Los maduristas y en especial toda la senilidad que los agrupa, tanto en lo mental como en lo cronológico, son los primeros que apoyan que los trabajadores tengan salarios de 5 dólares mensuales.

Es tan curioso que usted ve a los maduristas condenando a empresas como la Polar diciendo que esta aumenta de precios sus productos todas las semanas. Incluso en una oportunidad hasta Diosdado Cabello fustigó a Lorenzo Mendoza porque supuestamente le estaría quitando a los venezolanos hasta la posibilidad de tomar cerveza por “relaciones sociales”. No obstante, usted no lee y menos escucha a los maduristas condenar a Lorenzo Mendoza porque en sus nóminas existan trabajadores que perciban salarios de entre 5 y 20 dólares.

A los maduristas que tanto critican a Fedecámaras y Consecomercio, a quienes catalogan de “golpistas y desestabilizadores”, jamás usted los observa objetando que la mayoría de estas empresas agrupadas en tales asociaciones paguen 5 dólares mensuales a los trabajadores. Simplemente callan de manera inexcusable ante ese vergonzoso hecho de explotación humana.

Esos mismos maduristas que han apoyado todo tipo de expropiaciones para que estas pasen a ser parte de empresas del Estado, como por ejemplo la anterior Agroisleña, ahora denominada Agropatria, o Conferry, que no solo se encuentren técnicamente quebradas, incluso denominan como acción “revolucionaria” que esas empresas en manos de la cúpula roja paguen precisamente 5 dólares mensuales de salario a la inmensa mayoría de trabajadores.

Son tan descarados los maduristas que hasta en Petróleos de Venezuela la mayoría de sus trabajadores, así como técnicos y profesionales, mantienen salarios en esa banda que desde 5 dólares a lo sumo, en el mejor de los casos, llega hasta los 20 dólares. Siendo tan irónico que ni siquiera aparece el voluminoso Will Rangel hablando de semejante aberración, lo cual equivale a decir, que son seudosindicalistas peores que la estirpe de los tiempos de Carlos Ortega, porque cuando menos en aquellos tiempos si algo se criticaba en Pdvsa eran sus exagerados salarios en relación con el resto de los trabajadores venezolanos.

Si hablamos de los docentes, el sindicato que dice agrupar a estos, o sea, Sinafum, es otra entelequia, al punto de que cuando Aristóbulo Istúriz dijo, palabras más, palabras menos, que ojalá desde el trabajador más humilde –sin menospreciar sus labores– hasta el educador con máximos niveles de posgrados ganaran “igual”, ese “sindicato”, ni siquiera algunos de su junta directiva dijeron esta boca es mía. O lo que es lo mismo, esos “representantes magisteriales” si algo condenan con las declaraciones del ministrillo de “educación” es la propia formación educativa y académica que alcance cualquier venezolano, y con tal “racionalidad” lo que están diciendo analógicamente a los propios estudiantes es: “no estudies que en Venezuela estudiar no vale la pena”.

Por supuesto, esa misma realidad existe en el sector salud. Allí vemos cómo un médico general, o uno especialista, quien haya hecho varios años de posgrado en áreas como cardiología, neurología, cirugía general, medicina interna, oftalmología, entre otras especialidades, así como enfermeras, bioanalistas, odontólogos, radiólogos, y muchas otras especiales, pues todos, sin excepción, no deben sobrepasar esos 5 dólares mensuales. De hecho, hablar de sindicatos de salud maduristas que salgan a condenar tal barbarie, no existe, y por el contrario, si algo promueven es la graduación de “médicos integrales comunitarios” que obtienen sus “títulos” en tiempo récord, y que además los únicos posgrados que realizan son en medicina “familiar”, “comunal” y “gerencia sanitaria”. En otras palabras, medicuchos, quienes ignoran hasta el concepto de la propia medicina.

Obviamente, que tales sindicatos maduristas callen sobre los miserables salarios y nulos beneficios que perciben los trabajadores de la administración pública se puede entender porque es un mandato que hace la cúpula ante la cual se arrodillan como vulgares panegíricos, pero que esos mismos “sindicatos” callen porque eso sea una explotación capitalista en el sector privado, es el colmo de estos seudosindicalistas que además se hacen llamar “socialistas.”

¿Y por qué los maduristas callan en relación con los empresarios y comerciantes ante la explotación laboral? Es simple. Porque al decirle explotadores a estos no tendrían manera de justificar lo que hace el madurismo con los trabajadores públicos. Por ello, ni siquiera hablan de alguna posibilidad de paro en el sector privado, porque ese mismo paro le explotaría al madurismo en su cara, y terminaría siendo la estocada final contra un régimen neototalitario que haciéndose llamar “socialista” ha creado a escala mundial una neoesclavitud en pleno siglo XXI.

Los maduristas que apoyan este sistema retrógrado, y violador de derechos humanos es porque son felices al ver que la mayoría de la población gana 5 dólares mensuales, mientras vivimos en la más absoluta miseria. Esa es la razón por la cual ni siquiera sugieren que haya un paro general de trabajadores en el sector privado.

No se puede llamar “salario” a unos ingresos que ni siquiera aseguran la alimentación del ser humano. Eso es una burla. Una explotación humana. Una insensibilidad ante el dolor de los trabajadores. Por ello, entre los maduristas y la senilidad que defiende la bazofia política que usurpa Miraflores, tenemos que dejar en claro que esos individuos lo que buscan es la destrucción de la patria de Bolívar, y lo único que desean es ver las lágrimas de la mayoría de los venezolanos.


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