El ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, había tenido días extraños: estaba, sin ambages, frontalmente madurista. Sin embargo, a principios de semana volvió a sus andanzas, afirmando que a las manifestaciones pacíficas no se les debe reprimir ni con el pétalo de una rosa. La realidad ha sido otra, con los calabozos del régimen llenándose cada día más con manifestantes pescados por la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en las revueltas populares. Lo expresado por Padrino López se puede considerar una opinión particular en medio del océano que representa el madurismo, cada vez más desunido.

El ministro de la Defensa es diametralmente opuesto a las posiciones e intereses que representan quienes comandan la represión, los generales Néstor Reverol Torres y Antonio Benavides Torres, ambos en la lista negra de Estados Unidos por narcotráfico. El primero está al frente del ministerio de Interior, Justicia y Paz pero ansía la cartera ocupada actualmente por Padrino López, que a mediados de año podría ser sustituido por Maduro. El segundo es el comandante de la GNB y aspira sustituir a Reverol Torres.

Reverol Torres y Benavides Torres forman parte del grupo de generales que juegan cuadro cerrado con Maduro, a quien usan como escudo ante la DEA. Forman parte del pequeño grupo de generales que mantienen en el poder al actual Presidente por puro instinto de supervivencia, como señala el mayor general retirado Cliver Alcalá Cordones en esta edición de El Nuevo País.

Alcalá Cordones es uno de los generales más influyentes del chavismo, que no es lo mismo que el madurismo. El oficial ya retirado pero de la misma generación que Padrino López ha engrosado las filas del chavismo disidente, en específico de un grupo llamado Marea Socialista.

Represión desbordada

Padrino López es consciente de que los militares no podrán mantener la represión sostenida por mucho tiempo. Quienes están en la calle como carne de cañón son jóvenes cuya formación en materia de contención de eventos como protestas es de pocos meses y a la ligera. Los gradúan rápidamente para lanzarlos inmediatamente a la calle. ¿Qué pueden saber estos muchachos de Derechos Humanos? ¿Cuánto pueden aguantar vestidos con pesados trajes, bajo el inclemente sol y sin agua ni alimento durante tantas horas? ¿Cuántos van a reprimir cuando en frente tienen a sus familiares y conocidos?

Padrino López también es consciente de que, aunque son esos soldados a los que usan como carne de cañón en un conflicto en el cual no creen, son los generales lo que deberán responder por crímenes de lesa humanidad y violaciones de Derechos Humanos. El ministro de la Defensa tiene mucho más que perder que Benavides Torres o Reverol Torres, quienes están en una posición de todo o nada ante la amenaza del águila imperial.

No es 2014

Aunque se intentó vender a nivel internacional que la oposición no está unida, las recientes protestas indican todo lo contrario. A la hora de la verdad, la supuesta unión monolítica en el madurismo resultó ser más bien gelatinosa y la unión de la Mesa de la Unidad Democrática es sólida.

Maduro, que no tiene el nivel táctico de Chávez, creyó que la unidad opositora estaba en su peor momento y quiso aprovecharlo para instaurar formalmente una dictadura al estilo ruso, que le permitiera disolver cualquier disidencia interna pero operar sin problemas a nivel internacional para conseguir los dólares que le hacen falta para mantenerse en el poder. Sin embargo, forzar tanto la mano con el auto-golpe de Estado alarmó al mundo gracias a que la oposición venezolana tiene años conectando con los principales centros de poder. Internamente, el madurazo fue la excusa perfecta para la reconciliación entre la MUD y la ciudadanía, distanciados gracias al lamentable episodio del diálogo.

La torpeza de Maduro lo lleva a enfrentar masivas protestas a nivel nacional sin apoyo popular –no hace falta ver encuestas sino el triste incidente de San Félix–, con la oposición más unida que nunca, con el mundo llamándolo dictador, sin dinero y sin liderazgo en el movimiento que encabeza por circunstancia del destino. Ahora, se trata de una lucha de resistencia entre un maratonista en plena forma y otro claramente gordo…mientras el pueblo pasa hambre.

La estrella que faltaba en la constelación para que a Maduro se le terminaran de alinear los astros en su contra es la urgencia de Donald Trump de desviar la atención de sus fracasos a nivel interno. Aunque el catire llegó a la presidencia prometiendo aislar a Estados Unidos internacionalmente para concentrarse en los problemas locales, el campo minado que se le ha presentado en Washington hace que busque victorias a nivel internacional. Es Corea del Norte y Siria, pero también es Venezuela, de quien el jefe del Comando Sur ––flota de Estados Unidos apostada desde hace años frente a territorio venezolano– quien asegura que el madurismo es una amenaza para la seguridad nacional yanqui, lo mismo que El Assad y Kim. Maduro podría estar ante su última oportunidad para que la victoria sea de Luis Almagro y no del almirante Kurt Tidd.

Al madurismo no se le puede apostar ni un centavo.


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