En la vida de cada cual las prioridades siempre son necesarias y sé que no me equivoco cuando asevero que lo primordial ahora es Venezuela, y por sobre todas las cosas la honestidad, principio que debe sobresalir en cada funcionario público que se dedique al menester de enfrentase políticamente contra un régimen completamente desconectado de los valores intrínsecos de la democracia. Con base en esa honestidad, con base en esa transparencia que el régimen critica, porque de ella carece, ha nacido la fracción 16 de Julio, concebida para hacer respetar los tres lineamientos que los nobles habitantes de esta patria puntualizaron en esa fecha histórica el camino que sin cabida a dudas debíamos seguir y que el juego sucio de la dictadura logró que algunos se desviaran del camino, tomando atajos más «cortos» para la caída de un poder totalitario.

Es el momento de aclarar algunas cosas: la fracción 16 de Julio, su génesis para nada se trata de separar, dividir, apartarnos de la Unidad, no. Se trata de establecer un camino cierto a la libertad de los venezolanos, al cumplimiento de los ciudadanos que viven bajo el desespero diario de una dictadura moderna. ¿Que hemos tenido discrepancias con algunos otros actores de oposición? Sí, claro, nosotros jamás vamos a solapar un diálogo con un grupo de personas que nunca ha respetado acuerdos y pretenden sentarse en la mesa codo a codo sin validar condiciones para un posible tratado que extinga la crisis. No. El interés del régimen es enmancillar su poder y de eso no se trata este juego.

El planteamiento principal es continuar en esta gesta histórica con todos los sectores de la sociedad, los estudiantes, las amas de casa, los agricultores, los empresarios, los médicos, todos los gremios son esenciales para fortalecer la unidad superior, que bajo ningún precepto queremos hacer a un lado. Insisto, cuando hablamos de quedarse con los brazos cruzados, hablamos en tiempo pasado, la guachafita de menospreciar al elector, de socavar descaradamente los poderes públicos violando su independencia, ignorando el llamado ciudadano e irrespetando los enunciados internacionales, debe acabarse y un grupo debe tomar el timón.

Con la fracción del 16 nos vamos a mantener en la lucha inextinguible, hasta verla materializada, de la libertad de todos los presos políticos, la apertura del canal humanitario y la entrega franca por el país, que sujeto a las ambiciones malsanas, en evidencia le importa poco lo que aquí pase. Y aunque, en efecto, lejos estamos de ser un agente divisionista y que por el contrario reafirmamos el sentido de la unidad superior, alzaremos nuestras voces como venezolanos contra aquello que mitigue cualquier posibilidad de libertad a expensas de diálogos o negociaciones sórdidas que en nada beneficien a los habitantes de Venezuela y menos aún vamos acompañar un proceso donde no se le hable claro al país, cuando lo inmediato es buscar soluciones a los gravísimos problemas que les aqueja. De tal manera que nada hay de positivo en temerle al cambio o a lo nuevo, cuando justamente a través de esa vía, lo que se busca es darle continuidad a la tarea de una labor en pro de la patria. La vía es clara y la marcó el pueblo el 16 de julio.


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