El libro del oprobio es el título de una obra que se está gestando silenciosamente en Venezuela. Decenas de abogados están trabajando en la narrativa de experiencias con los jueces de la revolución, esos que inundaron a nuestros tribunales desde aquella fatal época que se inició formalmente el 3 de agosto de 1999 con la pauta marcada por Luis Miquilena en el discurso de apertura de actividades de la fatídica primera asamblea nacional constituyente, montada a tiro y trapo por Hugo Chávez para adueñarse del Estado y de todas sus instituciones, y que ejecutó mediante “decretos constituyentes”.

En sesión constituyente del 7 de octubre de 1999 el verdugo designado para asaltar al Poder Judicial, Manuel Quijada, en nombre de un parapeto que crearon, denominado Comisión para la reestructuración del Poder Judicial, presentó a la plenaria una petición del inspector general de tribunales, abogado René Molina Galicia, para que se le autorizara a suspender a jueces e inspectores de tribunales y nombrarles sustitutos, todo como medida dirigida a “la depuración del Poder Judicial” lo cual se aprobó. Ese fue el medio “legal” por el cual aquellos dos dieron inicio al desastre que hoy tenemos en los tribunales sacando y metiendo, a su antojo, jueces e inspectores; de allí comenzó a nutrirse este “poder judicial” con funcionarios cuya definición más ajustada es “empleados del gobierno”: son los jueces del horror de Venezuela, los jueces de la revolución.

En este libro del oprobio se dejará constancia de actuaciones de jueces que han ejecutado y ejecutan atroces violaciones a los derechos humanos llevando a prisión personas bajo señalamientos que luego nunca dejan que se debatan en un debido proceso. Han hecho costumbre el horrendo vicio de fijar fechas para la celebración de audiencias para ventilar las acusaciones y al llegar el día esperado las suspenden regresando a los presos al encierro y victimizando a sus familiares por no poder verle final a aquella agonía.

Algunos casos de ejemplo de la aberración judicial que han hecho costumbre estos jueces.

Kamel Salame 

Comerciante de Yaracuy cuyo delito fue disputar en elecciones el cargo de alcalde de San Felipe a un tal Heredia, magnate rojo de la localidad quien entonces, para quitarlo del medio, le urdió una trama de narcotráfico con la que confabuló con fiscal y jueces para encarcelarlo y quitarle todas sus propiedades, incluso su casa en la que vivía con su familia. En más de los 9 años que lleva preso (desde el 28 de noviembre de 2008) no le han dejado defenderse, solo 4 años después fue que sus abogados pudieron ver el expediente y aún a esta fecha no ha podido tener la audiencia en la que se debe debatir su caso. Se la han diferido 109 veces: una vulgaridad, un crimen.

Merecen mención de honor los abogados que han cargado en sus hombros la pesada carga de la defensa de este caso, los colegas Robert Alvarado y José Luis Centeno que con eso tienen ganado el cielo.

Todo este horror pasa por las manos de jueces de la revolución.

Marcelo Crobato

Otra mención especial es para el caso del abogado Marcelo Crobato, cuatro años privado de libertad por haber realizado actos de ejercicio profesional como defensor de derechos humanos y, como tal, miembro de la organización de la sociedad civil Foro Penal que realiza una denodada actividad a favor de las personas víctimas de retaliación política. El doctor Crobato atendió una angustiada llamada de urgencia de una familia que estaba siendo víctima de un allanamiento ilegal y al apersonarse fue detenido y enviado a una peligrosa cárcel de donde apenas unos meses atrás se le dio arresto domiciliario gracias a una huelga de hambre que realizó. No le han permitido defenderse, la audiencia establecida en la ley le ha sido fijada y suspendida 40 veces.

Este caso ha sido conocido por un Organismo de la ONU en el que han pedido inútilmente la libertad del abogado.

Todo este horror pasa por las manos de jueces de la revolución.

Lorent Saleh y Gabriel Valles

Activistas por los derechos humanos van para cuatro años presos, sin juicio, sin derecho a la defensa, confinados a un calabozo en la tenebrosa prisión “La Tumba” y luego en El Helicoide; 40 veces les han fijado la audiencia preliminar y 40 veces se las han suspendido.

Todo este horror pasa por las manos de jueces de la revolución.

Vilca Fernández

Dirigente estudiantil, más de un año preso por haber dirigido un tuit a Diosdado Cabello; 15 veces diferida la audiencia por jueces de la revolución.

Y así podríamos seguir en una larga lista de casos semejantes con cerca de los actuales 400 presos políticos, pero también hay destacados “jueces de la revolución” en el área civil, mercantil, laboral, contencioso administrativo, agrario, mujeres, menores. Nada escapa a esta terrible debacle que destruye los más elementales principios de lo que lo que significa la palabra “justicia”, pero todo quedará grabado en las memorias de este Libro del oprobio de autoría colectiva. Quien quiera aportar casos específicos puede enviarlos a [email protected]


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