La ironía del destino y la inconsistencia económica  de las banales  reformas del desarrollo endógeno han obtenido la conceptuación del regreso del nivel de vida de los venezolanos quienes, en conformidad con la pseudo-ideología castro social comunista bolivariana, han sido reducido por debajo de la cuarta parte (25%) de los límites de pobreza extrema previsto por el PNUD (ONU) en 1,25 dólares diario. Es un exabrupto histórico visible en la Venezuela de 2019: de país confiable productor de petróleo, fundador de la OPEP en Bagdad el 10 de septiembre de 1960 por Juan Pablo Pérez Alfonso, ahora ha sido borrado del listado de exportadores que lo clasificaba a nivel mundial, por importar un millón de barriles diarios que posiblemente pagará en el futuro; aumenta la deuda externa de la República en el orden de 50 millones de dólares al día y se añade formalmente a su tradicional dependencia tecnológica y financiera también la “dependencia energética”.

Estudiar las causas de esta situación sería definir la casi inexistente disposición al desarrollo económico en el recorrido histórico de los umbrales de transformación vividos en el último siglo, si ya no hubiese sido determinada en forma precipua por líneas y estrategias de diferentes políticas que han privilegiados la renta petrolera como característica estructural de la economía que, de una forma u otra, si bien con perfecciones complementarias, se ha fundamentado en la explotación de las materias primas, factor de aquellas corrientes retardatarias del crecimiento determinante el subdesarrollo de América Latina.

En el presupuesto de un cambio político, en la actualidad podría pensarse a la configuración de un modelo de desarrollo de capitalismo abierto que supere las angustias impuestas por el modelo endógeno del centralismo democrático, mejor definible como burocrático del régimen comunista, y que sin detenerse en el análisis de la composición del sistema productivo, ha reducido, valga la redundancia, las condiciones de vida de los venezolanos a nivel de barbarie: estamos muy lejos de aquel rostro humano de la economía que pregonaba Domingo Maza Zavala para la creación de una heterogeneidad estructural de una secuencia desvirtuada, en la cual a la incompetencia se ha aunado una sensible y nefasta corrupción.

No obstante, no se trata de establecer analogías o semejanzas con los procesos de progreso y crecimiento económico y social de las naciones limítrofes como Brasil y Colombia, cuyos umbrales de transformación derivan de las líneas y estrategias del modelo del desarrollo adoptado y de las leyes aplicadas, sino de evaluar la desvaluación realizada en el tiempo en Venezuela siguiendo una secuencia medular para la cual la riqueza venezolana ha sido dirigida para financiar la diversificación que se produjo para ejercitar el control de la sociedad mediante el despliegue de políticas macroeconómicas, monetarias y fiscales, casi imposible de distinguir entre ellas por sus efectos nefastos.

Se indujo también con el pensamiento único un subdesarrollo intelectual y cultural por el cual  el mito del socialismo, primeramente superado a nivel internacional por la autonomía conquistada por los países satélites de  la ex URSS y después por la aceptación de la economía de mercado de la misma Rusia y de China, se queda reducido a nivel de una propaganda obsoleta de falsificaciones y ficciones, que en lugar de aportar credibilidad, ha servido a configurar el descredito  de la dictadura castro comunista bolivariana, máxime cuando ha recurrido al uso arbitrario y blasfemo de los símbolos sacros de la religión católica. En la presunción difundida, como cualquier régimen de izquierda, no ha cometido errores; su descomposición viene explicada por dos factores: el imperialismo externo y el fascismo interno, lo que equivale a afirmar que la estructura, la cultura y la situación económica de la sociedad no tendría ningún efecto en los acontecimientos políticos.

Es nuestra convicción que la realidad indica exactamente el opuesto y, por consiguiente, es necesario, indispensable y prejudicial un re-pensamiento crítico de la estrategia aplicada por los actores para conseguir el poder.

En efecto, independientemente que el ejecutivo, el legislativo y el judicial se distinguen en preciso ámbito de competencia, y que solo a nivel de régimen dictatorial se mezclan para reforzarlo en el absolutismo de la opresión, en la evolución de la historia moderna de los Estados, las adaptaciones en el tiempo distinguen el poder económico, político, legislativo, judicial, sindical, policial, militar, imperial e informativo. 

Es la respectiva autonomía técnica que sucesivamente determina la escogencia política y la naturaleza del sistema de gobierno: en una situación cual la venezolana, el poder militar, en medida que sea más o menos autónomo, independiente, sometido o condicionante del poder político, designa el modo de ejercitar el poder, la afirmación de la democracia o, al contrario, del totalitarismo, la intensidad de las variables de las necesidades de la población, las circunstancias en que la mayoría de los ciudadanos puede conservar los derechos definidos por la Constitución o reducirse a un estatus de servidumbre del régimen.

