Hemos observado contentos la liberación de alrededor de un centenar de secuestrados políticos. Han emergido de las siniestras catatumbas donde estuvieron alojados por obra y gracia de la represión coercitiva implementada por el totalitarismo. El beneplácito que produce la acción de marras no es óbice para puntualizar y fijar, en sus justos términos, la medida política asumida por el gobierno nacional (con bombos y platillos) por intermedio de un nuevo sainete burlesco donde aparecen organismos y personas desempeñando el papel de actores subalternos.

Maduro vocifera y, de inmediato, la cáfila integrada por los sargentos serviles se apresta a satisfacer la voluntad del tirano. Por una parte, la cabeza del írrito Poder Judicial instruye a los jueces penales (obviando normas expresas asentadas en el COPP) para desempolvar expedientes cubiertos de polvo y roña por su falta de uso. Los beneficiados son evidentemente presos políticos (con las excepciones ya conocidas en el primer lote) quienes así han permanecido internos en las descentralizadas ergástulas. De manera alterna la cabeza del desaguisado híbrido denominado asamblea nacional constituyente procede, con la alharaca de siempre, a satisfacer con éxtasis el mangoneo del “paisano” (al decir del presidente Pastrana). Para ello utiliza la Casa Amarilla –otrora emblemática sede oficial de la Cancillería– como formal teatro, con bambalinas incluida, del bodrio. Igualmente, haciendo uso de coordinación envidiable similar a la emprendida en cualesquier acción de combate táctica. El ilegítimo ductor del Ministerio Público nos ilustra justificando todos los desmanes. Aturdiéndonos con la aborrecible verborrea de picapleitos aderezada con el típico estilo de los poetas bohemios de botiquín.

La celeridad del proceso (inicio, desarrollo y finiquito) fue producto de una especie de supositorio de pólvora autoinoculado por los propios actores para plasmar públicamente la obsecuencia del impúdico vasallaje para con el amo. Si viviéramos en la Edad Media, quizás, tal conducta no debería sorprendernos. Pero vivimos en el siglo XXI y la dictadura totalitaria no pierde ocasión de enrostrarnos (a los venezolanos y al resto del mundo) de que vivimos en un Estado de Derecho, republicano y democrático. Respetuoso de la Constitución. Entonces, es necesario puntualizar la existencia de una inaudita contradicción. El Poder Ejecutivo arrea a sus subalternos. El Poder Judicial es una simple caja de resonancia. Ordena ipso facto el traslado de los presos previamente escogidos. La ilegítima anc, por intermedio de la presidenta (ahora ascendida a vicepresidenta ejecutiva) acata sin chistar la voz de mando del comandante en jefe. (Quien no es ni comandante, ni tampoco jefe). El ilegítimo cabecilla del Ministerio Público se sienta en el proscenio del circo y ejerce a cabalidad su triste papel en el afinado y sumiso coro. Ratificando a plenitud la no independencia de los poderes públicos a tenor de lo asentado por Montesquieu hace más de dos siglos. Concluiríamos entonces que lo sucedido (independientemente de lo saludable y oportuno de la medida) en lo sustantivo (liberación chucuta de algunos presos políticos) nos demuestra y ratifica que no es un mero “cliché”, ni tampoco metáfora literaria alguna, la denominación de dictadura totalitaria la que asola Venezuela desde hace años.

Por supuesto, ¡no faltaba más! la irrupción de los autoconvidados y asomados de costumbre. Quienes siempre están a la caza de “ganar indulgencias con escapulario ajeno”. Algún gobernador con gríngolas, arrodillado y juramentado ante la anc. De igual modo un sempiterno aspirante social pagano siempre presto a ser candidato a cualquier cosa y no pasar desapercibido.

