En medio del infierno en que nicolás maduro (en minúsculas para que no quede duda de su ínfima estatura) y su pandilla de adeptos nos han vuelto el país en estos últimos días, relumbra la actitud de ciertos contingentes de la guardia nacional y la policía nacional (igualmente diminutos) ante la marcha que llegó hasta la sede de la Conferencia Episcopal Venezolana. Actitud que ahora muchos se hacen lengua para ensalzar lo que nada tiene para ser glorificado, puesto que hicieron lo que han debido hacer siempre a lo largo de todos estos años.

De inmediato han saltado también los que andan en sus habituales maromas de mono de circo a proclamar el triunfo del civismo sobre la barbarie. No voy a enumerar la larga retahíla de incoherencias vomitadas en la tarde temprana de este sábado 22 de abril, incongruencias que segmentos de esos mentados cuerpos represivos se ocuparon de dar mentís en Altamira y El Rosal a los pocos minutos. Sin embargo, casi de manera instantánea aparecen provectos doradores de píldoras, oficiosos lavadores de cara de la bestialidad roja, todos ellos honorables miembros de la cofradía de remendadores de virgos, pontificando sobre el adecentamiento del chavismo. En buen criollo: ¡No me jodan!

Secundo a quienes no cesan de preguntar: ¿Qué necesita nuestra casta política para entender de una buena vez que una situación irregular como la que vivimos no se puede enfrentar por vías regulares? ¿Hasta cuándo repiten la letanía de que las actuaciones bárbaras de esos organismos sirven para poner en evidencia ante la opinión pública internacional al régimen? ¿No vienen diciendo lo mismo desde 2002? ¿Acaso se pueden poner en evidencia más todavía?

A pocos se escucha adentrarse en la necesidad de abordar la organización de la gente para enfrentar a estos sátrapas. Una de las pocas voces que he oído al respecto es la de Roderick Navarro, quien el pasado 19 de abril desde la propia marcha, que ese día fue atacada sin piedad por organismos y paramilitares, dijo sin eufemismo de por medio: “Nosotros tenemos que defendernos de los colectivos y de todos aquellos cubanos que detentan el uniforme de nuestras fuerzas armadas (…), nosotros tenemos que garantizar la seguridad de nuestros abuelos, de nuestras mujeres, de los más débiles y de todos aquellos a los que nosotros queremos y que venimos a manifestar el rechazo y el fin de la dictadura. (…) Nosotros podemos ganar a la dictadura el país de nuevo, ellos están muy débiles y es el momento de que les pasemos por encima a todos esos políticos que están pendientes de cargos y no de resolver los problemas que tenemos nosotros los venezolanos, es el momento de acabar con la revolución bolivariana”.

Este Muchacho (de clara grandeza en su actuar), que desde 2007 ha venido dando una pelea sin cuartel, aguantando maltratos y carajazos, cuya madre tuvo que salir del país y que se mantiene con el alma en vilo por la integridad de él, resumió todo en su frase final de ese día: “Libertad o nada”.

© Alfredo Cedeño

http://textosyfotos.blogspot.com/

 


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