Del acuerdo y de la convivencia entre el sector civil y el sector militar depende el consecuente comportamiento de la sociedad: la libertad, la ética y la estética, el “self governement” encuentran una adaptación recíproca, soluciones económicas a las condiciones de crisis, realizaciones de justicia social; para los que todavía creen en una ideología socialista y democrática persiste una perspectiva de aquel humanismo al cual se podría inspirar el modelo del desarrollo económico del país fundamentado en el sistema mixto público y privado definido por la Constitución de 1999.

Por ello, insistimos sobre la necesidad de asimilar en el ejercicio del poder la teoría del “Capital Tecnológico”, que como explicado en otra oportunidad, no tiende a la abolición del capitalismo, sino que, también con el aporte de una finanza de tercera generación, a una más ecua distribución de la plusvalía que marca las conquistas de las sociedades libres a través de la reducción progresiva del “welfare state” y persigue la efectiva soberanía del pueblo en un Estado democrático e independiente.

De este modo asume significación la acción de un “gobierno de transición” que no debería reducirse simplemente a una sustitución del Ejecutivo, de un sistema castro social comunista bolivariano y su sobre estructuras, sino que se calificaría como instrumento fundamental de la recuperación económica y social asumiendo la responsabilidad de preparar el terreno para enrumbar el país hacia la dimensión de una democracia real, en la cual la fidelidad esencial de las ideas con las finalidades satisfaga la exigencia de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.

Los técnicos que acompañan al presidente interino deberían tener como hilo conductor la renovación de su mismo pensamiento y actitudes en el sentido de producir una configuración estratégica que parte de las decisiones sobre las reserva del Estado, de la industria, del comercio, de la producción primaria de hidrocarburos y de otros minerales, (coltán, uranio, oro, hierro, aluminio, etc.), y de la agroindustria,  con efectos y consecuencias en los procesos de crecimiento económico y del empleo, de las finanzas públicas, de la dinámica monetaria y cambiaria, de la expansión financiera y comercial, del ingreso y gasto nacional, de la inversión y consumo, de las reservas internacionales del país, entre otros perfiles de macroeconomía, mientras que en el mundo ocurran transformaciones sustantivas en las relaciones comerciales, monetarias y financieras, y sobre todo tecnológicas, máxime en el sector energético centrado todavía en el petróleo.

Lo saben los venezolanos y los extranjeros: por la infraestructura existente en el país y sus visibles síntomas de obsolescencia, la recuperación de la producción petrolera y su transformación queda como primera prioridad de un programa de factibilidad coherente y posible.

El control de la riqueza producida no solo por este sector ha sido y es todavía la razón principal de las confrontaciones políticas del pasado, del presente y del futuro, y  condiciona la vida del país y el ejercicio del poder. Son las ventajas que derivan las que permiten la prevalecía individual y colectiva, pero sin identidad ideológica y programática, la simple afirmación del credo democrático asume el significado de una sustitución de receptores de beneficios, no una diversa visión para promover la diversificación de la tipología del desarrollo y la promoción del crecimiento e independencia del país. Ya la experiencia del pasado ha demostrado que no es suficiente pregonar el cambio, se necesita conocer el contenido del cambio, cuales ventajas aporta a la entera sociedad y si garantiza la alternativa democrática. La experiencia vivida y el nivel de madurez conseguido no permiten más la repetición de un “gatopardismo” perfecto o imperfecto: cambiar todo para no cambiar nada.

No obstante también en las fuerzas democráticas los pródromos para el ejercicio del poder demuestran su perversidad. Los últimos diálogos de Oslo y de Estocolmo han ulteriormente evidenciado la desconfianza de los protagonistas y la manifiesta injerencia extranjera. Definitivamente, debido a la política del régimen castro social comunista bolivariano, Venezuela ha  perdido su soberanía y se ha transformado en tierra de conquista, donde  aparentemente se confrontan en una dialéctica de superpotencias “Les deux pöles” de Ilya Ehrenbourg, Rusia y Estados Unidos, pero en la concreta explotación del país se ha aunado China, mientras que Cuba recoge las ventajas para su supervivencia, España los activos de las inversiones privilegiadas y el Vaticano constata la propia insuficiencia política y propositiva.      

Ha empezado un nuevo capítulo de la historia de un “ex país”, como ha sido definido por catedráticos cualificados: los ciudadanos, privados del ejercicio de su soberanía buscan una nueva guía, un nuevo liderazgo que los haga salir del abismo político, económico y social en el cual han sido inducido, una forma transparente del ejercicio del poder, en el marco de una época en la cual las nuevas generaciones puedan reconocer los valores de identidad que permitieron la conquista de la libertad e independencia de la nación.                       


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!