La política venezolana es caótica e impredecible, siempre está en movimiento y transformación. La diversidad es característica de la naturaleza, es imposible que todo sea igual o que pensemos de la misma manera o que las leyes nos hagan comportarnos de forma parecida. Al fascismo a la venezolana le gusta ir en contra de la realidad y que reaccionemos en paz ante la tragedia que nos impone Maduro.

Los físicos plantean que las matemáticas permiten la existencia de más de un universo al mismo tiempo y que en ese que vivimos –en otro universo– alguien lo percibe de manera diferente. En ese otro mundo Álvarez Paz ganó las elecciones presidenciales de 1993 o Salas Römer las de 1998. Nunca ganó Chávez y si murió el 30 de diciembre de 2012; en otro cosmos está terminando el período de gobierno de Henrique Capriles, el cual fue electo en 2013. Como si usted nunca hubiera votado por Chávez o por Maduro. Maduro no ganó ni en este ni en ningún universo en el que haya humanos.

El chavismo es un portal al infierno de otro mundo. No estamos en un experimento, esto es real, es parte de nuestra vida paralela en una historia de espías, influyéndose un universo en el otro. Esta es la prueba de las dos realidades que existen, la que viven los magistrados y los funcionarios, y la que sufre el resto de la sociedad. Donde existen diferentes leyes físicas y que las leyes por las que se rigen los hombres son adaptables a las necesidades de la dictadura.

Estamos en una película que presenta varios finales como si fueran universos posibles en los que se pudo desarrollar la trama. Hay finales para todos los gustos en la política venezolana. Puede ser que Maduro renuncie y deje en la estacada a todos sus generales para que estos se entiendan con los nuevos jefes. Guaidó puede pasar a retiro a todos los generales, sin que se vaya Maduro, autorizando a los oficiales jóvenes para que ocupen sus puestos. Mañana, un coronel va a Fuerte Tiuna y da una declaración con 40 tanques artillados a sus espaldas e informa que la base aérea de Palo Negro en Maracay está tomada por militares desencantados con las políticas de corrupción y hambre implementadas por los cubanos. No es soñar, es especular con la realidad que tenemos.

Experimentamos la política conforme a la historia que hemos conocido, lo que sucede es que estamos en un universo paralelo en el que no conocemos la respuesta a la dominación chavista y lo que nos consta es que están destruyendo el universo conocido. Lo peor es que existen réplicas de Maduros y Jorgitos hablando disparates y tratando de convencer a otros incautos de hechos que nunca ocurrieron, así como declaran en un estudio de televisión.

La credibilidad del gobierno ha caído en picada con el problema eléctrico. Para el socialismo del siglo XXI la realidad no es lo que se manifiesta, es lo que dicen que es. La simulación roja rojita no nos permite percibir el mundo real y la debilidad intrínseca de un gobierno inconsistente en el que algo debe estar mal. Todos tenemos que salir de la caverna chavista y apreciar la mala dirección del gobierno, el problema es que las soluciones que podemos idear son las que permite la simulación. Nada de elecciones sin el Consejo Nacional Electoral sumiso a la dictadura.

Hay que salir de esta mentalidad de víctima, observar la política y alterarla para tener alternativas, ser conscientes de que existen otras posibilidades que pueden ser elegidas como si pertenecieran a otra dimensión.

Cuando dejemos atrás esta locura la veremos roja como un efecto Doppler, alejándose de nuestra memoria.

Como dijo Pablo Picasso: Todo lo que puedas imaginar es real.

Me imagino que el gobierno cae en abril.

@rangelrachadell


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