Desde los ya lejanos tiempos de la vibrante y violenta década de los años sesenta de la pasada centuria de nuestra Venezuela, el poeta y magnífico crítico literario y profesor universitario Lubio Cardozo (Caracas, 1938) ha colocado su venerable nombre de hombre de letras y de profunda sensibilidad artística y literaria entre lo más granado de la élite intelectual nacional avalado por una prolífica obra escrita de impresionantes resonancias estéticas y de inobjetable rigor académico que lo sitúan en un lugar privilegiado dentro y fuera de nuestras fronteras nacionales.

Desde Extensión habitual (1966) hasta Voces de la contemplación (2016) Cardozo logra construir un corpus literario de inusual densidad propositiva y de didascálica complejidad discursiva que le confiere un elevado estatuto de magisterial voz de destacada libertad expresiva, sabiduría enunciativa y belleza propositiva.

Tal como apunta Georges Steiner en La poesía del pensamiento: “El meollo, el mensaje filosófico, está en lo que no se dice, en lo que permanece tácito entre líneas”. Y a Lubio Cardozo hay que leerle aquello que, en apariencia, permanece oculto al lector o más precisamente, al interlocutor. Detrás del texto lírico o crítico, según sea el caso –pues la propuesta programática cardoziana reúne ambas facetas del discurso literario–, siempre es posible encontrar un metatexto que también remite a un metalenguaje. Es inseparable el ámbito creativo de la voluntad crítica en la episteme filosófica de Lubio Cardozo de su vasta obra poética que nunca ha cesado de aumentar en cantidad y calidad.

Tengo para mí que los espíritus altamente evolucionados como Cardozo se autorrealizan en el diálogo trascendente con otros espíritus de su mismo linaje espiritual. De allí el permanente diálogo del poeta y el crítico con gigantes del pensamiento como Platón, Kant, Plotino, Horacio, Heidegger, san Agustín, Tomás de Aquino y tantos dignos exponentes del eternamente inalcanzable bios theoretikós que caracteriza a la especie humana en su incesante proceso de hominización cultural desde los más remotos tiempos históricos.

La Grecia antigua, la de los filósofos presocráticos, y el Occidente todo, el motivo de concienzudo estudio crítico por parte de Cardozo bajo el prisma de una irreductible voluntad de saber a la manera de Nietzsche.

Leyendo con gozo y jubiloso placer estético un pequeño volumen titulado Voces de la contemplación me afirmo con reiterada convicción intelectual que pocos poetas de entre siglos (XX y XXI) se han destacado con la descollante inveterada pulcritud verbal con que nuestro admirado profesor ha sentado cátedra en nuestro dilatado y vasto panorama literario venezolano.

Teresa Coraspe, Fernando Paz Castillo, Alfredo Silva Estrada, Ramón Palomares, Carlos Augusto León, Juan Beroes, son, entre otros poetas de colosales dimensiones creadoras y de impolutas originalidades expresivas y lingüísticas, motivos de acercamientos reflexivos a la idea de poesía que mueve el esfuerzo analítico y reflexivo de Cardozo para solaz agradecimiento de sus lectores que, valga decirlo otra vez, somos legión. En La casa de la presencia (Obras completas de Octavio Paz) nos dice: La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro.

Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega a la historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no dirigido. Hija del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de la idea. Locura, éxtasis, logos. Regreso a la infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo.

Juego, trabajo, actividad ascética. Confesión. Experiencia innata.

Visión, música, símbolo. Analogía: “el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo”.

Lubio Cardozo sintetiza en su cosmovisión programática del poetizar la reunión del entendimiento y de la imaginación en un solo haz y un único envés. Conjuga su estro lírico singular la potencia de la facultad racional del severo crítico con la vibrante emocionalidad imaginativa del bardo inventor de artificios verbales de belleza extraordinaria. Cardozo es un caso infrecuente en nuestro panorama literario contemporáneo.


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