Han trascurrido tres semanas desde que Nicolás Maduro tuvo su simulacro de elección presidencial, y la crisis sigue profundizándose. El país va hacia el peor escenario económico y social desde la Guerra Federal (1859-1863).

En lo político, la nueva carta magna, elaborada por la asamblea nacional constituyente, propone el modelo del Estado comunal, con el fin de que Maduro se perpetúe en el poder. En la nueva constitución se elimina la elección de primer grado para escoger de manera directa al presidente de la República, de acuerdo con la información suministrada por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en el cierre de la asamblea de la SIP en abril pasado. La nueva organización territorial de Venezuela estará en manos de las comunas, consejos comunales y el parlamento comunal. Por lo que una vez aprobada la nueva constitución, el Estado federal, democrático, descentralizado que incluye: 23 entidades federales y un distrito capital, 335 municipios y sus parroquias, perderá vigencia. El nuevo Estado comunal regirá los derechos cívicos de los venezolanos, limitando la libertad en un sentido amplio.

En lo económico, la inflación –el impuesto de los pobres– avanza a paso de vencedores. El primer trimestre del año estuvo en niveles de 60% por mes. En mayo traspasó la barrera de 100%, de acuerdo con cálculos de la Asamblea Nacional. Si se mantiene esta marcha “el impuesto de los pobres” alcanzará un nivel por encima de 100.000% a finales de año. Lo que llevará a la población a vivir en una profunda miseria.

La destrucción del producto interno bruto (2013-2018) –caída acumulada de 50% para el periodo– reduce cada vez más la oferta interna de bienes y servicios. El PIB nominal para este año estará alrededor de 80 millardos de dólares. Venezuela será la duodécima economía de la región, similar a la de Republica Dominicana o Guatemala. Abandonará el grupo de las economías medianas-alta del mundo para convertirse en mediana a medina-baja. Asimismo, las importaciones descenderán al nivel más bajo en 20 años, 9 millardos de dólares.

La arruinada petrolera estatal venezolana, Pdvsa, apenas aportará 11 millardos de dólares por exportaciones neta de crudo y productos, a pesar del incremento del precio de la cesta venezolana. Las presiones sobre sus activos de acreedores y empresas demandantes contra la Republica y Pdvsa terminarán por matar lo que queda de “la gallina de los huevos de oro”. Lo que replanteará el modelo del Estado rentista. Además, el ritmo actual de la liquidez está creciendo a un promedio de 53% mensual y la velocidad de depreciación del dólar no oficial acumula una variación de 2.082% en lo que va de año.

Estos tres elementos, liquidez, depreciación del dólar y producción petrolera, forman la mezcla perfecta para logar una inflación a velocidad de vértigo en 2018, que la colocaría entre 400.000% en un escenario conservador  y 1.000.000% para el volátil.

Ante esta realidad económica, un grupo de profesionales, “comprometidos con el desempeño de la revolución bolivariana y con los gobiernos del comandante Chávez y del presidente Maduro”, elaboró un papel de trabajo titulado “Recomendaciones para atender la coyuntura económica y marcar un nuevo rumbo de la economía venezolana”, en el que presentan la visión para salir de la grave crisis venezolana”.

Las propuestas se orientan a seguir restringiendo el mercado de dinero en bolívares y divisas, la creación de impuestos al sector privado, el control de los precios y la distribución de bienes y servicios, el monopolio de los bienes importados y la creación de estructuras cívico-militar para asegurar el flujo de las mercancías.

En el documento resaltan el reforzamiento del racionamiento autoritario de “comando y control” para asegurar y mantener la estabilidad económica de Venezuela. Por ejemplo, este grupo de profesionales –algunos del Banco Central de Venezuela– considera que la causa del desabastecimiento de los bienes no es la regulación de precios y el control cambiario, sino fuerzas internacionales.

Estas propuestas muestran el sentido económico del régimen de Maduro.

Después del 20-M, la alineación política y económica que se avizora es la institucionalización de la hegemonía del “madurismo” porque el “Estado-poder militar-civil” hará uso de todos sus poderes para contener las expresiones de descontento derivado de la “miseria, sudor y lágrimas” que vive y vivirá el pueblo venezolano con Maduro en la presidencia.


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