En Venezuela es fundamental emprender un plan de rescate económico. La crisis económica que atraviesa el país hace imprescindible el poner en acción un conjunto de medidas para cambiar el rumbo trágico que lleva nuestra economía. Indudablemente, entre esas decisiones está el tema fiscal. Hoy el desastre fiscal venezolano es uno de los responsables de que el BCV deba financiar los resultados deficitarios del Estado.

Debemos recordar que tras la fuerte crisis en los precios del petróleo de la década de los noventa, en el primer año del gobierno de Hugo Chávez (1999) sonaron con fuerza las propuestas de introducir un conjunto de reglas fiscales para manejar los fondos producto de la exportación petrolera, pero como a partir de ese año el precio del petróleo comenzó a crecer de nuevo, nunca se implementaron ni se volvieron a mencionar. ¿Por qué no pensar nuevamente en ellas como parte de un plan económico que debe tener entre sus principales objetivos una profunda reforma fiscal en el país?

¿Qué son las reglas fiscales?, podríamos decir que son una forma de programación de la política fiscal. Son un conjunto de normas explícitas que establece un país sobre su política fiscal. Estas reglas fiscales pueden ser las tan necesarias en Venezuela reglas legales-instituciones como también las cuantitativas. Las primeras pueden contemplar las leyes orgánicas de presupuesto, las normas de transparencia y rendición de cuentas, los procedimientos para la preparación, discusión y aprobación de los presupuestos anuales, etc. Las segundas buscan establecer restricciones o metas a determinadas variables, como el resultado fiscal (por ejemplo, mantener equilibrio presupuestario, un límite al déficit fiscal total o primario), gasto público, endeudamiento, etc.

¿Cuáles son los objetivos de las reglas fiscales? Básicamente son generar disciplina, transparencia y credibilidad fiscal, sostenibilidad de la deuda pública, estabilidad macroeconómica y controlar el tamaño del sector público. En el mundo son muy utilizadas. Para el año 1990 apenas 5 países tenían reglas fiscales; en la actualidad, más de 80 las tienen. En la región, Argentina, Brasil, Colombia, Perú, México, Panamá y Chile tienen reglas fiscales, sin embargo, las de este último país son las que tal vez pueden servir como un excelente ejemplo.

Chile ha seguido una regla fiscal (desde 2001) basada en el equilibrio fiscal estructural ajustado tanto por los ciclos económicos como por los del cobre (principal producto de exportación de ese país). Desde el comienzo de la puesta en práctica de la regla fiscal, las autoridades chilenas se propusieron mandar un mensaje claro de disciplina fiscal, por lo que la ejecución del presupuesto a lo largo del año fiscal debe ceñirse al cumplimiento de la regla. La regla les ha permitido hacer política contracíclica (gastar más en momentos de caída de los precios de las exportaciones) y adicionalmente reducir no solamente la volatilidad del gasto del gobierno central consolidado, sino también la del crecimiento del PIB y el spread por riesgo soberano. También contribuyeron a que Chile redujera significativamente su deuda pública y acumulara activos a largo plazo en un fondo soberano.

Existe suficiente literatura, en cuanto a reglas fiscales en países dependientes en alto grado de los ingresos por la explotación de petróleo, que recomienda que estos países escojan como regla pertinente un agregado presupuestario como el resultado primario que no incluya los ingresos ni gastos provenientes del sector petrolero.

Para alcanzar las bondades de las reglas fiscales (y de la reforma fiscal) es primordial lograr el consenso político-social y blindarlas con una institucionalidad de calidad. Credibilidad, transparencia, sostenibilidad, coherencia y compromiso solo se alcanzarán si la sociedad y su clase política entienden la regla fiscal (la reforma fiscal) y su importancia para el país.


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