Fue una joven que no tuvo infancia regular, a los 40 años lucía fresca y segura, pues no creyó en las advertencias que le avisaron de los peligros que la acechaban. Sistemáticamente se negó a revisar clósets y sótanos de su casa para comprobar si en verdad sus enemigos, los nacidos en su parroquia pero criados en otros territorios, convivían en su propio hogar. Se confió solo en la herencia que la naturaleza le había otorgado con tesoros de alto precio en el subsuelo, mares, lagos y grandes ríos.

De repente surgió del aire mismo un príncipe seductor pero muy pobre que le ofreció su cuerpo y frases galantes, vestido con botas relucientes y condecoraciones que la cegaron. La conquistó asegurándole que si obedecía sus consejos amorosos ambos alcanzaría un cielo rojo, único y siempre luminoso, producto del refulgente sol que alumbraría solo para ellos y sus acólitos.

Y fueron sus propios vecinos quienes en larguísimo cortejo la llevaron al nuevo altar convencidos de que las promesas repetidas por su tan viril pareja les entregaría el paraíso terrenal por siempre. Y fue así como empezó un cuento de mentiras que se inició con una novia inmadura, ingenua, rodeada de familiares y nuevos parientes ávidos de su riqueza y culminó en una malquerida madre sufriente, ofendida, despojada, en harapos, humillada, arrinconada en sucesivos aparentes asilos que son mazmorras disfrazadas donde desaparece día por día. Nadie conoce su paradero físico.

¿Cómo rescatarla si aún respira? Su gran pecado fue descuidarse, no escuchar consejos. Bueno niños, están oyendo una historia que esta vez no es de hadas sino de diablos y hechiceras en cambote a punto de acabar del todo a quien los parió. En el vecindario lo saben, gritan sin parar que no es justo y se preocupan pero ella no aparece.

Esta vez, cada uno de ustedes tiene como tarea obligatoria escribir en su cuaderno y firmado en letras claras, cómo creen que se puede acabar con esos malos bichos que atacan desde sus continuas lengüetas de fuego y lanzas al ristre a la madre que les dio vida, y a su paso convierten todo lo que tocan en polvo y ceniza. De sus respuestas depende que esa madre regrese o resucite y este secreto salón de clases primarias continúe abierto.

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