Si existe algún aspecto que no deja de destacar en las distintas actividades que expusiera sobre los aspectos legales de las criptomonedas en general es su legalidad; ello, más allá de señalamientos sobre su carácter de “burbuja” y de “pirámide Ponzi” hasta la grave situación en Venezuela que se ha utilizado como instrumentos de extorsión en la que cuerpos de seguridad de Estado y ciudadana, y que algunos sectores no se limitarían a referir como esbirros, se han dedicado a la tarea de solicitar grandes sumas de dinero para evitar iniciar procedimientos que van desde robo de energía eléctrica, delitos informáticos, ilícitos cambiarios, robo de energía eléctrica, y hasta de incumplimiento de deberse aduanales, en fin.

Es ante estos, y cientos de otros argumentos traídos a la discusión sobre el tema y en el que se señala que en Venezuela no existe legislación sobre el tema y es por ello que debe procurarse su “legalización” o “regularización”, que uno de los aspectos esenciales de la disertación es destacar y afirmar que el hecho de que no exista un cuerpo de rango legal que no lo desarrolló no significa que no esté normado, por el contrario, es de la naturaleza propia de esta más que tecnología, elemento de cultura de la libertad, que se rija por el orden espontáneo que vaya surgiendo entre las partes e integrantes del ecosistema, negando cualquier injerencia externa, menos aún si surge a modo de imposición, especialmente si es la de los Estados, y si es una tiranía con mucha más razón.

Por supuesto que como toda tecnología, como todo acto de la actividad humana existen riesgos y ante los cuales hay que estar atentos, o ¿es que la existencia de controles de la banca tradicional no demostraron ser insuficientes para enfrentar situaciones como las ocurridas en los años 2008 y siguientes? El problema como se ha se ha señalado en diversas conversaciones no es la tecnología, en este caso del blockchain, el bitcoin o las demás criptomonedas, el problema es lo que hacen las personas con ellos, que en definitiva no son más que instrumentos a servicio del bien o de mal, como todo en la vida.

Hace pocos días, sale de la bolsa mágica de sorpresas del fantástico mundo de Venezuela un nuevo episodio, una nueva aventura, la del “petro”, la criptomoneda promovida el país, que estaría respaldada con sus reservas en oro, petróleo, diamantes, y vaya usted a saber en qué más, pero, además, nacen con la intención de librarse de las limitaciones que le han impuesto al país en sus intercambios internacionales. Como siempre, las reacciones no se hicieron esperar, y desde los más variados aspectos se han pronunciado y hasta ahora lo siguen haciendo sobre la viabilidad de esa “moneda”, su legitimidad, manera en que se implementaría y cientos de otros asuntos.

Ahora bien ¿que es en realidad ese “petro”? ¿Puede verdaderamente un Estado hacerlo? ¿Qué tan viable es? Las respuestas, si se desean con suficiente detalle técnico, no son fáciles de explicar en un artículo corto como el presente y más bien haría falta un formato más elaborado, sin embargo, de manera muy somera, para animarnos a investigar y estudiar más sobre el tema, podemos procesar algunos aspectos muy puntuales, que son:

1.- Cualquiera con conocimientos especializados en esta tecnología puede crear una criptomoneda; sí, cualquiera, y más que una criptomoneda, más específicamente los esos subproductos llamados “tokens”, los que se identificarían un poco más como lo que se pretendería con el petro. No hace falta que sean los Estados que la creen, es más, si hay algo que le es esencial a este tipo de “monedas”, que yo personalmente las denomino “metamonedas”, es que surgen totalmente al margen de los Estados y los banco centrales.

No obstante a lo anterior, no existe natural impedimento que algún Estado genere su propia criptomoneda, lo que sí resultaría una ambigüedad es que lo haga un Estado de corte absolutista, y en el que además su moneda nacional está totalmente envilecida y que no solo carece de confianza, sino que ni siquiera el propio Estado la reconoce ya.

2.- El valor de intercambio de las criptomonedas no dependen de soporte material alguno, ni oro, diamantes, petróleo, nada. Se sustenta en sí misma en cuanto a la aceptación y valoración subjetiva que le den sus usuarios sobre su utilidad. ¿Qué dice el socialismo sobre esto?

Ese soporte en “commodities”, esos “activos subyacentes” se identifican más con los derivados financieros como instrumentos que con las criptomonedas, aunque tal vez con los “tokens”, otro aspecto que al parecer la propuesta no está tan bien planteada como quisieron hacer ver.

3.- Sea cual sea la forma en que un Estado se haya de endeudar, emitir obligaciones, moneda, bonos, criptomonedas, tokens, y en este caso de esos “petros”, el ejecutivo debe contar con la correspondiente autorización de su parlamento, sea congreso o asamblea nacional, mal pudiendo hacerlo con prescindencia de esta autorización, y menos aún que se pretenda que dicha autorización la expida algún órgano, institución o ente ilegítimo usurpando las funciones del legislativo, transgresión de la norma que en este caso contaría con la plena demostración, invariable por demás, por estar en la misma cadena de bloques.

Como en múltiples ocasiones hemos concluido en actividades sobre la materia, el tema de a criptomoneda, el bitcoin, cadena de bloques y tantos aspectos relacionados, ello no es un asunto que corresponde a única área del conocimiento humano, sino que ante sus importantes efectos, ha de ser estudiado desde las más distintas especialidades como las ciencias de la computación, economía, derecho, y como nos obligan estos nuevos episodios como los de “petro”, desde la filosofía política y hasta la ponerología, ya que pudiéramos estar ante el primer cado de “cripto-totalitarismo”.

P.D. Solo un dato general, para el momento en que se escribe este texto, miércoles 6 de diciembre de 2017 a las 12:23:40, la capitalización total de bitcoin es de 198.638.586.220 dólares, eso es información disponible para todos; por otra parte el Banco Central de Venezuela desde hace ya mucho tiempo que no dicta cifras oficiales.

Otro sí: a veces se han escuchado rumores de que las corrupción en el país ha causado la pérdida de 350.000 millones de dólares, esto es mucho más de todo lo que existe capitalizado en bitcoin y hay que verle la cara.


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