“El gobierno es responsable de la terrible situación”, afirma la Academia Nacional de Ciencias en un pronunciamiento fechado el 21 de febrero de 2017. Previamente, el 12 de enero, había enviado una Carta Abierta al presidente Maduro, donde le advierte sobre los problemas que azotan al pueblo venezolano. En esos documentos proponen medidas para superar cuanto antes la crisis. Sin embargo, el gobierno ha hecho oídos sordos a esas sugerencias.

Por tal motivo, la academia insiste que “ante la desidia puesta de manifiesto por quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones en materia económica mientras se deterioran aceleradamente las condiciones de vida del venezolano”, se pone en evidencia que “se persiguen objetivos que responden a intereses divorciados de la misión básica que debe tener todo gobierno, que es la de mejorar el bienestar de su población”.

Sostienen que es “imperdonable que, ante la dimensión de la tragedia que embarga a los venezolanos”, ninguna medida económica de importancia haya sido tomada en la dirección adecuada.  “El gobierno parece conformarse con los incrementos por decreto del salario mínimo y el reparto de comida subsidiada que apenas llega a una parte de la población, para atender estas penurias”. Por lo tanto, la academia afirma que las condiciones de vida del venezolano “van a empeorar todavía más de no adoptarse cuanto antes medidas que abatan la hiperinflación, unifiquen el tipo de cambio y liberen al aparato productivo de los controles que lo asfixian”. Esta trágica condición ha sido puesta de manifiesto en los resultados de la Encovi 2017.

La contumacia del gobierno  y su camarilla, ante cualquier propuesta de negociación, interna o externa, ha puesto de manifiesto la necesidad de cambiar cuanto antes este gobierno, y sustituirlo por uno que se imponga una transición ordenada a la recuperación de las condiciones de vida, prácticamente, al nivel de subsistencia, que sufre el pueblo venezolano.

El gobierno ha fijado el 22 de abril para las presidenciales, de manera arbitraria, unilateral y contraria al espíritu, razón y propósito de la Constitución de 1999, que establece un mínimo de seis meses de plazo para convocar la elección presidencial. No lo hace porque sabe que, al prolongar el tiempo legal, perdería irremediablemente las elecciones. Su único propósito es perpetuarse a toda costa –las condiciones de vida de los venezolanos– en el poder, por la fuerza de la represión y de las armas: sin contemplaciones. Ya lo hemos comprobado, trágicamente.

El padre Luis Ugalde, en su artículo del 27 de febrero, lo dice sin tapujos: “¿Para qué la votación del 22A? Para legitimar a Maduro y perpetuar en el poder al gobierno y su modelo político productor de esta tragedia nacional. Quien manda sabe que con el control absoluto del CNE y de todo el poder podrá proclamar un triunfo clamoroso y atribuirse los millones de votos (¿7, 9 u 11?), según su conveniencia. Votación para perpetuar al presidente y a la tragedia nacional. Con ello anula la elección presidencial libre, justa y transparente que, según la Constitución, debe ser en el segundo semestre para que haya seis meses por lo menos entre la convocatoria y la elección y esté razonablemente cerca del cambio de gobierno en enero de 2019. Los maduristas saben que esa elección libre, con árbitro equilibrado y las demás condiciones exigidas, la tienen perdida y repiten en voz baja que comunista no entrega el poder por elecciones burguesas”.

Más adelante insiste con convicción y conocimiento sobre lo que es un clamor nacional, un aullido desesperación y dolor: “Los venezolanos queremos votar, pero no para perpetuar al régimen y la pobreza de 87% de la población, sino para cambiarlos. Queremos elegir, exigimos las condiciones justas y presionamos nacional e internacionalmente con apoyo de los demócratas de toda América y el mundo. Solo unidos y esperanzados podemos movilizarnos y lograr la salida de esta tragedia.  De ahí que sean absolutamente necesarias las alianzas democráticas con unión de propósito. A eso responde la creación de un Frente Amplio, que no es de los partidos, sino de toda la sociedad y de sus organizaciones, también las políticas. El Frente no es la MUD, pero tampoco es contra la MUD, que incluye un conjunto importante de partidos. En el Frente Amplio se incluyen los que vienen del chavismo, las diversas iglesias cristianas y religiones. La Fuerza Armada es clave para el cambio y rescate de la democracia; solo se le pide que cumpla lo establecido en la Constitución”.

Con respecto a las Fuerzas Armadas, yo diría que hace falta exigirles bastante más de lo que dice la carta magna en su artículo 328: “En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la nación y en ningún caso de persona o parcialidad política alguna”. Pero hay mucho más. ¿Pueden los hombres a quienes la nación ha confiado la integridad y defensa de la nación, y una participación activa en su desarrollo, permanecer indiferentes ante la sangría venezolana, la demolición de la República, la conculcación de los derechos humanos, y, lo que es un grave delito: la abolición de la soberanía popular, uno de los principios fundamentales de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela?

Comparto la opinión, muy calificada, del general (r) Fernando Ochoa Antich, expresada en su artículo “La salida militar” (El Nacional, 25/02/18), cuando se pregunta: “¿Es tan grave la situación de Venezuela que se llega al extremo de considerar la salida militar como una posible solución de la crisis nacional?”. Él mismo se responde, después de analizar la situación, que la responsabilidad del desastre recae sobre Nicolás Maduro y demás instituciones confiscadas.

“La respuesta está a la vista. Al cerrar esta posibilidad ha abierto el camino de una posible salida militar”. Antes ironiza: “La posición que mantuvo Nicolás Maduro, en días pasados, al rechazar de manera absoluta la posibilidad de una insurrección militar, provoca cierta hilaridad. Parece desconocer nuestra historia política y militar”. Y lo remata con uno de los famosos refranes del ex presidente Herrera Campíns: “Los militares son leales hasta que se alzan”.

Sobre Maduro y su gobierno no solo pesan sanciones económicas, sino un aislamiento casi absoluto de América toda, la Unión Europea, Japón y muchos otros países de importancia internacional. Sus llamados “aliados” están cautelosos pues tienen mucho que perder una vez que el “presidente electo”, Maduro, y su mafia delictiva, sean desconocidos, como puede preverse fácilmente. Maduro y secuaces están acorralados. Solo le queda la represión, a lo Stalin, o Castro.

Como dice la letra de Alfredo Le Pera, interpretado por Carlos Gardel: “Ahora cuesta abajo en mi rodada/ las ilusiones pasadas/ ya no las puedo arrancar./ Sueño, con el pasado que añoro,/ el tiempo viejo que hoy lloro/ y que nunca volverá”.

Claro, guardando las enormes y grandes distancias respecto a esos dos inolvidable artistas argentinos.


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