Los médicos afirman que la diabetes es una enfermedad que avanza silenciosamente, es decir, sin síntomas en la mayoría de los casos y esconde un peligro vital para el organismo de quien la padece. Pues bien, “democracia diabética” es el calificativo que le da el Informe Latinobarómetro 2017 a la democracia de 18 países latinoamericanos, incluida Venezuela.

En la portada del informe se pueden leer las siguientes palabras que transcribo textualmente: “Es una democracia diabética que no alarma, con un lento y paulatino declive de múltiples indicadores, distintos según el país y el momento, que permite de alguna manera ignorarlos como fenómeno social. Sin embargo, vistos en conjunto, esos indicadores revelan el deterioro sistemático y creciente de las democracias de la región. No se observan indicadores de consolidación, sino, acaso, indicadores de des-consolidación”.

El informe tiene ocho secciones y en la sección II, titulada “La democracia en América Latina”, dedica un aparte, el II.1.1, entero a Venezuela y lo titula “La paradoja de Venezuela”.

El mencionado aparte presenta los siguientes resultados: 78% de los venezolanos apoya la democracia, pero solo 13% está satisfecho con ella y solo 25% dice que se gobierna para todo el pueblo. ¿Cómo es posible que se apoye algo con lo que no se está satisfecho?, ¿cómo es posible que se apoye un sistema de gobierno que excluye a 75% de sus ciudadanos? He allí la paradoja.

En la sección II.8 se encuentra el aparte de “La confianza”, una nueva variable que intenta explicar las razones por las cuales la gente desconfía. Las preguntas del estudio en esta sección y que exhiben una tendencia descendente, estuvieron relacionadas con la confianza en cinco instituciones: la confianza en la institución electoral, la confianza en el Poder Judicial, la confianza en el gobierno, la confianza en el Parlamento y la confianza en los partidos políticos. Ahora bien, cuando uno ubica las respuestas para estas instituciones en un mismo gráfico se evidencia que, para los últimos tres años (2015, 2016 y 2017), el descenso de pendiente más pronunciada lo tienen la institución electoral, el gobierno y los partidos políticos.

Para poder entender mejor el resultado anterior, necesitamos una definición de confianza. Aquí les dejo la definición del sociólogo Francis Fukuyama que, palabras más palabras menos, va así: la confianza es la expectativa de comportamiento honesto y cooperativo entre las partes, basada en reglas e instituciones que ambas partes reconocen y aceptan y a las cuales acuden cuando se presenta algún conflicto entre ellas.

En cuanto a la autoclasificación de clase social, potente indicador resumen del sentimiento económico de una sociedad, tenemos que Latinobarómetro 2017 reporta que en Venezuela 7% de la población se autoclasifica como clase alta (versus 9% en Latinoamérica); 34% se autoclasifica como clase media (versus 42% en Latinoamérica), y 58% se autoclasifica como clase baja (versus 45% en Latinoamérica).

Este último punto es importantísimo por dos razones. En primer lugar, la posición social, actual o potencial, es objeto de percepciones y apreciaciones que dependen de la trayectoria pasada y, por tanto, de los hábitos y de los marcos de referencia posibles, es decir, concretamente de los grupos que proporcionan los indicios concretos de la posición social. En segundo lugar, porque Latinobarómetro 2017 corrobora por demás hallazgos que ya han sido reportados en estudios específicos realizados en Venezuela como, por ejemplo, la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi).

En resumen, así nos ve Latinobarómetro 2017: insatisfechos con una democracia que no es tal, con desconfianza creciente en tres de sus instituciones fundamentales y casi que con 60% de la población sintiéndose clase baja.

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