Si algo no tiene límites en el verbo de Nicolás Maduro, sus panegíricos y zascandiles, es la capacidad de conjugar la bazofia política ante su claque, mientras estos la degustan casi de manera orgásmica.

De hecho, cuando escuchamos al jefe del neototalitarismo que controla a Venezuela decir que ellos “respetan” a las “oposiciones” porque, según el propio Maduro, allí están esos gobernadores, en donde se cumple la “voluntad del pueblo”, tengo que decir con total y absoluta responsabilidad que no solo miente, sino que, además, pretende torcer esa decisión del pueblo colocando en los estados a figuras sustitutas que reciben el rechazo de la gente hasta en las urnas electorales.

Así tenemos que Maduro, quien habla de respeto a las mayorías, designa gobernadores paralelos, bajo la figura de inconstitucionales “protectores” que no solo asumen de manera arbitraria las competencias de los gobernadores opositores, sino que además los amenazan con cárcel por el simple hecho de criticar o disentir de la manera como el madurismo pretende imponer su visión hegemónica del poder.

Recordemos que en plena campaña “presidencial”, Maduro cuando estuvo en Mérida acusó al gobernador de esa entidad de “sabotear” el servicio del agua, cuando sabemos que tenemos una crisis inmensa en la distribución del preciado líquido a escala nacional como efecto de la incompetencia y la incapacidad de sus “revolucionarios gerentes”. No obstante, fue más fácil echarle la culpa al gobernador opositor. Habría que preguntar a los merideños si desde ese entonces les llega el agua con regularidad. ¿Qué ha hecho el “protector” de ese estado, además de amparar que circulen millones y millones de dinero en efectivo del “nuevo cono monetario” en camionetas que son propiedad de las alcaldías que controlan los maduristas en la región? ¿Ha investigado ese “protector” la desaparición de Alcedo Mora en tiempo en que los maduristas eran gobierno en ese estado?

Otras de las víctimas, de manera por demás repudiable, hemos sido quienes residimos en el estado Nueva Esparta. Allí tenemos que hacerle saber a la población que el ex gobernador Carlos Mata Figueroa fue aplaudido por su comparsa por haberse divorciado y casado con una dama casi 40 años menor que él, como si eso fuera un gran ejemplo familiar, sino que además dejó Margarita y Coche en tal estado de postración que más de 60% de los comercios del puerto libre cerraron con una pérdida de más de 30.000 empleos, y una reducción al mínimo de la actividad turística, aunado a la destrucción del transporte marítimo y aéreo, en el medio de la quiebra de los servicios públicos como agua y electricidad.

Ante esa realidad, el gobernador saliente, pese a la compra de conciencias y manipulación del voto, recibió una paliza por el actual mandatario regional, Alfredo Díaz. Ahora bien, ¿qué hizo Nicolás Maduro? Pues, designar inicialmente al propio Mata Figueroa como “protector” de Nueva Esparta, que ni siquiera para eso sirvió, al punto de que fue sustituido por el jefe de las mafias corruptas del cadivismo en la región, Dante Rivas, quien además también fue derrotado por el gobernador en 2013, cuando intentó disputarle la más importante alcaldía del estado, o sea, el municipio Mariño (Porlamar).

¡Claro! Maduro, así como lo hizo con el gobernador merideño, le quitó a Alfredo Díaz las competencias sobre el control de la policía, la recolección de desechos sólidos, y hasta la salud, lo cual ha originado que la delincuencia se haya apoderado hasta de las escuelas de la región, mientras los efectivos policiales y militares arremeten contra los estudiantes, y las calles y avenidas se encuentran en tal estado de abandono, porque no son capaces ni siquiera de recoger la basura.

Sobre el Táchira, el otro “protector”, en este caso que le han colocado a la gobernadora Laidy Gómez, ha sido Freddy Bernal, quien ha dejado constancia pública y notoria, sobre el cómo pretenden “controlar” los mercados municipales que, ha dicho Nicolás Maduro, estarán bajo el total “control” de su gobierno. De hecho, han dado la vuelta al mundo las imágenes en que vemos a Freddy Bernal acompañado de sus secuaces con sendas armas, cuando, actuando de manera represiva, horas después de la toma, por no decir allanamiento, del mercado de Rubio, así como el matadero municipal de reses, lugar en donde apareció asesinado Carlos Manuel Tarazona, “Cocha”, amigo de nuestra infancia, y por quien metemos las manos en el fuego como una persona íntegra, honesta, decente y responsable, pero según el “protector”, “Cocha” era un “jefe de mafias” y por ello, pues, habría que matarlo, sin que hasta la fecha hayan presentado una sola prueba.

En cuanto al estado Anzoátegui, la verdad desconozco si Aristóbulo Istúriz continúa siendo el “protector”. Lo insólito de esto es que el propio Maduro en cadena nacional reconoce que el gobernador de ese estado le ha reclamado que no le asignan los recursos, situación que, sería pleonástico decir, también se repite para los otros tres gobernadores de “oposiciones”, como los definió Maduro. Y si eso es así, a eso le llama Nicolás Maduro respeto a la “voluntad del pueblo”. ¡Es el colmo del cinismo!

Si Maduro quiere hablar de diálogo y respeto, debe comenzar por eliminar y retirar de los estados Anzoátegui, Mérida, Nueva Esparta y Táchira las inconstitucionales, y por ende ilegales, figuras de los “protectores”, por cierto, nombre muy aplicado en los tiempos del nazismo, así como devolverles de manera inmediata a los mandatarios regionales las competencias que les han sido despojadas de manera arbitraria y autoritaria, y entregarles los recursos que les corresponden por ley.

Si Maduro cumple con lo que está establecido en la Constitución pudiéramos decir que existe voluntad política de respeto a las mayorías y a las “oposiciones”, lo demás es simple bazofia semántica.

Los “protectores” de Maduro en el Consejo Federal de Gobierno, que ignoro si fueron o no convocados para tal “reunión”, representan la más clara muestra del neonazismo madurista.


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