Solo a seres de dimensión universal, como lo fue Francisco de Miranda, se les ocurriría tener amistad con un hombre que en realidad era mujer. Disfrazada, para poder cursar los estudios de Medicina, reservados solo a hombres durante aquellos años del siglo XVIII, James Barry, sobrina de su amigo pintor de ese nombre, al utilizarlo, adoptó este género en público y devino así también en amiga formidable del más grande de los nuestros: Miranda, ¡el primer Libertador!

Año tras año se ha dedicado un día especial para recordar las luchas de la mujer por su emancipación. Abrirse camino hacia sus metas como ser humano y ganarse el respeto por parte de una sociedad a veces traicionera, a veces cobarde. Surgen miles de ejemplos del desempeño heroico e imponderable de nuestras mujeres en sociedades atrasadas y en plena lucha por su libertad. África, el Medio Oriente y Asia, por ejemplo.

La mujer, desde su condición intrínseca de poseer la capacidad de gestar desde su cuerpo, desde su vientre, la vida de su especie humana, se hace ante mis ojos que la observan maravillados, de una particular admiración hacia su excelsa condición, dentro de la perfección del arquitecto diseñador del universo del que somos parte todos.

Venezuela, con nombre de mujer, nos invita hoy a repensar nuestra propia génesis como República independiente. Dadora de libertad a otras naciones, nuestros diputados deben recordar hoy a Angostura para qué fueron elegidos en 2015, cual es lograr la libertad como el resultado de la presión popular por encontrar una salida a la trágica manipulación y dominación del castrismo sobre nuestro nación. Así se colocó al país de la mano del chavismo, literalmente en tinieblas, buscando a Dios por los rincones, terminamos con el diablo instalado en nuestra casa-nación.

¿Qué nos pasa? Nuestro pueblo ya dio el mandato ciudadano a los parlamentarios cuando aprobó en plebiscito del 16 de julio de 2017 sus exigencias: nuevo TSJ, nuevo CNE y Gobierno de Unión para ganar la Libertad. Todo después de cientos de jóvenes asesinados por el régimen. Ya pasó el intento de diálogo fracasado por la manifiesta estupidez de no entenderse la naturaleza del régimen. La no comprensión del tipo de malignidad que ha controlado el poder en Venezuela y que se vuelve a percibir en determinadas declaraciones y, por ejemplo, de entrevistados del programa de Jaime Bayly la pasada semana.

Las debilidades para con el régimen castrista, que inició su silenciosa invasión a Venezuela desde hace cuatro lustros, hacen nuevamente sórdidos e incomprensibles declaraciones con movimientos que solo logran alargar la agonía de modo absolutamente inaceptable para nuestra gente hambrienta y moribunda, como lo sería para cualquier pueblo del mundo. Hablamos del deber de proteger vidas que se pierden, día tras día.

El tiranosaurio Maduro mantiene secuestrada toda nuestra nación gracias a su minúscula, pero eficaz clientela armada, bajo el terror de la represión y de la postergación de una dirigencia que sigue a la espera de un día ideal en que se irán por su propia voluntad. Esto es preciso superarlo como de una nula probabilidad, pues no es un tema político sino criminal. Hay que actuar para salvar vidas. ¡Hay que salvar cientos de miles de vidas inocentes ya!

Desde sus hijos más célebres, bajo el recuerdo del más grande venezolano entre los grandes libertadores de América, el Generalísimo Francisco de Miranda va al frente con su ejemplo y sus testimonios de avanzadas ideas en relación con el papel que debía promoverse, admirarse y respetarse de nuestras mujeres, para el avance de una sociedad cada vez más sana, equilibrada y feliz. Así lo han refrendado varios historiadores al calificar a Miranda como un “un connotado feminista”.

Sería muy interesante si nos detuviéramos a pensar seriamente en la realidad de hoy que confronta a Venezuela desde la oscuridad de un país cuya capital Caracas, tuvo en el siglo XIX el servicio eléctrico al mismo tiempo que la ciudad de Nueva York.

Como ingeniero de ejecutorias y experiencias desde el nivel operativo básico, hasta los más altos niveles estratégicos, y con ciertas experiencias contrastadas internacionalmente para el diseño, programación y ejecución de soluciones a problemas prácticos, como la vital necesidad de servicios como el agua potable, la luz eléctrica o los saneamientos y disposición de aguas servidas, desechos sólidos, etc., aunado a la planificación, contratación y ejecución de obras por sistemas diversos de alianzas público-privadas mediante la licitación pública de concesiones, observo la urgente necesidad de la imposición de una intervención en misión humanitaria e inaplazable en nuestro territorio.

La atención al caos, las cientos de miles de vidas que se han perdido, y que tenían forma de evitarse, de neonatos que perecieron por falta de luz, de enfermedades de origen hidrosanitarias, de imposible atención adecuada en las actuales condiciones, hacen más dolorosa e inexcusable la postergación de la acción salvadora de nuestro pueblo. Desde ya la crisis se ha remontado a niveles de gravísimas consecuencias humanas, muy difíciles de atenuarse en el futuro de niños desnutridos y hambrientos.

Solo la ceguera de algunos, o los perversos intereses de mafias creadas en minúsculas clientelas que han saqueado a Venezuela pueden oponerse a desalojar al régimen plagado de sus corruptos y sus sistemas de dominación, junto con cómplices o alcahuetas. Ellos deben ser desalojados del poder cuanto antes, luego de lo cual deberán responder por sus crímenes al pueblo, uno a uno.

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