Ha llegado el no muy ansiado 2019, y es así por lo que se supone pueda ser este año para los venezolanos. Se dejó atrás 2018, pero lastimosamente no quedaron atrás con él los males creados con alevosía y muy bien conocidos por todos, males fabricados y hechos con la marca socialismo del siglo XXI, vaya desgracia esta…

Si hay algo imposible de detener o retroceder es el tiempo, y llegó 2019 como estaba previsto, y con él llegan las grandes expectativas de lo que se nos puede venir encima; ya en estos primeros días podemos intuir el clima de conflictividad que se avecina, tanto en lo político como en lo social (no hablemos de lo económico), no está de más el mencionar el gran reto que como sociedad debemos de asumir para lograr el desalojo del Palacio de Miraflores de las plagas que han habitado allí lamentablemente por 20 años, una fumigación profunda debe de erradicarlas y darles fin, pues son los culpables de la miseria que hoy vive nuestra nación.

Y con 2019 llega también una nueva directiva de la Asamblea Nacional encabezada esta vez por una joven promesa, como lo es Juan Guaidó de Voluntad Popular; sobre los hombros de este joven recae la gran responsabilidad de asumir no solo la dirección parlamentaria que en estos tiempos ha sido muy criticada (y no sin razón), dado que sus predecesores no han logrado materializar el deseo de todos los venezolanos de lograr el cambio político que el país necesita y de esta manera tomar una senda que saque a la nación de la miseria en que nos ha sumido el chavismo-madurismo. La gran pregunta que nos llega a todos es si Guaidó y la Asamblea Nacional harán lo que se tiene que hacer. ¿Lograrán poner fin a la dictadura? ¿Estarán dispuesto a pagar el precio que se debe pagar por la libertad de nuestro país? Recordemos que asume la presidencia de la Asamblea Nacional justo antes de que se produzca el vacío de poder producto del desconocimiento al ilegítimo y usurpador Nicolás Maduro, ya que el 10 de enero finaliza su período constitucional y las elecciones ilegales y fraudulentas del pasado 20 de mayo de 2018 en un proceso que aparte de viciado (como todos los procesos hechos en revolución) fue ilegal dado que esa farsa electoral fue convocada por una asamblea nacional constituyente que fue instaurada de manera totalmente ilegal, violando la Constitución vigente, atropellando de esta forma a todos los ciudadanos.

También damos por sentado en 2019 que el régimen no dará su brazo a torcer y pese a todo el cerco que se ha generado a su alrededor (sobre todo a nivel internacional) e insiste en mantenerse en el poder a cualquier precio, esto nos coloca en una encrucijada ya prevista donde el punto de inflexión radica en la gente.

2019 también nos trae lamentablemente personas que, como de costumbre, alzan críticas y acusaciones sobre la nueva directiva de la Asamblea Nacional, sin aún esta haber empezado a debatir y tomar acciones, ya se les acusa de colaboracionistas con el régimen, estos personajes que critican a veces con razón, no son capaces ni siquiera de esperar y dar un voto de confianza, y lo peor es que no aportan en forma propositiva para la solución, suelen dejar el balón en terreno contrario y esperar que otros aporten y solucionen, aparentemente suelen optar por el camino sencillo de la crítica y no la complicada de aportar soluciones viables a la realidad que nos aqueja.

Ciertamente 2019 será un año lleno de complicaciones y nada será fácil para nuestro país. Guaidó y la Asamblea Nacional no la tienen fácil, la salida del régimen que lógicamente no quiere irse porque están claros en lo que les espera, saldrán, pero toda fórmula para concretar o materializar la salida de la dictadura pasa por el apoyo irrestricto de la gente y de nuevo estamos en otra encrucijada: ¿la gente acudirá al llamado? ¿La Asamblea Nacional se atreverá a llamar a la insurrección popular para rescatar la democracia y las instituciones?, porque todas las soluciones en este momento pasan por el apoyo popular. Esperemos, el tiempo apremia.

Que hable la calle…

Fuerza y fe.


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