buena parte de la élite corrupta vive hasta mejor que antes.

La gente que pide una intervención militar en Venezuela está profundamente decepcionada del país y sus élites. El venezolano se siente roto por dentro y la crisis que se agudiza todos los días lo ha hecho perder las esperanzas. ¿Cuánto tiempo llevan los venezolanos esperando un cambio? Una intervención militar es costosa y la recuperación posterior puede ser lenta, pero también ha sido lento y costoso todo lo que Venezuela ha tenido que atravesar en los últimos años. Lo que queda claro es lo siguiente: Venezuela está pasando por momentos difíciles y podría perder más de lo que ya ha perdido. 

Hay que decirlo: los países no tienen amigos, sino intereses. Más allá de un cambio político, también en Venezuela se juega la soberanía nacional. Estados Unidos, en caso de intervenir a Venezuela, lo hará para proteger sus intereses estratégicos. Y lo mismo harían, lógicamente, otras potencias como China, Rusia, etcétera. La visión fantasiosa e idealista de países salvadores tiene lugar en la mente de personas sesgadas y fácilmente influenciables.

Vuelvo a repetir que el caso de Panamá era muy diferente al venezolano y que solo sirve como referencia. En primer lugar, la intervención fue justificada por los Tratados del Canal de Panamá. En segundo lugar, varios oficiales estadounidenses habían sido agredidos y amenazados, razón por la cual se actuó en legítima defensa de los ciudadanos de Estados Unidos. En tercer lugar, hace pocas semanas había tenido lugar un fraude electoral en Panamá. La oposición panameña, mucho mejor organizada y articulada que la venezolana, estaba preparada para tomar el poder en Panamá en un gobierno de unidad nacional con los sectores que habían sido opositores a Noriega.

La anarquía, si bien se vio en Panamá después de la invasión en 1989, no fue tan severa como la que se espera en Venezuela. La violencia en Caracas está fuera de control y las fracturas sociales son más que evidentes. El gobierno de Venezuela tendrá que lidiar con un repunte de la violencia y las tensiones entre grupos sociales, no solo por unas semanas, sino por largos meses y años. Así ha sido en los otros casos de transición. La de Panamá fue, en realidad, una de las menos complicadas.

En 2017, Eric Farnsworth, actual vicepresidente del Consejo de la Américas Americas y ex-funcionario oficial del Departamento de Estado para Panamá (1990-1993), escribió en The Washington Post que lo mejor que pudo hacer Noriega en Panamá fue perder el poder. Años después de la intervención militar en Panamá se vieron cambios interesantes en el país. No fue sino hasta el año 2000 que Panamá pudo ejercer una soberanía más plena sobre el Canal de Panamá, donde Estados Unidos había mantenido por años una importante presencia militar. En caso de una intervención militar, el panorama a largo plazo en Venezuela no es negativo, pero la transición podría tomar entre 5 y 10 años, por lo menos.

La responsabilidad de lo que vaya a pasar en Venezuela cae en manos de todos los que han sido cómplices de esta situación. Esta tragedia puede pararse a tiempo con la ruta de la negociación política, también aplicada en Panamá en 1989 y otros países latinoamericanos a lo largo del siglo XX. Uno sabe que en un proceso de diálogo nadie obtiene todo lo que quiere. El diálogo, lamentablemente, implica que tenemos que ceder. Si bien es cierto que nadie sale totalmente conforme de un diálogo, los intereses de la nación deben estar por encima de los partidistas o personales.

Ustedes a tiempo de reflexionar y evitar la pérdida de tantas vidas humanas en Venezuela. Uno tiene que ver más allá de sus intereses. ¿Dónde ha quedado el lado humano y patriota de los políticos de este país? Las élites venezolanas tienen en sus manos la solución menos traumática a nuestros problemas. Los partidos políticos están a tiempo de detener esto. ¿Qué es lo más importante: Venezuela o nuestras pretensiones? Estamos perdiendo el país. Si perdemos el país, todos salimos afectados, más allá de nuestros intereses personales.

Artículos consultados de The Washington Post para la redacción de este artículo de opinión (en inglés):

Molly Moore and Rick Atkinson, 1989 https://www.washingtonpost.com/archive/politics/1989/12/29/despite-problems-invasion-seen-as-military-success/1529b511-2618-4177-8f63-0a90bf81a223/?utm_term=.c8810b871a44 

Lee Hockstader, 1990 https://www.washingtonpost.com/archive/politics/1990/12/16/in-year-since-us-invasion-panamas-problems-mount/e62d6e44-d014-4b82-b6e8-e915d967a26b/?utm_term=.97030b1607c9 

Todd Roberson, 1993 https://www.washingtonpost.com/archive/politics/1993/01/31/us-sounds-alarm-on-drug-linked-corruption-in-panama-again/06b18051-c88d-43ac-b299-f13e67cabe62/?utm_term=.ed2015d5735c 

Eric Farnsworth, 2017 https://www.washingtonpost.com/news/global-opinions/wp/2017/05/31/the-best-thing-manuel-noriega-ever-did-for-panama-was-to-lose-power/?noredirect=on 


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