Estas dos palabras que encabezan nuestro Escudo representan los conceptos fundamentales de una democracia. La libertad significa el goce de los más caros tributos de un régimen basado en la dignidad humana, solamente un hombre libre goza de una vida plenamente digna; la libertad individual es pues uno de los fundamentos de la democracia. Igualmente, en el plano social el orden es la base de una democracia; sin orden no hay estabilidad social, se cae en la anarquía y bajo el imperio de esta es imposible la democracia. Muy lamentablemente en Colombia estamos perdiendo aceleradamente estos valores y por lo tanto peligrando gravemente la supervivencia de la democracia.

No puede haber libertad bajo un régimen de facto. Esto es lo que sucede lamentablemente en Colombia, tan camuflada estaba la dictadura en los comienzos del chavismo, como lo está ahora en Colombia, bajo la dictadura del Farcsantismo, régimen instaurado con la Constitución de facto elaborada en la Mesa de La Habana e ilegítimamente instaurada por el enmermelado Congreso y la farcsantista Corte Constitucional. Se estableció por 3 períodos constitucionales un cogobierno entre la institucionalidad democrática y la insurgencia narcoterrorista del comunismo del socialismo del siglo XXI, la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación (CSIVI), es el verdadero cogobierno de la nación, nada puede hacer el Estado, sin su consentimiento. La vicepresidente Martha Lucía Ramírez es simplemente una figura decorativa, encargada de dar discursos anticorrupción y por la igualdad de las mujeres. El verdadero vicepresidente es Pastor Alapé, quien dirige esa comisión y por lo tanto asume la potestad de un “comisario político” al estilo estalinista de la evolución de la nación, y no solo eso, sino que es el encargado de multimillonarios negocios, no sé si en el límite de la legalidad, de traspasos de grandes extensiones de tierras y negocios de testaferros de las FARC a negociantes lícitos. Queda claro pues que no estamos en un verdadero régimen de libertad.

En cuanto al orden sí que estamos peor. Cuando se permite la existencia de un partido político armado y narcotraficante no puede haber orden posible. Pero si además se les da impunidad, elegibilidad y posibilidad de continuar plenamente con todos sus negocios ilícitos, ya no solo es que no hay orden, sino que son ellos los que establecen el orden. La dictadura del Farcsantismo acabó con todos los valores morales base de una democracia, acá ser pillo paga, las Altas Cortes son antros de los más grandes criminales, pues atentan contra la moral republicana al establecer carteles de la toga y del narcotráfico, no bastante con eso se crea una justicia especial de impunidad para el narcoterrorismo, el Parlamento es un nido de ratas liberales, vargalleristas y de la U sedientos de mermeladas , amén de narcoterroristas, criminales de lesa humanidad y comunistas hambrientos de instaurar la dictadura chavista del socialismo del siglo XXI, la Fuerza Pública, se sintonizó con el discurso falso de la “paz” de Santos y los gremios, medios y la Academia están cooptados por el Farcsantismo.

El Ejecutivo presidido por ese gran tecnócrata que es Iván Duque está maniatado por el orden de cosas que describimos arriba. Pero a los grandes problemas, grandes soluciones. Duque debe traspasar el rol de tecnócrata al de estadista. Más de 10 millones votamos por una radical transformación del estado de cosas descritos en este breve análisis que describe un estado de desesperación nacional, estamos hartos de la complacencia con el Farcsantismo. Creemos y apoyamos al presidente Duque, pero es urgente que, en los campos de libertad y orden, bases de un Estado democrático, se dé un giro total en la actitud en extremo permisiva frente a los enemigos de la democracia, se requiere de un Estado fuerte que luche contra el narcoterrorismo, No lo digo yo solamente, lo ha twitteado insistentemente el gran colombiano presidente Uribe.


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