Dedico el presente artículo, gracias a El Nacional, al general de Brigada (Aviación) Miguel Sisco Mora y al teniente Carlos Lozada Saavedra, que forman parte de nuestros valientes oficiales patriotas que, más allá del grito banal “leales siempre, traidores nunca”, decidieron actuar fieles a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la que están obligados a cumplir y hacer cumplir, específicamente en su caso según el artículo 328. Junto al pueblo venezolano, también estamos obligados todos a “colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia (artículo 333). Más allá incluso de la soberanía de nuestra nación, Latinoamérica está moralmente obligada con el legado y doctrina libertaria y justiciera de nuestros auténticos paradigmas: Miranda y Bolívar: “Muera la tiranía, viva la libertad”. 

Recapitulando el anterior artículo «¿Dónde está Miranda? (III)» y cumpliéndose este domingo 14 de julio 203 años de su paso a la inmortalidad, dedico también desde nuestra Cátedra  Internacional por la Libertad Francisco de Miranda el análisis que haré a continuación,y que pretende ser un «rápido sobrevuelo», según me permite el tiempo y espacio de este artículo.

Una visión desde la perspectiva geopolítica mundial, dentro de la situación de reales de amenazas a las que estamos obligados a dar respuesta aliada conjunta y oportuna, en el mundo del aquí y del ahora, tenemos que preguntarnos ¿en qué mundo nos encontramos hoy? ¿Mundo de guerreros o de mercaderes? Esa podría ser una pregunta reiterativa que ha surgido, porfiadamente, en varios momentos de nuestra historia. A consecuencia del fin de los muy costosos conflictos bélicos que desequilibraron temporalmente nuestro mundo, volvió este a equilibrarse, mediante poderes preexistentes, surgimiento de nuevos poderes, y poderes en proceso de evolución y recomodos, dentro del concierto mundial de naciones de nuestro planeta. 

Resultado del fin de la Segunda Guerra Mundial, como sabemos, surgió un nuevo equilibrio de poderes. Un nuevo status quo instaurado que, cual temblores menores como réplicas del terremoto mayor que aquello significó, nos fue conduciendo progresivamente a un mundo en recuperación, dentro de una abierta competencia del sistema de Europa Oriental y el de Europa Occidental; intentando cada una renacer bajo dos modelos económicos contrapuestos, lo que fue marcando la dinámica del clima de confrontación y competencias dentro de la bautizada como época de la guerra fría.

Japón y Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial, en los dos continentes más afectados y con dos procesos muy distintos, reconstruían sus economías. Otras partes de Asia entrarían luego en conflictos con intereses del mundo occidental tales como Vietnam y Corea. Desde la extinta Unión Soviética se apoyaron procesos de instauración del comunismo como el cubano en nuestra región y Estados Unidos centró su atención en los procesos del Medio Oriente. Región de reservas y producción energética petrolera geoestratégica en el paso de Europa hacia la vital y temible Asia. Por ello, más que influir dio apoyo y se involucró directamente en sus conflictos, como el de Afganistán por ejemplo, donde recordamos a los rusos que pretendieron controlar tal posicionamiento geoeconómico y geopolítico, para el manejo de sus intereses en esa parte del globo, como lo que hoy asume con el control de Crimea y el puerto de Sebastepol, por ejemplo.

Del fin de tal historia vemos, con la caída del Muro de Berlín y la culminación de tal guerra fría a esta parte, que el teatro de economía que significó y continúa significando la región latinoamericana para Estados Unidos, al solo implementar una política de contención del comunismo, por distintos métodos, incluyendo las tristemente famosas dictaduras latinoamericanas, no nos ha permitido una mayor y mejor estrategia de desarrollo económico político para, más allá de la política extractiva y de puertos, desarrollar economías complementarias y alianzas indestructibles para el desarrollo de sistemas institucionales que garanticen el combate eficaz de los flagelos que las mafias internacionales de la droga, el narcolavado, el terrorismo, la trata de personas y manipulación de sus mentes.  Todos crímenes de lesa humanidad se están fortaleciendo hoy desde Venezuela para afectar a toda Latinoamérica. Sufrimos la ausencia de una política de mediano y largo plazo para acabar de una vez por todas con la latente amenaza comunista. Estamos obligados a construir un continente de mayor progreso socioeconómico, y por tanto de fortaleza hemisférica, para el mundo que nos deparará más temprano que tarde, seguramente, los nuevos sismos que tendrá la humanidad que superar. Sea negociando en un mundo de mercaderes, sea batallando en un mundo de guerreros,  por el bien de los valores más sublimes del ser humano es lo que a todos los hombres libertarios, que es igual a decir mirandinos, nos toca.

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