Hagamos el ejercicio mental: es Primero de Mayo, te levantaste, desayunaste con tu familia, tu pareja, tus amigos, solo, o simplemente no comiste porque no te alcanza la plata; te pusiste los zapatos de goma, un pantalón y una camisa cómodos, los que tenías a mano y podías ensuciar, porque sabes que el calor va a ser parejo; te reuniste con unos panas en la esquina de la casa o abajo en el edificio; y finalmente cogiste rumbo a la marcha, la que anunció Juan Guaidó será “la más grande que va a haber en toda la historia de Venezuela”.

Llegas. “No hay mucha gente”, piensas. “Pero es temprano”, justificas. De esa forma empiezas a hacer bulla con tu pito, porque te llevaste un pito y una bandera, y  un cartelón con algo escrito: “Cese a la usurpación”, quizás, o algo que tiene que ver con elecciones libres.

Con los amigos, conocidos o con aquellos que coincidiste te tomas fotos. Algunas las subes a Instagram para dejar constancia de que saliste. También las tuiteas. “Mi patria me necesita, no me voy a quedar en mi casa, es mi grano de arena”, señalas. Crees de verdad que esto no puede continuar, que Nicolás Maduro no llega a agosto y que en diciembre comeremos hallacas con un guiso distinto, con otro sabor.

Pero la cosa no cambia. Llegan más, pero no para creer que esta es una megamarcha, la mayor que ha habido en este país: “Está bien porque además hay concentraciones y cosas en todo el país, así que es imposible que solo en una manifestación se pretendan llenar cuadras y cuadras”.

Caminas y caminas. Luego vienen los discursos. Varios políticos increpan a la gente, hablan, gesticulan. Algunos arrancan aplausos, otros bostezos. Luego llega Guaidó. Nadie sabe por dónde va a aparecer, pero lo hace. Lo aplauden, le gritan y hay uno que otro desmayo. Se sube a la tarima. “Esto es calle tras calle, somos mayoría, hemos resistido y seguiremos haciéndolo. Estamos en camino a la transición, a las elecciones libres”, dice. Aunque el discurso te parece que ya lo escuchaste, confías.

Y todo termina. Te vas para tu casa con la esperanza de que algún día se acabe este infierno, que el tan cacareado cese de la usurpación se haga realidad finalmente.

“No había mucha gente, pero es que la mayoría anda ocupada en sobrevivir”, reiteras.

¿Y si todo es verdad? ¿Y si el próximo miércoles Primero de Mayo no va mucha gente? ¿Y si la marcha no es la más grande de la historia?


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