Nadie puede engañarse con cuanto sucede en Venezuela. Todos sufrimos una realidad que traspasa los límites de la tragedia de la vida nacional. Ningún pueblo merece estar sometido a las privaciones que impone una dictadura comunistoide que, además, está conducida por un régimen con poca ética, con probada ineficiencia y dosis de corrupción nunca vistos en nuestra historia.

No hay, ni habrá, solución posible mientras la dictadura se mantenga. Por el contrario, la tendencia será a profundizar el mal y mantener el país en una incertidumbre angustiosa gracias a la capacidad de represión física e institucional que aún conserva. En consecuencia, no podemos perder más tiempo. Llegó la hora de que la nación dé el primer gran paso para revertir hacia lo positivo las negativas tendencias del presente. Se trata de concretar la salida de Nicolás Maduro del cargo que ilegítima e ilegalmente está ejerciendo y, de esta manera, constituir el gobierno que tendrá la responsabilidad de devolverle al país la libertad y el desarrollo que necesita.

Repitiendo cosas dichas con anterioridad, Venezuela tiene la gente que se necesita. También las ideas, planes y programas concretos para enfrentar exitosamente las dificultades del presente. El cambio señalado es posible. Cierto que la unidad es indispensable, pero no cualquier unidad. Tiene que darse sobre las bases señaladas cerrando las puertas a cualquier desviación oportunista, acomodaticia o basada solo en ambiciones personales o de grupo para convivir con el régimen dictatorial.

Tengo la impresión de que, una vez más, el ciudadano común está siendo superior a muchos de cuantos pretenden dirigirlo. El anhelo de cambio radical urgente se siente en la calle, en todos los sectores de la vida nacional. La gente espera por sus dirigentes, nuevos o viejos, pero decididos a ejercer con valentía y coraje la representación de quienes están dispuestos a correr los riesgos que sean necesarios para alcanzar el objetivo.

Hay quienes angustiosamente dicen “aquí no está pasando nada”. Grave equivocación, porque aquí pasa de todo todos los días. El problema, en buena parte, está en la información. El régimen liquidó totalmente la libertad de expresión. Los pocos medios que siguen más o menos vivos están sometidos a una censura selectiva y fueron borrados de las pantallas televisivas importantes canales del interior del país, los de Colombia y hasta eliminaron a CNN en Español. Lo de la radio ha sido mucho peor. Prensa escrita, radio y televisión se han reducido de manera impresionante. A esto hay que añadir la presión de las autoridades sobre los pocos anunciantes que esos medios aún conservan, permanentemente amenazados activa o pasivamente.

La última visita de Maduro y de la “vicepresidente” a China, es demasiado elocuente. El país está acéfalo, con ellos o sin ellos. ¡Pero…!

[email protected]


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!