Nubarrones. La paralización de la película Mónica: entre cielo y tierra, dedicada a la reina de belleza asesinada en 2014, Mónica Spear, ha dejado muchos cabos sueltos en relación con los verdaderos motivos que desencadenaron tal decisión.

La causa conocida fue la agresión física que sufrió su director, Giovanni Gómez Yssea, el 28 de febrero en el hotel Garden de Valencia, donde concluiría un lapso de cuatro meses de filmaciones, con el rodaje de las últimas escenas a cargo de la protagonista Maira Alexandra Rodríguez. Sin embargo, el grito de “¡Luces, cámara, acción!” nunca fluyó. En su lugar, hubo un episodio violento en el que cuatro hombres atacaron al cineasta, tras decirle: “Para que aprendas a respetar a las mujeres”.

Gómez Yssea ha asegurado que desconoce las causas, que no registra alguna situación que haya podido derivar en una acción así, que su trato con la actriz siempre fue cordial. El asunto se torna más escabroso al saber que alguna “mano peluda” se ha movido para impedir que sus declaraciones sean difundidas por televisión y para tratar de silenciar el caso. Además, porque muchos de los testigos que estaban en el lugar, donde también se realizaba una celebración privada, han rechazado la posibilidad de contar lo sucedido “por miedo”. ¿Miedo a qué o a quién?

Esta pregunta, por ahora, carece de respuesta.

Certeza hay en las consecuencias inmediatas: suspensión del largometraje, eliminación de la imagen de Rodríguez como intérprete de Spear, pérdida de todo el material filmado con ella, golpe económico para los productores, cancelación de uno de los pocos proyectos que avanzaba en la pírrica industria cinematográfica nacional e incertidumbre para quienes anhelaban acercarse

a la vida de una rutilante actriz que puso su rostro a la estadística de la inseguridad en Venezuela.

Frente a lo acontecido, hay quienes manejan teorías conspirativas que incluyen la inconveniencia de que un episodio que conmovió a la opinión pública renazca a través de la pantalla grande. A pesar de que la génesis de la tragedia fue “hampa común”, evidencia la incompetencia gubernamental para solucionar uno de los tantos problemas que afectan a la población.

Más tarde o más temprano, trascenderá la verdad de lo ocurrido para colocarse al lado de otra irrefutable: con película o sin ella, Mónica Spear ocupa un lugar en el sentimiento colectivo y en la historia del medio artístico venezolano, gracias a un impecable personaje que sensibilizó a la sociedad sobre el síndrome de Asperger: Micaela en La mujer perfecta.


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