Los articulistas, cuando expresamos nuestra opinión tenemos la finalidad de darle otro punto de vista a las circunstancias que la gran mayoría de la población no aprecia no por su falta de capacidad de análisis, sino porque el día a día los imbuye en otras actividades y responsabilidades, que a veces les impiden tener esa perspectiva que se necesita para entender la verdad que los rodea.

Eso no quiere decir que los periodistas que nos dedicamos al análisis situacional estamos todo el día viendo el techo, escudriñando las nuevas telarañas que adornan las esquinas o contemplamos el mundo solo a través de una ventana, nada más alejado de la realidad.

Tampoco quiero aseverar que somos los poseedores de la verdad absoluta y que nuestro criterio es el único válido para entender las circunstancias, no es así, es falso. En todo momento se trata de presentar los hechos de la manera más objetiva posible, a pesar de que cada uno de nosotros tiene sus propias tendencias, con la única finalidad de provocar en el ciudadano que compare situaciones, analice hechos y saque sus propias conclusiones.

Los comunicadores sociales que nos dedicamos a expresar nuestra opinión a través de los medios debemos evitar, por razones éticas y morales, ideologizar y manipular los acontecimientos, solo debemos presentarlos de tal manera que los lectores puedan sacar sus particulares deducciones. Al ser humano, como ser pensante y crítico, hay que brindarle la oportunidad de que pueda construir sus deducciones con base en la verdad, originar en las personas un debate de altura para dirimir diferencias y concretar acuerdos, es intercambiar ideas y pareceres, pero en todo momento respetando posiciones para llegar a acuerdos de tolerancia y convivencia.

Por eso, es poco honesto cuando los colegas periodistas se convierten en operadores políticos solo con la finalidad de defender, imponer y tergiversar la verdad, con el objetivo de sostener posturas ideológicas, porque lo que se quiere es ocultar la evidencia a toda costa y construir una actualidad alejada de la objetividad de los hechos.

Por eso, el periodismo crítico, que es capaz de provocar en los hombres y mujeres que piensen y comparen, fue, es y será perseguido por regímenes políticos que no les interesa la libertad de información ni de pensamiento porque lo que vale es solamente la “verdad oficial”, ya que para ellos el resto miente para adulterar los intereses del pueblo. Engaños, falsificaciones y calumnias por parte de aquellos que controlan el aparataje propagandístico del Estado, con el único fin de vender verdades basadas en mentiras.

Evidencia que confirma que en Venezuela la democracia está cansada y coja, desesperada y sin futuro. Donde el equilibrio informativo no existe, en el cual prevalecen las distracciones para evadir las responsabilidades.

Espectáculo que montan utilizando los medios públicos y las redes sociales para consolidar posiciones desleales e infieles, tratando de convencer a nuestros connacionales de que la culpa de la realidad que vivimos la tienen otros: creando misterios y fábulas para narrar una patraña sin sentido, pero siguiendo los lineamientos de Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.

Por eso, los columnistas fijamos posición ante los sucesos que nos toca vivir diariamente, donde después de casi 20 años de revolución nunca hubo políticas coherentes para alcanzar la igualdad, solo un resentimiento que logró dividir a los venezolanos. Lo de la justicia social eran palabrerías para llenar espacios en los medios de comunicación porque lo que se ha evidenciado con los años es revanchismo, represalias y venganzas.

Entonces, ¿quién posee la verdad? ¿Quién hace de la mentira un modo de vida? El ser humano, lamentablemente, ha descubierto con el devenir de los años que al mentir puede manipular a otros; sin embargo el mentiroso cargará en su conciencia la verdad y que tarde o temprano esta se descubrirá.

Pero en algo que nunca han mentido y se mantienen fieles a sus designios es con respecto a que todos somos iguales, pero iguales de pobres y se han dedicado, rodilla en tierra, a llevarnos a esa situación. Contra esas mentiras, los periodistas debemos alzar nuestra voz, teniendo la verdad como estandarte y provocar en las personas que leen nuestros escritos, oyen nuestros programas de radio o vean programas de televisión, la conciencia necesaria para lograr lo más preciado: que el ciudadano piense, compare y fije posición para defender sus derechos y honrar sus deberes. ¿Verdad o mentira? Usted decide cuál aceptar.


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