La crisis política, económica y humanitaria de Venezuela no muestra signos de disminuir. Con la ayuda internacional incapaz de cruzar la frontera, la hiperinflación que paraliza la economía y los recurrentes brotes de violencia, el país que fuera el mas próspero de la región se está convirtiendo rápidamente en un Estado fallido.

En Occidente, la cobertura mediática se ha centrado en la posibilidad de una intervención militar por parte de Estados Unidos, así como en las ramificaciones geopolíticas de la crisis, mientras que a menudo se deja en segundo plano la difícil situación de los ciudadanos de a pie. Sin embargo, vale la pena hacer un alto y denunciar las restricciones digitales, radicalmente invasivas, que el régimen de Nicolás Maduro impone en un intento por sofocar el libre flujo de información y extinguir el creciente desafío que representa el presidente interino, Juan Guaidó.

Con el control de Cantv, el proveedor de servicios de Internet más grande del país, el asediado presidente ha logrado con éxito restringir el acceso a la red en momentos clave de la crisis. Desde la aparentemente inocua prohibición de Wikipedia hasta el maligno ataque de phishing (fraude electrónico) a un sitio web de ayuda humanitaria, la crisis actual ha puesto de manifiesto el inquebrantable desprecio de Maduro por las libertades digitales. Si esta escalada en los abusos a los derechos digitales continúa siendo ignorada, cualquier consideración de intervención extranjera o análisis de las ramificaciones políticas de la crisis quedarán incompletos.

Silenciar a la disidencia

La primera intervención notable por silenciar a la disidencia se produjo el 12 de enero, cuando se bloqueó el acceso a Wikipedia después de que los usuarios comenzaron a clasificar a Guaidó como presidente interino en la plataforma electrónica. Al hacerlo, Venezuela se convirtió en el segundo país del mundo en prohibir completamente el acceso al sitio web.

Y a pesar de sus numerosos problemas, Wikipedia representa la capacidad de la web para compartir información de forma abierta y sin restricciones. El hecho de que este haya sido el primer sitio web que se cerró durante la crisis es emblemático del desprecio de Maduro por las libertades digitales y marcó el inicio de las restricciones que vendrían.

El 21 de enero surgieron informes que mostraban que Twitter, Instagram y Youtube fueron bloqueados temporalmente durante una disputa militar en Caracas, y fue la primera de una serie de interrupciones casi semanales durante los períodos de mayor sensibilidad política.

La restricción a las libertades digitales, a menudo relegada de la cobertura mediática de la batalla política entre Guaidó y Maduro, se ha convertido en una táctica importante para que este último silencie a sus críticos. Privado de poder acceder a la televisión, Guaidó ha tenido que recurrir a grabar sus discursos en dispositivos móviles para subirlos en línea y compartirlos en las redes sociales.

Sin embargo, a cada oportunidad Maduro simplemente bloquea el acceso a Youtube, Twitter y, en ocasiones, a SoundCloud. «Los datos técnicos muestran que las redes de Venezuela están restringidas durante las protestas y los discursos que critican al régimen, y están disponibles cuando la actual Presidencia usa Twitter para convocar a sus partidarios a sus propios mítines», indicó el director ejecutivo de Netblocks al periodista Davey Winder. Por lo tanto, en lugar de intentar suprimir toda la información, «las medidas parecen tener que ver con saturar la plataforma para transformar la opinión pública y dar la impresión de que todo marcha como de costumbre», señaló.

Al manipular el acceso a Internet, a los observadores en el extranjero y en Venezuela se les muestra una versión retorcida de los acontecimientos que han inflado artificialmente el apoyo hacia Maduro mientras que silencia a la oposición. Esto nubla nuestra capacidad de emitir juicios informados y tiene implicaciones importantes para las consideraciones de intervención internacional, la naturaleza del régimen y, lo más importante, la voz del pueblo venezolano.

Por otro lado, Maduro no ha utilizado las restricciones digitales simplemente como un medio para detener la difusión de puntos de vista opuestos y distorsionar la percepción pública. También ha atacado activamente a individuos dentro del país.

Perseguir a la oposición

El 14 de febrero investigadores descubrieron un presunto ataque de phishing, respaldado por el Estado, que afectó al sitio web de ayuda humanitaria VoluntariosxVenezuela. El sitio web, que está afiliado a la oposición, brinda asistencia a aquellos que buscan participar en la distribución de ayuda humanitaria dentro del país.

Al lanzar un ataque de suplantación de DNS, el Estado fue capaz de manipular la URL para conectar a los usuarios a una página falsa con el mismo nombre. De esta forma, cuando los usuarios ingresaron su información para registrarse en la plataforma, esta fue enviada al Estado y no a la organización legítima. Las implicaciones son de gran alcance y no queda muy claro el destino o manejo de los datos personales recabados.

Lógicamente, preocupaciones sobre la seguridad de aquellos que fueron afectados por el ataque cibernético, aunado con el reciente arresto del periodista Luis Carlos Díaz, parecen estar bien fundamentadas. El 11 de marzo, el destacado comunicador y defensor de los derechos humanos Luis Carlos Díaz desapareció al salir de la estación de Unión Radio en Caracas. No fue sino hasta medianoche que regresó a casa escoltado por funcionarios, que a su vez confiscaron computadoras, teléfonos celulares, un dispositivo USB y dinero en efectivo, de acuerdo con un informe publicado por Espacio Público.

Que el Estado haya confiscado estos dispositivos digitales demuestra una vez más el constante desprecio de Maduro por la prensa y las libertades digitales. También ilustra, además, que la batalla en curso en Venezuela es una batalla por la información veraz.

Estos ejemplos de flagrante desprecio por la libertad de expresión muestran una nueva dimensión del régimen de Maduro y si sigue teniendo éxito en protegerlo de la vista del público, la verdadera naturaleza de su gobierno permanecerá oculta.

La historia no contada

Durante la semana pasada, el apagón total de electricidad que vivió el país ha merecido especial atención. Sin embargo, gran parte de la cobertura carece de contexto sobre los abusos a los derechos digitales que han ocurrido a nivel nacional durante los últimos tres meses.

Si bien no hay evidencia que sugiera que la interrupción del servicio haya sido causada deliberadamente, la indiferencia de Maduro por los derechos digitales de su pueblo previo al apagón es indicador suficiente para pensar que no le preocuparía su actual falta de conectividad.

La crisis humanitaria venezolana ya ha provocado que más de 3 millones de personas huyan del país y, dado que es poco probable que cambie la postura de Maduro, existen preocupaciones legítimas de que la situación podría empeorar aún más en las próximas semanas. Sin embargo, es importante que al cubrir el tema no se olvide la grave escalada de abusos a los derechos digitales. Las acciones de Maduro representan un descarado desprecio por la resolución de las Naciones Unidas que exige la «promoción, protección y disfrute de los derechos humanos en Internet», silenciando con éxito la voz de sus críticos.

Esto no significa una justificación para la intervención militar extranjera. En cambio, trata de traer a la luz una característica importante del régimen de Maduro al proporcionar información sobre cómo la crisis actual está afectando directamente a las personas que viven en el país. A medida que Maduro consolida aún más su poder, vale la pena recordar las palabras del destacado activista de derechos humanos soviético-ruso Andrei Sajarov:

“…la libertad de obtener y distribuir información es… la única garantía contra una infección de personas por mitos masivos que, en manos de hipócritas y demagogos traidores, puede transformarse en una dictadura sangrienta”.


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