Durante la colonia, aquella isla fue punto de aprovisionamiento para embarcaciones con destino a La Guaira. Ahora los viajeros han cambiado de dirección: Trinidad es el lugar ansiado para los hijos de la tierra de gracia, les ha tocado huir de un país devastado. Decenas de venezolanos zarpan diariamente hacia esas costas cercanas con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida.

Esta semana fuimos a Trinidad a ocuparnos de la situación de casi 200 venezolanos víctimas de injustas políticas de represión a migrantes, buena parte de los cuales llegaron en balsas y peñeros.

En este viaje pudimos hablar y conocer directamente sus tragedias personales. Uno de esos casos es el de María, una joven que abandonó nuestro país junto con otros 10 integrantes de su familia. Su pesadilla comenzó con todos los esfuerzos que hizo con el objetivo de reunir el costo del pasaje. Para iniciar su nueva vida llevaba apenas una bolsa con sus pocas pertenencias y la inminencia de endeudarse a fin de comenzar a luchar y estabilizarse. Otros, en situación de esclavitud encubierta, deben trabajar para pagarle a quienes les financiaron su movilización. Estas deudas les exigen hacer lo que sea, para no mencionar oficios detestables y degradantes.

Salir de Venezuela es un peligro que se presenta desde el momento en el que hay que elegir el punto de inicio del viaje: Güiria o Tucupita. El gran sobresalto surge cuando deben desembarcar en alguna solitaria playa en la madrugada. Esta situación de alerta roja se mantiene mientras tienen que deambular de escondite en escondite, para burlar los operativos de las autoridades migratorias de una ciudad que no quiere recibirlos.

Muchos que corren con mala suerte pierden la partida y son atrapados. La expresión mala suerte puede resultar un eufemismo ante la situación que viven 135 hacinados en calabozos por incurrir en delitos migratorios. Su situación empeora por la indiferencia y el olvido con los que las autoridades de nuestro país tratan un problema que oficialmente no existe.

La operación publicitaria Vuelta a la Patria no llega a Trinidad, donde hay venezolanos que necesitan ayuda y solidaridad.

De nuestro viaje resaltamos la grave situación de las más de 9.000 personas que han solicitado protección ante Acnur, la tragedia de nuestros balseros que se arrojan al mar, en medio de grandes riesgos, huyendo de la crisis humanitaria que Maduro no quiere ver.

Logramos reunirnos con miembros del Parlamento de la isla, ONG, grupos de venezolanos, personal diplomático para coadyuvar a que el gobierno del primer ministro, Keith Rowley, asuma la dimensión del problema de esta migración y se promueva una legislación que brinde un marco jurídico para los que arriban a ese país.

Hablamos de 9 solicitantes de asilo, aproximadamente 400 niños venezolanos sin educación formal y al menos 3 casos de pequeños separados de sus padres, porque están detenidos, mayormente por problemas migratorios, que no son atendidos por la negligencia de la Embajada de Venezuela.

Es realmente lamentable esta falencia en los servicios consulares y cómo muchos migrantes se sienten perseguidos por el personal diplomático del régimen, debido a que solicitaron protección ante Acnur.

La defensa de los derechos humanos de todos los venezolanos no tiene fronteras. Nosotros estamos convocados a no dejar sin protección a ningún connacional, independientemente de su preferencia política o ubicación.


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