Eso que vimos el 19 de abril, como el mejor homenaje que se haya podido hacer a quienes despidieron a Emparan en 1810 en estos 207 años, se llama Soberanía. Los millones de manifestantes que llenaron las principales vías de Caracas y del resto de las ciudades más importantes del país, en un pronunciamiento inédito de democracia directa, manifestó su voluntad indeclinable de restablecer la vigencia de la Constitución. En eso se resuelven las peticiones que se han portado en cada intento de hacernos oír.

La respuesta de la dictadura, sorprendentemente, fue profundizar su tránsito por el despeñadero que ha llevado al país a esta gravísima situación. El régimen está entrampado en el hoyo de los insalvables. Hoy puedo repetir lo que escribí el 3 de marzo de este año: “El cobijo tras las bayonetas y de los gases lacrimógenos no son más que los claros síntomas de la catastrófica carencia de los soportes legítimos del poder. Y de la insuficiencia de los no físicamente violentos, pero nada legítimos, como la sistematización de la mentira. Hoy, cuando la mentira hace aguas frente a una realidad indomable, que se ha inmunizado contra la virulenta censura de medios que continúa aplicando la dictadura, el repugnante expediente de la represión le abre paso a la frontera de la que no hay retorno.” Esa frontera quedó muy atrás.

Y es que la línea de los insalvables del gobierno es clara y por ella se van a llevar a sus prisioneros con ellos hasta el fondo. Siempre han despreciado la voluntad popular y, por tanto, a la Soberanía que representa. Así, subestimaron siempre los procesos electorales, mientras el efecto de la estafa a la que habían sometido al pueblo venezolano, gracias a la mesa servida por la antipolítica venezolana y los grandes medios, les hacía ganar elecciones. Mismos medios, hay que repetirlo por cierto, que hoy se pliegan al aparato propagandista del gobierno y se niegan a reproducir la expresión de la Soberanía Popular en la calle. Han pretendido burlar la expresión de esa Soberanía Popular, anulando la mayoría calificada de dos terceras partes que obtuvo la oposición. Y luego, se han negado a que el calendario electoral previsto en la Constitución se cumpla. En fin, como sabemos, han roto el Orden Constitucional, porque la Soberanía ya no les acompaña.

Lo que vimos el 19 de abril, es que cuando esas gravísimas cosas ocurren, eso no se queda así. La Soberanía reclama su cauce y tal como está previsto en la Constitución, tiene que prevalecer. El noble golpe que asimiló el dictador ayer, lo puso a llamar al diálogo entre sus bravuconadas, y eso es muy revelador. Los gritos histéricos y desesperados de Maduro ante la desnutrida audiencia de la avenida Bolívar, mientras sus secuaces militares y paramilitares actuaban reprimiendo salvajemente a la más grande manifestación ocurrida en el mundo, deben haber incrementado ese porcentaje de sesenta por ciento de asistentes obligados y chantajeados, a más del setenta por ciento. Sí, la gente se les va, porque quieren tener la libertad de expresarse y no quieren ser cómplices de las muertes generadas por una represión sin sentido.  

La Soberanía Popular terminará imponiéndose, porque sus titulares descubrimos que luego de haberlo perdido todo, como consecuencia de la ruina generada por este aparato destructor que es el régimen castrochavista, no solo nos despojaron también del miedo, sino que nos queda eso que tratan de arrebatarnos y que nos pertenece a todos quienes somos mayoría: queda en nuestras manos la Soberanía.

Y eso, que se llama Soberanía, no nos lo vamos a dejar quitar. Va de suyo que hablo de aquí y de ahora.


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