El día de San Valentín de 2018 quedará registrado en los medios de comunicación como el día de la masacre de San Valentín. La noche del miércoles se filtraba a través de las redes sociales la noticia de un tiroteo en el Marjorie Stoneman Douglas High School de Parkland en Florida. El autor, un joven de 19 años llamado Nikolas Cruz, huérfano de padre y madre, exalumno y adolescente problemático ya había sido expulsado del instituto en alguna ocasión por comportamiento violento. El resultado final fue este: diecisiete muertos y varios heridos en el recorrido sangriento de un estudiante inadaptado armado con un rifle AR-15 y la munición suficiente para aniquilar a muchos chicos en muy poco tiempo.

Uno se pregunta por qué pasan cosas como ésta. Uno se pregunta qué sentido tiene la educación en la vida de un joven como Nikolas Cruz

¿Qué clase de marca dejaron los padres, la escuela y los amigos en un chaval para dejarle odiar a la especie humana hasta el punto de matar a sus iguales?

De acuerdo con la Segunda Enmienda de la Carta de Derechos de los Estados Unidos (Bill of Rights) a un ciudadano americano se le permite llevar armas bajo ciertas condiciones. Al parecer, el joven de la masacre de San Valentín cumplía esas condiciones.

Hace tiempo, una conocida marca de coches europeos lanzaba una controvertida campaña publicitaria en la que un hombre iba sentado al volante de su coche, conduciendo muy tenso, sin apartar los ojos de la carretera mientras a su lado en el asiento del copiloto un mono le apuntaba a la cabeza con una ballesta. El mensaje de la marca me pareció extraño entonces y hoy también me lo parece. Sin embargo, no pude evitar relacionar la amenaza del mono con la matanza del pasado 14 de febrero en el instituto de Florida.

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[Si visita la página web del Marjorie Stoneman Douglas High School podrá leer una nota del superintendente de las escuelas de la zona, Robert W. Runcie, en la que anuncia el cierre del centro escolar durante toda la semana y ruega una oración por las víctimas del tiroteo]


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