En las diversas celdas de la cárcel en que se ha convertido nuestro país continúan alojados más de doscientos opositores que pagan con creces la irreverencia de contrariar los designios continuistas del oprobio representado por Maduro y su combo. Muchos de ellos son antiguos presos del muerto. Los más viejos son los funcionarios de la Policía Metropolitana: Erasmo Bolívar, Luis E Molina, Héctor Rovain, Arube Pérez y Marco Hurtado. Así mismo el general Raúl Baduel continúa como rehén. Lorent Saleh, líder estudiantil y defensor de los derechos humanos, quien fue entregado vilmente por el presidente colombiano Santos para complacer a sus dos nuevos amigos. Aquí debo detenerme para señalar que los “jueces competentes” que conocen la causa penal en un juicio “per se” inexistente, llevan alrededor de cien audiencias suspendidas, creando un estado de indefensión digno de figurar en “Guinness”. Esta irresponsabilidad indecorosa (produce consecuencias jurídicas) deberá ser reclamada pronto; cuando surja el anhelado nuevo gobierno. Su admirable progenitora mantiene viva la llama del continuo reclamo ante la injusticia. La falta de solidaridad (en especial la juvenil-estudiantil) se ha hecho patente. Como no se ha prestado a participar en los carnavales electoreros donde intervienen algunos partidos de oposición. Quienes corrompen y compran frecuentemente las consciencias de algunos líderes estudiantiles en proceso de formación para convertirlos, a muchos, en politicastros en ciernes. El aislamiento de Lorent Saleh causa estupor y desagrado. ¡Libertad plena para Leopoldo López! ¡Libertad plena para el resto de los presos políticos! Quisiera nombrarlos a todos, pero es harto difícil por razones de espacio.

Había tomado la decisión de no abordar más todo lo relacionado con el sainete montado el pasado 20 de mayo por la dictadura. Afianzado con el apoyo celestinesco y oportunista de diversos partidos e individualidades que se autodenominan de oposición. Había optado por no desperdiciar más “pólvora en zamuros”. Pero las circunstancias me obligan a contrariar mi determinación. El doblemente borlado (sargento y abogado) Henri Falcón no deja de sorprendernos. Si el (¿iluso?) candidato esperaba –con fe de carbonario– que la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia cumpliera con su único deber (el de ¡administrar justicia!), demuestra y hace patente su incapacidad manifiesta para ser líder y mucho menos para pretender ejercer la magistratura superior del Estado venezolano. Pienso que la Alcaldía de Nirgua le queda aun grande. Iracundo vocifera que de inmediato emprenderá una romería internacional para demostrarle al mundo lo que este ya conoce por ser indiscutiblemente un hecho público y notorio. El de Venezuela no es un régimen democrático. En la actualidad carece de legitimidad de origen avalada por la OEA. Órgano multilateral donde Venezuela es miembro de pleno derecho. El Estado venezolano es mangoneado, casi con “derecho de pernada”, por un robusto e ignaro dictador. Se trata simplemente de un régimen totalitario (hay que repetirlo aunque parezca letanías) muy sui géneris. Acorde a los nuevos tiempos. Asentado e hilvanado con algunas de las perversas modalidades señaladas someramente en este escrito.

Solamente con nuevo gobierno será posible la libertad de los presos políticos. También la derogatoria de la supresión ad hoc de los derechos políticos conculcados a punta de bayonetas a los recientemente liberados, quienes padecen la triste e ilegal circunstancia de ser ciudadanos de segunda categoría. Aun cuando la carta magna establece el principio indubitable de igualdad. Así mismo se “restableció” la inhumana, fascista y también vetusta figura del destierro. La misma le ha sido impuesta Vilca Fernández. De tal modo propiciará el retorno de los centenares de exiliados políticos y de los ya millones de compatriotas que forman parte de la diáspora económico-política. En la actualidad la huida despavorida se ha convertido en una avalancha terrestre irrefrenable. Es decir, la de aquellos quienes se han visto obligados a abandonar el país para no morir de hambre, de mengua, de desatención sanitaria y de padecer brutalmente la inseguridad personal y jurídica.

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