Imposible perder la capacidad de asombro. Todos los días pasa algo en nuestro país, tristemente para pesar de todos y por lo general es malo. Estos días han sido de revuelo y solo cabe decir que el venezolano necesita urgentemente tener una metamorfosis; en sencillas palabras, cambiar, pasar de ser simples espectadores a actores principales para el cambio. Al menos para la gran mayoría no es una opción, es necesario.

Nuevamente, no sé si por ingenuidad, premeditación, torpeza o vaya a saber usted el motivo, nuestros diputados siguen cometiendo errores y estos son hasta por omisión. En días pasado le tocó al presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional, Luis Florido, quien publicó una lista nombrando en distintas ciudades del mundo a un grupo de personas (algunas acertadas, otras no) como delegados o representantes de la diáspora venezolana en el exterior ante la Asamblea. Si bien es cierto que la Comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional tiene la potestad de esto (la de nombrar representantes), ¿nombrar como representantes de la diáspora? ¿Dónde quedan las personas que llevan años haciendo trabajos en distintas áreas en pro de los venezolanos o por una Venezuela libre en el exterior? ¿La Asamblea Nacional desconoce el trabajo de muchos venezolanos anónimos? ¿Es que acaso no era más fácil nombrar a estas personas como enlaces entre la Asamblea Nacional y la diáspora y de esta manera no herir susceptibilidades? Y si debían ser delegados de la diáspora, ¿por qué no se hizo un sondeo o concurso evitando la dedocracia? Lo cierto es que tal fue la polémica que generó que le costó la presidencia de esta comisión. ¿Torpeza, ingenuidad o premeditación? El tiempo dirá.

Otro punto de reflexión es acerca del uso del término diáspora. ¿La ONU no nos catalogó de refugiados? Entonces por qué insistir en el uso de diáspora, aunque ahora el término que viene y seguramente lo escucharemos muchas veces será el de: desterrado.

Y es que, para asombro, ahora como castigo por pensar distinto, el régimen usa una innombrable práctica antigua y detestable contra su disidencia: el destierro; la primera víctima oficial es un joven luchador Villca Fernández, su crimen: creer que la nefasta realidad venezolana puede ser distinta. He revisado la Constitución bolivariana, chavista, cuasi perfecta (sarcásticamente hablando) y la figura de destierro no aparece allí (corríjanme si me equivoco), pero esta ha sido aplicada a este joven venezolano, violando ellos nuevamente su constitución; aunque si sumamos los cientos o quizás miles que por razones de persecución política han salido del país hacia el exilio seríamos muchos los desterrados. Lo cierto es que el régimen se muestra débil y torpe, ya al reconocer el mismo tanto con las liberaciones parciales y ahora con el destierro de Villca la existencia de lo que negaban férreamente al mundo, los presos políticos venezolanos, presos de conciencia.

El país se cae a pedazos día tras día, mientras Nicolás y sus secuaces juegan a los enroques, cambiando de posiciones a los mismos negligentes ladrones para que continúen acabando con lo poco que queda y nuestra dirigencia sigue temerosa, expectante. ¿Qué esperan para llamar a la calle? Si la dirigencia política no toma la iniciativa, pues entonces la ciudadanía organizada o no debe de tomarla e impulsar la salida del régimen por la vía de la presión popular. Que hable la calle.

Fuerza y Fe.


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