“Quienes la conocemos en la mayor cercanía y tenemos el honor de contar con su amistad y confianza sabemos que María Corina Machado está dispuesta a arrostrar la prisión y el aislamiento, incluso la tortura y la muerte por la libertad de su patria. Encarcelarla o pretender asesinarla desatará la ira y la indignación mundial. Atentando contra su integridad habrán tensado la soga que terminará con el régimen y con sus vidas. Escríbanlo” 

Antonio Sánchez García @sangarccs

A Corina Parisca y Henrique Machado

Inolvidable el momento en que, marchando por la avenida Francisco Solano hacia Plaza Venezuela en los albores de esta lucha interminable contra la dictadura –entonces en pañales, pero ya mostrando los siniestros rasgos del monstruo parido en los cuarteles– me sorprendió la belleza de una joven mujer que recababa firmas para alguna de sus tantas e infatigables causas. No recuerdo si por entonces ella ya había fundado Súmate, pero pronto la vi al frente de esa extraordinaria iniciativa: defender el más sagrado de los derechos de la democracia y máxima seña de libertad, ya por entonces ultrajado por el aprendiz de tirano: el voto.

Pronto tuve oportunidad de conocerla. Fue durante una visita que nos dispensó a la comisión asesora de la Coordinadora Democrática, que dirigía Alberto Quirós Corradi y en la que se distinguían muchos de quienes, con los años, se sumarían a sus esfuerzos. Cecilia Sosa Gómez, Agustín Berríos y otros notables venezolanos, entre los cuales tuve el honor de contribuir a su causa que, desde entonces, es la causa de todos los venezolanos.

Si la belleza era su primera seña de identidad, a los pocos minutos de estar con ella se advertían los principales rasgos de su carácter: una extraordinaria inteligencia, su lucidez, su tenacidad, su temple, su coraje y su desprendimiento. Y algo que, pronto lo sabría, y que recibía de su herencia genética: la bondad, la nobleza de espíritu y la entereza. Pues luego de conocerla a ella conocí a sus padres: Corina Parisca y Henrique Machado Zuloaga. Que, como ejemplares venezolanos, me abrieron las puertas de su morada y me brindaron su amistad, enseñándome la nobleza del alma venezolana. Como la de otro pariente suyo de pura estirpe, al que he llegado a apreciar como a un padre: Ricardo Zuloaga. Una familia que resguarda los mejores valores de nuestra tradición republicana.

Ella y los suyos eran la antítesis de las hordas salvajes a quienes, en un descuido imperdonable de la decadente clase política y las élites nacionales, se les abrieran los portones del poder. Un descuido que nos ha costado la peor devastación sufrida por Venezuela luego de las dos conmociones telúricas que nos constituyeran como nación en el siglo XIX: las guerras civiles independentistas y la Guerra Federal. Razón que explica la regresión hacia la barbarie y el salvajismo de nuestros peores ancestros, responsables de esta tiranía que en número de víctimas y sacrificios ya supera el saldo en víctimas fatales de esos conflictos. Y una devastación material y espiritual incluso peor que las sufridas durante la suma de todas las dictaduras de nuestro pasado. Al extremo que el Estado de Derecho fundado tras el inmenso esfuerzo de todas las generaciones herederas de la Generación del 28, ha terminado por los suelos empantanado en este Estado mafioso, vergüenza de Venezuela ante el mundo civilizado. Pues tampoco debemos olvidar que este devastado y ensangrentado país ha recibido más ingresos que todos los gobiernos juntos de nuestra historia bicentenaria. La mayor devastación tras la mayor riqueza.

Si Venezuela no ha terminado por hundirse definitivamente en los abismos cavados por las mafias gobernantes, antes gansteriles que políticas, y la insólita inconsciencia, tolerancia e incluso colaboración de algunos dirigentes de nuestros partidos políticos, no hablemos de las Fuerzas Armadas, esas que fundadas por Juan Vicente Gómez y hasta el 4 de febrero de 1992 patrióticas defensoras de nuestra soberanía e integridad nacional y ahora plataforma de mafias narcotraficantes, se ha debido en gran medida a la incansable labor de esa joven y valerosa mujer venezolana que es María Corina Machado. Sin su esfuerzo y dedicación exclusiva a la causa de la libertad de su patria, nuestra patria, que supo convertir en una gran ONG, Súmate, llevarlos a la adultez de un Partido, Vente Venezuela, y elevarlos a la categoría de un Frente político amplio y combativo, Soy Venezuela, nuestro país ya hubiera terminado derrotado y abatido ante la tiranía. Pues María Corina Machado se convirtió al cabo de los años, mientras todos los esfuerzos de la oposición electorera terminaban en un charco de sangre, en la cárcel o en el destierro, en la obligada referencia política de la Venezuela libre y democrática ante el mundo. Hoy, ante los 83 gobiernos que desconocen esta gobierno ilegítimo, mafioso y torturador, ante Luis Almagro y el Grupo de Lima y ante los hombres de buena voluntad que siguen con angustia y preocupación el desarrollo de nuestra tragedia, María Corina Machado Parisca es Venezuela. 

Hoy, cuando el régimen se ve acosado por un mundo que lo repudia y exige su desalojo, cuando sus máximos funcionarios incrementan las listas de enemigos de la libertad del hemisferio y del mundo, son sancionados y sus inmensas fortunas mal habidas confiscadas, cuando no pueden pisar un país democrático sin correr el riesgo de terminar en manos de Interpol y la DEA, cuando su respaldo popular ha caído a los más bajos índices históricos de gobierno venezolano alguno y los tiranos no ven otra perspectiva que la de terminar en la cárcel o desterrados, intentan desesperadamente lavar su rostro ensangrentado e ir liberando a cuenta gotas a los cientos de presos políticos que llenan sus mazmorras. Desterrando a quienes más temen. En un rasgo de brutal incompetencia desbaratan con una mano lo que pretenden maquillar con la otra.

Por todo ello, porque están entre la espada y la pared y se saben contando los minutos finales de su barbarie, vuelven sus ojos al emblema de la libertad venezolana, María Corina Machado, y en un expediente propio de los aparatos policiales de las peores tiranías pretenden involucrarla en conspiraciones subversivas y mezclarla en acciones militares absolutamente ajenas a su sentir y actuar. María Corina Machado es la máxima exponente de la civilidad venezolana. Cometerán el más grave error de sus vidas: si llegaran a encarcelarla, habrán abierto las puertas de sus ergástulas, habrán mostrado las vísceras del matadero que regentan, habrán desnudado la falsía de sus pretendidas “medidas humanitarias”. Porque si creen que abriéndole un procedimiento judicial y amenazándola de llevarla a la cárcel, María Corina se doblegará y saldrá al exilio, se equivocan. 

Quienes la conocemos en la mayor cercanía y tenemos el honor de contar con su amistad y confianza sabemos que María Corina Machado Parisca está dispuesta a arrostrar la prisión y el aislamiento, incluso la tortura y la muerte por la libertad de su patria. Encarcelarla o pretender asesinarla desatará la ira y la indignación mundial. Atentando contra su integridad habrán cerrado la soga que terminará con sus vidas. Escríbanlo.


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