Espero no caer en extravagancias sensibleras que caminen hacia las cursilonas afecciones como los poemas del Defensor del Pueblo o las notas luctuosas de María Gabriela, la hija de Chávez,  cando sitúo a misia Luisa en el santuario de las heroínas venezolanas, como: Josefa Joaquina Sánchez, Juana Ramírez “La Avanzadora” o Luisa Cáceres de Arismendi.

Históricamente, los gobiernos se deshilachan cuando comienzan las deserciones en sus filas; sin omitir que las crisis económicas siempre han sido piezas claves en el derrumbe de los tiranos.  Cuando funcionarios de elevadas posiciones chocan de frente con la suprema autoridad, es un trompetazo que anuncia un cataclismo interno.

Cuesta creer que una funcionaria de alto rango de una brutal dictadura asuma decisiones que son más propias en las democracias.  Ella, empuñando la Constitución, declara a los cuatro vientos la ruptura del hilo constitucional; es decir, la perpetración de un golpe de estado.  Sospechamos que ese atrevimiento debe estar precedido del respaldo de otras instituciones sin excluir la Fuerza Armada Nacional.

En algunos sectores, lo mismo que de analistas de los quehaceres políticos, surgieron las dudas sobre la honestidad de lo dicho a viva voz por la máxima autoridad del Ministerio Público. Sin embargo, transcurrido un tiempo prudencialmente largo, la fiscal general, Luisa Ortega Díaz no ha dado demostraciones de contrición. Ha soportado con integridad las presiones que suponemos salen prontas de Miraflores y sus comanditas.  Luego, se puede concluir que no hay posibilidades de retorno. No volverán las coincidencias serviciales para el gobierno nacional. Este tropezón es un duro golpe que el frágil organismo del régimen no soportará de pie.

Las consecuencias que se derivan de esa sentencia son muchas. Fue un detonante que sacó a la oposición y a los venezolanos del estado de parálisis y abatimiento donde se encontraban..  En buena medida, por ello hoy se entrompan en las calles a los esbirros y las bandas armadas del régimen.  En pocas palabras, a esa decisión de la Fiscal se le debe que los días martes, jueves y sábado de la semana pasada, un sustancial número de compatriotas salieran a exigir sus derechos, respeto a la Constitución y la destitución de los siete magistrados de la Sala Constitucional.

Enfrentar a un gobierno sin ideología ni principios, sin doctrina, sin formación política, libertino, no es asunto fácil, pero hay que fajarse con ellos. ¿Entonces qué son?  Facinerosos que pocos les importa el bienestar del pueblo, solo el poder para medrar ellos.

Esta es una lucha no solo contra el hambre o por encontrar medicinas, por la seguridad o por la educación, por la decencia y dignidad o contra la pillería, sino también es una lucha por la gloria de Bolívar, que fue la libertad.  La misma libertad de la que le hablaba don Quijote a Sancho… “Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”.

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