El régimen anunció a través de Delcy Rodríguez sus torcidas intenciones con la violencia desatada para impedir el ingreso de ayuda humanitaria por nuestras fronteras: “Lo que pasó el 23 de febrero es una pizca de lo que somos capaces de hacer…”, para luego demostrarlo el 7 de marzo pasado con el apagón más largo de nuestra historia. Con una duración de 100 horas, afectó a todo el territorio nacional. Su efecto fue reconocido a nivel mundial y visualizado en las escenas dantescas de la población buscando sobrevivir a la contingencia de un país en la penumbra, incomunicado, perplejo, impotente, aislado durante 5 noches y 6 días. Miles de eventos y tropelías cometidas por un gobierno insensible que dio la espalda a una población desinformada de lo que ocurría.

Desde 2010 la crisis del servicio eléctrico no es secreto para nadie, los efectos atmosféricos del fenómeno del Niño, abordados entonces por la Ley habilitante en el contexto de las emergencias de las lluvias, y en el posterior racionamiento en diferentes estados del oriente y el occidente, sin llegar a afectar la capital de la república,dieron cuenta de un servicio precario con interrupciones continuas, fogonazos de corriente  destructores de aparatos eléctricos domésticos, sin compensación alguna por Corpoelec, derivando en el empeoramiento de la calidad de vida, por la incapacidad de una mayoría de hogares de reparar los aparatos dañados por los altos costos. A esta cruenta situación se añade la pérdida de vidas humanas por las decenas de fallecidos en clínicas y hospitales, adultos e infantes por la caída de la energía eléctrica.

Esta caída del servicio eléctrico estuvo acompañada durante estos años por permanentes excusas y cambio de ministros, hubo uno que solo duró por su manifiesta incapacidad 36 horas en el cargo, quienes solo presentaron argumentos risibles sobre los permanentes cortes de energía. Cargaron la culpa a la fauna nacional, una vez fue un rabipelado, en otra oportunidad fue una iguana, zamuros, en el caso del Zulia la caída del servicio eléctrico se debió a sabotaje de un diputado opositor, lo que ocasionó la ocurrencia del humor marabino al señalar como culpable a un armadillo, pez godzilla capaz de morder y cortar el cable submarino asentado en el fondo del lago de Maracaibo. Recientemente, según la brillante opinión emitida por el secretario de gobierno regional ante el último corte acaecido esta semana en la capital del estado fue culpa de los papagayos o volantines y por la cercanía del territorio zuliano al astro rey.

No tengo duda alguna de que la situación se prestó para que el Ejecutivo nacional utilizara la ocasión para aplicarnos un ensayo brutal, un experimento del terror, de aprovechar la crisis eléctrica para prolongar la suspensión del servicio, con la intención aviesa de amedrentar y de paralizar todo género de protestas que se han venido acrecentando, en enero y en febrero 2019 se registró el récord nacional de 1.600 protestas de índole político, económico y social exigiendo la salida de Maduro y 90% de la población aspirando a un cambio.

Pues bien, en el peor estilo de los fascismos del siglo XX no le importó doblar la rodilla a un pueblo extenuado y hacerle pasar aceite a todos los estratos sociales, a tal extremo que son dantescas las escenas del río Guaire donde pobladas utilizan el agua contaminada para solventar sus necesidades, que a la postre puede ser mortal su consumo por la falta de agua potable.

Incluso en algunos estados, y en particular en el Zulia, la calamidad se expresó en el saqueo generalizado, con la mirada cómplice de la gobernación y autoridades municipales, ocasionando pérdidas cercanas a los 50 millones de dólares y de casi 3.000 puestos de trabajo.

El remate de la faena es aplicar el manido recurso, en el estilo de la confesión, del filme de Costa Gavras (1970), en cuyo contexto se utiliza el control absoluto de los poderes públicos para fabricar expedientes, y en nuestro caso difamar al presidente interino Juan Guaidó, de ser el cerebro del apagón planificado desde Chicago, Houston, en circunstancias donde se fraguan culpables, se asesina, se persigue, se encarcela y se prohíbe la libertad de prensa.

En definitiva, conocemos a un régimen capaz de lo inverosímil para mantenerse en el poder, dispuesto a continuar sacrificando a la población, condenándola a la penuria, a aplicar experimentos macabros, en esta oportunidad se condicionó a 25 millones de habitantes, ya que 5 millones se han disparado de nuestro país mediante la diáspora. Lo cierto del caso es que la mayoría de la población ha tomado conciencia y cada día el dictador se arrincona en Miraflores temeroso del desenlace inaplazable, que más temprano que tarde lo desalojará del poder.


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