El diario El País de España pudo acceder a Lula da Silva, el ex presidente de Brasil, quien paga condena en una cárcel de Curitiba por el delito de corrupción. Entre otros temas fue preguntado sobre el caso venezolano, entonces dijo no estar de acuerdo con que Brasil reconozca “al tal Guaidó” y seguidamente criticó al gobierno de Bolsonaro en estos términos: “Sinceramente, qué poca vergüenza, han llevado a Brasil al más bajo nivel de política exterior que he visto en mi vida… Que cada uno cuide de sus asuntos y que dejen que el pueblo de Venezuela elija democráticamente a sus dirigentes…”.

Lula el presidiario

No le fue fácil al diario español acceder a Da Silva, fue una lucha de siete meses en los que el periódico tuvo incluso que presentar un recurso judicial para ello porque se le pretendió ampliar el acceso a otros medios en contra de la voluntad del entrevistado, quien quería darle la exclusividad, más aún porque las autoridades quisieron extender permiso a otros que fueron rechazados por el ex presidente porque se referían a él como “el presidiario” pues lo consideró ofensivo.

Los cargos contra “el presidiario”

Lula da Silva está preso por una condena a 12 años de cárcel, luego reducida a 8, en un largo batallar judicial en el que se le comprobó fuera de toda duda haber participado en actos de corrupción. El proceso por el que está encarcelado fue por solo 1 de ellos, quedan 7 pendientes, 3 son en Curitiba –donde ahora está preso– y 4 en Brasilia. De manera que estamos ante un político que usó el poder para robar a su pueblo, a ese pueblo pobre que gusta usar como burladero, pero que además realizó perversas maquinaciones para robar a otros, como por ejemplo al de Venezuela, sin duda el caso más escandaloso de todos y en el cual hasta ahora él y los que con él participaron en tal crimen están impunes.

Lula da Silva y Venezuela

En el ejercicio de la Presidencia de Brasil, él se convirtió en el principal agente de negocios de la gran empresa constructora Odebrecht, operó como su embajador, aun después dejar la primera magistratura de su país, y en ello realizó una frenética actividad ante sus socios del maligno club del Foro de São Paulo para vender contratos de obras, en ello dejó una estela de cómplices en 2 países, publicó el fiscal de Estados Unidos cuando anunció un acuerdo firmado en la Corte del Distrito Este de New York con el representante de la empresa para cesar la persecución penal, incluyendo en tal convenio también a Suiza y Brasil.

El trato de Odebrecht con el fiscal norteamericano comprometió a la constructora a pagar 3.500 millones de dólares y delatar todo el entramado corrupto que estaba operando en 12 países. Tales delaciones han venido produciendo resonantes resultados contra altas figuras políticas latinoamericanas menos en 2 de ellas: Cuba y Venezuela.

“El tal Guaidó” y Odebrecht

El despreciativo calificativo del presidiario Lula está motivado por las informaciones dadas por Juan Guaidó en su condición de presidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, en que hizo público el informe producto de una larga investigación en la que se contabilizó en 30.000 millones de dólares el desastre de la corrupción Odebrecht en Venezuela.

En agosto de 2018 Guaidó ofreció detalles de contratos firmados sin licitación basado en un convenio firmado por Lula da Silva, Hugo Chávez y Nicolás Maduro como canciller. Así fue como entre Chávez y Maduro no solo es que recibieron los 98 millones de dólares confesados por Odebrecht, sino que del tesoro público venezolano se desembolsaron y se robaron esos 30.000 millones para obras que apenas se iniciaron y nunca se terminaron como por ejemplo el Metro Guarenas-Guatire, un nuevo puente sobre el Orinoco, el segundo puente sobre el lago de Maracaibo, el cabletren bolivariano, la Central Hidroeléctrica Tocoma, y otras 20 obras.

Nicolás Maduro, Lula y Chávez

Como antes quedó dicho, solo hay dos países donde este megarrobo no ha tenido consecuencias, son Cuba, donde Lula da Silva interpuso sus “buenos oficios” para una millonaria inversión –pagada con dineros venezolanos– para el puerto Mariel, y nuestro país. Ni un solo preso hay por tal asalto a los dineros públicos. Nuestro pueblo sufriendo y muriendo por toda clase de necesidades gracias al saqueo en el que solo uno de los autores puede escapar de ser juzgado porque murió, pero Maduro y Lula sí que podrán serlo, y no solo es que podrán, sino que deberán ser juzgados y sentenciados por ese crimen de alcances genocidas. Este será el proceso número ocho contra el presidiario –el tal Lula– y uno de los muchos que habrá de hacérsele a su cómplice Nicolás Maduro Moros.

Delito transnacional

Resulta evidente que Luiz Inácio Lula da Silva en este caso participó en delitos de corrupción y legitimación de capitales junto a una banda organizada de delincuencia transnacional causando graves daños materiales y morales a todos los pueblos en los que influyó para que se ejecutaran los hechos antes mencionados; es un delito transnacional de una organización de la misma naturaleza que a Venezuela produjo y está produciendo gravísimos daños –los más graves de todos los otros que ha esparcido por el mundo– que deben ser resarcidos económicamente y generar castigo proporcional así sea que tengamos que ir a enjuiciarlo allá en Brasil.


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