Nicolás Maduro y su gente no dan pie con bola. Juan Guaidó le sacó una morena y mantiene la ventaja. La carrera no parece tener fin todavía, pero lo cierto del caso es que la brecha sigue aumentando y quienes se mantienen en el poder parecieran estar sujetos por alfileres.

En su triste intervención del sábado en la avenida Urdaneta, Maduro no transmitió ni ánimo ni esperanza a los pocos seguidores que lo acompañaron. La marcha por la revolución dejó muy preocupados a los que todavía creen que es posible que su gobierno se levante de las cenizas.

“Si algún día se despiertan con la noticia de que le pasó algo a Maduro, salgan a la calle a hacer la revolución, no lo duden”, gritó a quienes estaban dubitativos, a la espera de una demostración de fuerza, que nunca apareció, porque hasta el anuncio del rompimiento de relaciones con el gobierno de Iván Duque sonó a mal chiste y tuvo su contundente respuesta de parte de la vicepresidente de Colombia, Marta Lucía Ramírez, que le propinó una cachetada: “Maduro no puede romper las relaciones diplomáticas que Colombia no tiene con él. Nuestro gobierno no ha nombrado embajador allá ni reconocemos embajador de Maduro, pues su mandato terminó el 9 de enero. Él es un simple dictador que ocupa por la fuerza Miraflores”.

Mientras hablaba, gente de su gobierno, torpe hasta los tuétanos, quemó en la frontera 3 camiones con alimentos y medicinas, y arremetió contra personas desarmadas, todo ante la mirada del mundo.

Guaidó, de inmediato, escribió en Twitter: “Seguimos recibiendo el respaldo de la comunidad internacional que ha podido ver con sus propios ojos cómo el régimen usurpador viola el Protocolo de Ginebra, el cual señala claramente que destruir la ayuda humanitaria es un crimen de lesa humanidad”.

A Maduro lo acorralan, le ponen el mundo chiquitico. “Jamás me doblegaré, defenderé la patria con mi vida misma”, afirmó en la concentración del sábado, aunque parecía no estar muy convencido de lo que decía.

Se acabó la comparsa, y aunque no hay que confiarse, esto no parece que llegue a Carnaval. El final está cada vez más cerca.


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