Nicolás Maduro, irresponsable como es, se ha valido una vez más del poder que usurpa para, con la lamentable presencia del ministro de la Defensa y del Alto Mando Militar, exponer a los venezolanos en una reunión de trabajo sobre la supuesta planificación de unos ejercicios militares, a realizarse en el mes de febrero próximo con motivo de la conmemoración de los doscientos años del Congreso de Angostura, intentando demostrar que la Fuerza Armada Nacional está en capacidad de rechazar la amenaza de una posible intervención militar multilateral, que se estaría gestando como consecuencia de la grave crisis generada por el catastrófico gobierno que presidió, la cual amenaza con desestabilizar todo nuestro hemisferio, así como la usurpación de la Presidencia de la República. De todos es sabido, además, que esa presidencia, la cual él pretende detentar, es desconocida tanto interna como internacionalmente, por ser el resultado de un proceso electoral plagado de fraude e irregularidades.

El almirante Remigio Ceballos presentó en un mapa de Venezuela las posibles vías de aproximación de lo que sería una invasión multilateral de una alianza militar entre Brasil, Colombia y Guyana, con el apoyo de Estados Unidos. El colmo fue escuchar a Nicolás Maduro decir, sin sonrojarse, que la Milicia venezolana tiene sobre las armas a 1.600.000 efectivos armados y entrenados. Este espectáculo coincide con un video que circula en las redes, realizado por asesores venezolanos y cubanos, cuyo objetivo es el de engañar a los venezolanos haciéndoles ver que la Fuerza Armada Nacional tiene una suficiente capacidad militar para derrotar esa posible alianza.

Responsablemente mantengo, con absoluta firmeza, que jugar a la guerra, provocando una situación tan grave que comprometería seriamente nuestra soberanía, con el objeto de hacer creer a los venezolanos que se cuenta con una capacidad militar que pueda contrarrestar una acción de esa magnitud, es, realmente, un acto de traición a la patria. Lo más lamentable fue ver a unos profesionales militares que sí conocen muy bien la situación de precariedad en la cual Nicolás Maduro ha colocado al país en general y a la Fuerza Armada en particular, se hayan prestado para secundar ese reprochable sainete, sin reparar en los graves riesgos que comportaría esa posible invasión multilateral. El general Padrino y el Alto Mando Militar, en lugar de prestarse para continuar respaldando la usurpación de la Presidencia de la República por Nicolás Maduro, sin importarle el riesgo que una acción de ese orden podría tener para Venezuela, deberían presionarlo para que plantee una solución electoral a los venezolanos, en condiciones reales de equidad, ecuanimidad y justicia, totalmente aceptables por todos los actores políticos, a fin de superar esta inmanejable tragedia, en la cual ha sumido al país. Hoy, nadie duda que mientras Nicolás Maduro permanezca en Miraflores, Venezuela no tiene destino ni esperanzas. Por otra parte, pretender repetir el guión patriotero utilizado por otros dictadores, de utilizar la guerra, invocando el nacionalismo para desviar la atención y nuclear la opinión pública a su favor, ya no surte el efecto deseado. Recuerden la tragedia de Argentina y la dolorosa actuación del general Leopoldo Galtieri.


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