Dos millones y medio de empleados públicos, improductivos –incluidos guardias y policías– deberían ocuparse en la gestación industrial, agrícola, pecuaria, comercial, educativa, científica, pero están bajo secuestro. La revolución chavista los esclaviza, empobrece, humilla y condiciona, con o sin armas, para la sumisión idiota de zánganos a lo Nicolás Maduro. Su supervivencia depende únicamente de porque sí, su inscripción en el PSUV con el carnet de la patria, para recibir limosnas, miserables aumentos de sueldo, bolsitas CLAP, autobuses municipales y todo transporte oficialista que los lleve a obligatorias concentraciones convocadas por cobardes millonarios palaciegos y militares corruptos.

Se dice que prensa escrita y digital no suben cerro ni a vivienda sin terminar y prestada, mientras el ocupante se declare chavista; que ese proletariado potencial solamente escucha las emisoras radiales y televisivas del régimen, que si no firma la lista de obligatoria asistencia al bochinche rojo en avenidas y plazas vigiladas por la policía y otros cuerpos de inseguridad del Estado se los despide sin derecho a protesta, se los condena inmediatamente a la hambruna, pues no reciben ni una miga del “clapismo” y pasan a la categoría de paria, peligroso traidor a la patria revolucionaria chavista y bolivariana. Totalitarismo. Es lo que llaman pueblo soberano, digno y libre desde el Fuerte Tiuna, Miraflores, “Tribunal de la Injusticia”, “Defensor del Puesto” y esta amnésica Fiscalía, o Ministerio Público, que ahora, cuando el barco se hunde, descubrió la democracia constitucional.

Por fin, a estos sometidos funcionarios del Estado totalitario les llega quizá su oportuna, única fecha libertaria, este Primero e Mayo. Que firmen, afirmen y reafirmen su chavismo para no morir de mengua, tortura o balazo. Pero de repente acompañen con un súbito “Vuelvan Caras” al salvador llamado que les hace la mayoritaria sociedad opositora, negada a obedecer órdenes de mandatarios criminales y así puedan pasar de siervos a ciudadanos con sus derechos constitucionales. Todos a una, Fuenteovejuna, hecha en Venezuela. Sería la victoria segura y final para todo el país porque sin esa masa no hay bollos. Llevar a estos rehenes un mensaje de clara y comprensiva integración, cómo y dónde sea, es nuestra obligatoria tarea, la de cada quien desde su lugar y posibilidad.

Sería el Mayo 1° histórico que inaugure una Venezuela posible. ¿Será? Soñar sí cuesta mucho…

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