Dedico mi artículo de esta semana, gracias a la deferencia que me posibilita El Nacional, a todos los oficiales honestos de nuestra Fuerza Armada Nacional que han sido encarcelados por defender la libertad, el honor y la recuperación de Venezuela. Especialmente a la juventud militar que, unida a toda nuestra juventud libertaría, lucha por una pronta victoria sobre el actual régimen criminal.              

La semana pasada les comentaba, antes de la farsa planteada el domingo 20 de mayo, que existen situaciones en la vida de los países en las que votar no es el arma de los hombres justos, sino el desobedecer. Cuando no es posible elegir libremente sino que se chantajea a los pueblos a acudir a las urnas bajo la orquestación de un evidente sistema de dominación y fraude, desde su origen y durante su desarrollo, la desobediencia ciudadana es la respuesta necesaria.

La no entrega de verdaderas cuentas al pueblo, en los países bajo regímenes dictatoriales como el nuestro, se verifica debido a la inexistencia de la división de poderes. Desde el Ejecutivo se dirigen las maniobras, compras de conciencia, represión, chantaje y demás recursos de dominación, por parte de quienes no las rinden. Esa es la principal razón de ser del apoyo de la cúpula militar corrupta a Maduro, que ya pasó a podrida, para seguir intentando sostener esta desgracia de dictadura.

La engañosa oferta de que no les sería reclamada su responsabilidad a dicha cúpula de directos perpetradores del desmantelamiento de la democracia y sus instituciones, así como del saqueo al que han sometido al país, era una depravada argucia. Los que proclamaban una posible salida pacífica, pactada por medio de unas dizque elecciones, lograrían disfrazar una transición supuestamente “conveniente”. Esa era la nauseabunda maniobra, que va más allá de la conveniencia política de la reconciliación basada en principios y valores de justicia, y de rectificación y superación de estos años de infamia y dolor. Provocando la hambruna, las enfermedades, el encarcelamiento, la muerte o huida masiva en dolorosísimo éxodo, han destruido decenas de miles de familias venezolanas y por tanto cualquier salida deberá contar con la fuerza del bien y de la justicia, como pilar fundamental del recomienzo democrático. 

Es sencillamente una gran mentira el que se diga lo contrario, y el que se quiera vender una seudosolución pacífica, desde la pose de gran estratega político, o de ser representante de un credo religioso y por tanto ser poseedor de una autoridad moral superior para perdonar sin que, repetimos, se haga justicia y se dé la rectificación primero. Los cómplices directos tendrán también que entregar cuentas a la justicia. ¡Que se aparten ya de las cercanías del régimen todos los justos! y los que no pretendan sacar ventajas del actual estado de cosas; haciéndose cómplices del régimen. Estamos en la hora de la lucha, con la vida comprometida de por medio, de los justos y libertarios en ¡contra de los criminales y traidores! 

Los que han malgastado nuestros recursos, y continúan dilapidándolos, por ejemplo, en viajes como los cumplidos por la empleada de Miraflores Tibisay Lucena, para complacer al dictador de Cuba y Venezuela, Raúl Castro. No solo dilapidan nuestro patrimonio material sino nuestro legado histórico y orgullo; dejados por el precursor de la libertad hispanoamericana Generalísimo Francisco de Miranda, el Libertador Simón Bolívar y el joven Gran Mariscal de Ayacucho: Antonio José de Sucre. Así pretenden seguir hipotecando el futuro de nuestra patria, material y moralmente.

Junto a nuestro Himno Nacional: “Gloria al Bravo Pueblo”, y en poema de mi padre: «El 19 de Abril” de Néstor González del Castillo Heinemann (abril 1920 – mayo 1996), les pido asumamos juntos este poema como canto o himno especial en la presente lucha. Sellemos nuestro juramento hermanos: ¡No debemos descansar “hasta que veamos rotas las cadenas que nos oprimen” y que pretenden mantenernos en la esclavitud comunista de por vida!

«Llegó por fin la hora esplendorosa,           

sufrida y noble patria ¡Venezuela!

en que tu bravo pueblo se rebela, 

y rompe la coyunda ignominiosa.

Da comienzo la gesta generosa

de la prócera gente, magna escuela,

que dar la vida sin temor anhela, 

por una Patria grande y venturosa.

En común ideal, pueblo y milicia

se aúnan con fervor republicano,

por una Patria libre y sin temores;

Donde paz, con honor y con justicia,

garanticen derecho ciudadano,

a elegir sin cohecho sus ductores.

Donde tengan sanción: los que minaren

en su propio interés la economía;

los defensores de la tiranía,

que del hambre del pueblo se burlaren;

Los asesinos que la torturaren,

matando alegremente a sangre fría;

y los venales hijos que faltaren,

al deber que la patria les confía.

Ni serviles, ni espías, ni traidores, 

manchen tu amado suelo, patria mía.

Endiosando caudillos y tiranos,

Para ganar prebendas y favores,

a costa de tu mal y tu agonía,

mientras gimen y sufren sus hermanos”.

               

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