Autonombrados  dirigentes levantan la voz para exigir  que se ceda ante la tiranía concediendo impunidad por delitos cometidos en la malversación de la cosa pública, implementar políticas genocidas por acción u omisión y convertir a los venezolanos en grupos humanos errantes sujetos de ser apropiados  a la servidumbre forzosa; todo ello como fórmulas mágicas para salir de la crisis de gobernabilidad en Venezuela.

Ello no será posible por cuanto los delitos cometidos son severamente castigados por la legislación vigente, sobre todo cuando se ha comprobado que estos fueron cometidos para convertirnos en hordas  desvalidas por ausente  territorio  y nacionalidad; fundamentos estos del gentilicio venezolano.

Nicolás Maduro  sintiéndose arrinconado plantea como salida ir a elecciones de diputados a la Asamblea Nacional, como una concesión  extraordinaria. Qué equivocado está.

 El  timador  está incurso en una pesquisa  que busca determinar su verdadera nacionalidad, ya que existen serios indicios de su procedencia colombiana por nacimiento entre otras consideraciones violatorias  del  artículo 227 de la Constitución vigente aprobada en 1999, que reza:  “Para ser elegido presidente o presidenta de la República se requiere ser venezolano o venezolana por nacimiento, no poseer otra nacionalidad, mayor de treinta años, de estado seglar y no estar sometido o sometida a condena mediante sentencia definitivamente firme y cumplir con los demás requisitos establecidos en esta Constitución”.

Todas las diligencias para poner fin a tales titubeos sobre supuestos hechos que impedirían a un extranjero ser presidente, fueron impedidas por decisiones administrativas que solo han servido para aumentar las vacilaciones.

A título  ilustrativo presento dos vicisitudes que permitirían  aclarar la  denuncia.

Las autoridades electorales están constituidas por una grosera mayoría oficialista. Estas  no permitieron evaluar  a los medios de comunicación el título de ley exigido a cualquier aspirante a puestos de elección popular, como es el certificado de origen civil.

Tampoco el entonces alcalde del municipio Libertador Jorge Rodríguez mostró el manuscrito de nacimiento otorgado por la primera autoridad civil a la presentación de los padres para dar registro e inicio de vida ciudadana al recién presentado  Nicolasito. También fue requerido en plaza de vecinos en el momento de contraer nupcias con  Cilia Flores. Rodríguez se hizo el “musiú”.

Las consecuentes infracciones punibles llevan a exigir la salida inmediata  del hombre al mando del Poder Ejecutivo por ser este, de no demostrar lo contrario, un ciudadano colombiano  y conformar una mafia extranjera para evitar ser descubierto.

La decisión emanada del Tribunal Supremo de Justicia venezolano en el exilio busca restituir el orden constitucional y ante la permanencia fuera de tiempo en el poder del colombiano Maduro Moros, procede entregar la conducción de la nación, resguardo de su territorio, custodia de sus bienes y la administración ciudadana de sus habitantes a la Asamblea Nacional.

Exige el máximo tribunal denodados esfuerzos en  ejecutar  estas sentencias mediante diligencias apegadas al legajo constitucional. Estos son quehaceres ejecutados con celo; de ahí que destacados constitucionalistas observan como ejemplo de cumplimiento al ciudadano el exitoso esmero en la estricta observancia de los artículos 233 y 333 en cuanto a la transitoriedad de las autoridades al mando ejecutivo de los pobladores.

Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, llegó a territorio  patrio el 4 de marzo luego de encuentros bilaterales con homólogos latinoamericanos. Mediante astuta estrategia que dejó sin habla a las autoridades tiránicas se adentró en Caracas acompañado de un grueso número de embajadores. Al conocer los vecinos de su presencia, alborozados tomaron las calles y ratificaron el liderazgo por quien en nombre de la legalidad restituye la democracia.

Cada día que pasa sentimos el frescor de un nuevo amanecer en libertad. Sin embargo, el tramposo y sus secuaces  presienten  el  pronto final de sus fechorías, lo cual los convierte en peligrosos seres de indiscriminada acción mortal en calzadas y avenidas. Dios proteja al pueblo  y a Juan Guaidó, el presidente interino de todos los venezolanos.


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